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Cuando con el Pueblo no alcanza

Por Marcos Jure

Mediodía. Viernes de un fin de semana largo. En el Jockey Club, por primera vez en dos años y tres meses, el peronismo, al que tanto le costó recuperar el gobierno de la ciudad, hace un ejercicio de autocrítica sobre la gestión de Juan Manuel Llamosas. Ensaya un diagnóstico, repasa lecturas, se cruzan reproches pero, sobre todo, se llega a la conclusión de que la campaña por el Sillón de Mójica ya comenzó. 

Electoral y temporalmente todavía falta una eternidad. Primero habrá que transitar el 2019, un año en que se definirá si Unión por Córdoba continúa con su hegemonía en la provincia y si Mauricio Macri sigue en la Casa Rosada o se desploma bajo el peso de la crisis.   

Pero para el PJ riocuartense hubo un llamado de atención: la semana en que la oposición volvió a enfocar sus críticas sobre la deuda que está emitiendo la gestión Llamosas y se encontró, más que nunca, con un gobierno desarmado para la réplica y la política, casi despoblado de interlocutores. 

Ese cuadro generó preocupación en el Palacio de Mójica y motivó una reacción del peronismo, que el viernes, en el Jockey, reunió a sus dirigentes más importantes para definir una estrategia ante lo que entienden es una prefiguración de lo que vendrá. 

Si la oposición inició una campaña de desgaste, el gobierno no puede volver a caer en los mismos errores, se concluyó.

En la reunión estaban Llamosas y sus hombres de máxima confianza. Pero también Carlos Gutiérrez, jefe del bloque de legisladores y principal referente de Juan Schiaretti para el sur. 

Su presencia no fue casual: el gobernador está convencido de que al intendente de Río Cuarto hay que resguardarlo y protegerlo porque debe llegar fuerte a 2019 y servir como un traccionador de votos para alimentar el proyecto provincial de reelección. Es una actitud de autopreservación.

Porque Llamosas posee una doble condición: es el intendente con mayor índice de imagen positiva que tiene el peronismo en toda la provincia pero, a la vez, su proyecto adolece de debilidades inocultables en el ejercicio de la política y la comunicación.     

Esa comprobación, más la conclusión de que la campaña ya arrancó, motivaron la reunión del peronismo. “No estamos preocupados pero sí atentos. No podemos regalar nada”, concluyó uno de los asistentes al encuentro, en el que estuvieron el gobierno, los concejales, los legisladores y la dirigencia del partido.

En el PJ no generó indiferencia el hecho de que figuras como Ramón Mestre y Mario Negri estuvieran en Río Cuarto para la asunción de las nuevas autoridades del radicalismo. Creen que se trató de una señal de que la ciudad ha vuelto a convertirse en un objetivo de primer orden para la oposición.

En el Jockey, Llamosas estuvo flanqueado por Camilo Vieyra, secretario de Gobierno, por Mauricio Dova, secretario de Políticas Sociales, y el fiscal municipal, Julián Oberti. 

En el arranque de este mes, cuando el gobierno municipal recibió una sucesión de críticas y perdió en la construcción de la agenda pública, su carencia más notoria fue la escasez de interlocutores para la pelea discursiva. 

Un análisis clásico citado por Hannah Arendt señala que la política opera básicamente sobre la base de dos componentes: la acción y el discurso, que se complementan y se retroalimentan. No es posible pensar el uno sin el otro. 

Sin embargo, el gobierno de Llamosas parece adherir principalmente a la concepción de que la centralidad está en la acción, en este caso en “la gestión”, que se autodefendería ante el electorado y hablaría por sí misma. Incluso en tiempos de crisis.

Ese esquema de pensamiento no es nuevo. En Río Cuarto tiene un antecedente notorio. Podría decirse que se trata de la doctrina Cantero, que menospreciaba la defensa discursiva del gobierno y la disputa en el terreno mediático.

El exrector sólo estuvo 4 años en el Palacio; no consiguió la reelección. Ese antecedente fue mencionado en la reunión que el PJ mantuvo el viernes como un ejemplo que debería servir de aprendizaje. Aunque también es insoslayable que las realidades políticas de un contexto y otro son diferentes:  Cantero tenía enfrente a un Benigno Rins con una alta imagen positiva; Llamosas posee la ventaja de una oposición que se asemeja a un páramo.

Hay dos episodios que marcan que la actual gestión considera que la contienda discursiva no ocupa un lugar de relevancia. Por un lado, en la reunión, Camilo Vieyra le quitó peso a lo que publican los medios; por otro, en el inicio de la semana pasada, el fiscal Oberti envió a este diario una nota de opinión en la que señaló que Llamosas no necesita interlocutores que lo defiendan porque, llegado el caso, ese rol será ejercido por el Pueblo. 

Oberti, encargado de resguardar la legalidad de los actos del gobierno, no respondió cuando la oposición acusó públicamente al Ejecutivo de cometer una irregularidad casi delictiva por no incluir en los balances una parte de su deuda en dólares. Sí apareció, en cambio, para comentar una columna periodística.

Más allá de que el uso de la idea de Pueblo, así con mayúsculas, pueda sonar anacrónico y de que no sea fácil imaginarse a ese mismo Pueblo saliendo a las calles en defensa de Llamosas, la sola aparición del fiscal municipal como columnista reafirma la conclusión de que en el gobierno escasean los interlocutores. 

Debió salir el fiscal, un cargo eminentemente técnico, a ensayar una defensa desde la política. El trastocamiento de funciones ratifica la carencia. 

Pero, además, la sola existencia de la cumbre del PJ riocuartense, gestada después de que la enorme mayoría del oficialismo evaluara que al gobierno “le entraron todas las trompadas” de la oposición, la conclusión de que hace falta una actitud más activa, la propia admisión de errores que hizo el intendente en ese encuentro, y el compromiso de diversificar las voces que surgió de allí no hacen sino refrendar que con el Pueblo no es suficiente, que en la política diaria hace falta algo más que una entelequia.

“Camilo soy yo”, dijo el intendente en la reunión. Así quedó oficializado quién será el principal vocero hacia afuera. Llamosas se retiró con el compromiso de redefinir la estrategia comunicacional y darle participación al partido.

“La reunión le sumó a él. Estamos dispuestos a salir a defenderlo cuando sea necesario. Pero hay que ver si cumple y abre el juego”, evaluó un dirigente.

Ahora, el peronismo se reunirá todos los meses. Al parecer, hubo coincidencia en que no se puede dejar la defensa del Municipio sólo en manos del Pueblo.



Marcos Jure.  Redacción Puntal