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Mario Paoloni, de un debut triunfal a ser medalla de oro y plata panamericano

Comenzó a rodar de chico en las pistas de las quintas de su barrio, Banda Norte. El ciclista tuvo una rápida carrera ascendente, que lo llevó a ser uno de los mejores del país. Dejó de competir para graduarse de contador público, pero sigue pedaleando

Mario Paoloni ha sido uno de los más destacados ciclistas que han surgido de nuestra ciudad. Comenzó de chico jugando con sus amigos en el barrio y llegó a ser medalla de oro y plata a nivel pa-namericano. 

Hoy en el “Te acordás de...” rodamos junto a Mario, quien repasa brevemente su exitosa carrera deportiva.

“Para mí la bici es una pasión desde que me subí por primera vez a descubrirla.

Acá en mi barrio, Banda Norte,  antes había quintas y dentro de ellas hacíamos pistas para correr. Así como había canchas de fútbol, había pistas para carreras de bicicletas.

Ahí nos juntábamos todos los chicos del barrio a hacer competencias sanas. Eso era totalmente informal.

Con el tiempo, a los 12 años, descubro a una cuadra y media de mi casa que en el Parque Sarmiento había mucha gente viendo carreras de bicicletas. Y me acerqué a mirar. Yo siempre estaba ilusionado con usar la bicicleta de mi papá, quien no me la prestaba porque era muy buena para esa época y no quería que yo la usara como estaba yo acostumbrado a usarlas.

Entonces le dije que si me la prestaba ese domingo iba a correr como para probar. Así fue que hicimos un trato, me la prestó y durante la semana previa fui a rodar con los otros para ver cómo era la cosa y si entendía cómo era la cuestión de las carreras.

Llegó el domingo, corrí y gané. Así que, habiendo familiares que eran ciclistas, se empezaron a enstusiasmar y quisieron acompañarme. Al domingo siguiente volví a competir y gané de nuevo.

Esto le llamó la atención a un equipo de corredores que había de acá que iban a correr un campeonato en Buenos Aires. Me incluyeron en ese equipo, sin tener idea de nada, ni bicicleta adecuada para esa carrera, no tenía ropa ni medios. Yo corría como cuando lo hacía con mis amigos en el campito.

Me consiguieron un casco, un par de guantes y fuimos a correr a Buenos Aires e hicimos un tercer puesto en esa competencia a nivel nacional.

Así fue que empezó a ser una pasión y a competir un poco más en serio y entrenar más. Como que ya no era lo mismo y me empezaron a exigir que me preparara mejor porque veían que si yo había alcanzado todo eso sin preparación, eso significaba que con mayor trabajo estaba para cosas más grandes.

- ¿Llegó a alcanzar las metas que se planteó en su carrera deportiva?

- Mi objetivo personal siempre fue terminar mi carrera de contador público. Al ciclismo lo hacía como un hobby, como una manera de distracción.

Tuve la bendición de tener muchas condiciones, quizás con muchos menos entrenamientos y elementos estaba a la altura de otros que sí lo tenían.

Cuando tuve la posibilidad de trascender, decidí quedarme para estudiar y terminar la carrera universitaria.

Sin embargo, a pesar de todo, te puedo decir que he logrado triunfos importantes.

Mi mayor logro es un campeonato panamericano y un subcampeonato panamericano en Uruguay en el año 1978.

Corrí en la cuarteta olímpica 4x4.000, en la que hicimos oro, y en la individual puntuable, en la que me quedé con la medalla de plata.

- ¿Tuvo la posibilidad de competir en el exterior?

- No la tuve porque era bastante renegado y no me incluían nunca en la selección. 

Además tenía diferencias con la gente de Alexander, que eran complicadas con el trato y con cómo se manejaban. 

Entonces a la hora de formar equipos siempre quedaba afuera.

- Después siguió pedaleando, aunque no sea a ese nivel de antes.

- Sí, fueron muchos años. Lo hice hasta 1993, que fue la última competencia formal que hice, y luego me retiré por una situación económica de crisis que estaba viviendo el país, en la que los materiales de las bicicletas eran imposibles de comprar, no había forma de solventarlos. Esto produjo que hubiera menor cantidad de ciclistas que competían y redundó en que el espectáculo era menor, se acercaba menos gente y, por ende, había menos motivación de los organizadores, ya que les era cada vez más difícil conseguir sponsors. 

Esto se tornó en un círculo vicioso porque a partir de ahí fue decayendo gradualmente el ciclismo hasta hoy, que quienes están arriba no tienen con quién competir y si esa gente quiere trascender se tiene que ir del país. Por suerte, esa posibilidad está. Hoy el mundo globalizado hace que cualquier ciclista que tenga condiciones pueda ser observado desde afuera y le den una oportunidad para correr. Cuando yo lo hacía eso era imposible. Era muy difícil ir a mostrarse afuera del país y no había posibilidades de contactarse con el ciclismo internacional.

Luego, con la etapa de los Curuchet, se rompe esto y comienzan a emigrar ciclistas argentinos que tienen muy buenas performances. Yo me alegro por ellos, porque tuvieron su chance y la han aprovechado para estar en grandes equipos a nivel mundial.



Darío Pablo Palacio