Espectáculos CEMAPA |

Despedida a lo grande

Laureano Carranza Guiñazú cerró su etapa de aprendizaje y el ciclo de conciertos de fin de año del Cemapa.

Cuando llegó por primera vez al Cemapa, Laureano Carranza Guiñazú era, a confesión de su maestro, Vicente Ronza, un chiquilín incansable que antes abría la puerta de la heladera que la tapa del piano y se escondía en los rincones cuando llegaba la hora de clase. Transformado ya en un joven altísimo y delgadísimo y en un pianista de certero talento, acaba de despedirse de su etapa de aprendizaje riocuartense, para poner proa hacia Rosario, donde seguirá estudiando.

En el camino quedan esos días en los que el pibe inquieto y travieso fue dando paso al pianista apasionado, que viene de recibir una mención especial en un certamen nacional realizado en Córdoba y va camino, decididamente, a ponerse al servicio de ese instrumento cuyos secretos nunca se descubren del todo y al que está dispuesto a entregarle sus afanes, tanto como el piano se lo pida.

A la hora del saludo, protagonizó un emotivo encuentro, con la música como insignia, perfilando un hermoso concierto que puede encerrarse entre dos grandes momentos: su interpretación solista de la famosa “Sonata op. 27 n° 2 “Claro de Luna”, de Beethoven, esa bullente expresión que se tiende entre la delicadeza inicial y el fervor de cierre extasiando la viz romántica del gran genio de Bonn, y el Concierto en Re M, de Joseph Haydn, para piano y orquesta, reducida aquí a cuarteto de cuerdas, en el contó con la destacada participación de René de Lellis y Fidel Busso en violín, Josefina Cuevas Delamere en viola y Luisina Pugliese en violoncello.

Demostraciones profundas del talento de Laureano, ya reconocible desde los primeros años, y ahora capaz de abrazar ese repertorio ligado a una formación académica con los perfiles de la música que forma parte del animé, los dibujos animados japoneses que ofrecen partituras, que ha desarrollado y expresado con interés especial en los últimos tiempos, como parte de una versatilidad que no lo desenfoca y que se lleva hacia la aventura rosarina el aplauso potente que se ganó en esta despedida a lo grande.