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El peronismo tras el legado de De la Sota

Por Marcelo Irastorza

A un mes de la trágica muerte de José Manuel de la Sota, el PJ extraña la figura del tres veces gobernador de Córdoba. Su      inesperada desaparición física, como consecuencia de un accidente automovilístico en la autovía de la ruta 36, justamente la obra que él mismo impulsó para evitar choques fatales, dejó una sensación de orfandad en la militancia peronista. No es para menos. De la Sota fue quien, en 1998, le abrió las puertas del poder al justicialismo cordobés. Fundó Unión por Córdoba, una coalición encabezada por el PJ pero integrada además por una larga lista de partidos, con la cual el peronismo llegará el año que viene a los 20 años de ejercicio de gobierno en forma ininterrumpida. Y después buscó proyectar Córdoba a nivel nacional con sus precandidaturas presidenciales, basándose en el modelo de gestión que desarrolló en la provincia mediterránea. Entre otras cosas propuso llevar al plano nacional el Programa Primer Paso, que tiene como objetivo darles una salida laboral a los jóvenes que están desempleados. “Parece mentira que José ya no esté junto a nosotros”, reflexionaba nostálgico un dirigente justicialista a quien le había llegado por WhatsApp el flyer con la invitación para la misa que se realizará en su memoria hoy, a las 20, en la iglesia San Pantaleón. En rigor de verdad, en la presente jornada va a haber unas ochenta celebraciones litúrgicas para recordar la figura del caudillo peronista. En Córdoba, por ejemplo, la misa será en la iglesia Santo Domingo. Pero también habrá homenajes en Villa María y Alta Gracia, entre otras ciudades de la geografía cordobesa. Reducción se anticipó y lo evocó ayer en el Santuario que tantas veces visitara el exmandatario en ocasión de la festividad del Cristo de la Buena Muerte.

Sus contemporáneos destacan la vocación política de De la Sota y la perseverencia para el logro de sus objetivos. El “Gallego”, como le decían sus íntimos, perdió muchas elecciones durante la era del radical Eduardo César Angeloz. Pero un día ganó y comenzó el ciclo delasotista en la provincia. Con la promesa de rebajar un 30 por ciento los impuestos, De la Sota venció a Ramón Bautista Mestre y les puso fin a los gobiernos radicales en Córdoba. Apenas asumió declaró a Río Cuarto capital alterna de la provincia. De la Sota fue también el impulsor de la renovación peronista a nivel nacional y no sólo fue mandatario provincial sino también diputado, senador y embajador en Brasil. Solamente le faltó ser presidente, cargo para el cual se estaba preparando otra vez para darle a la Argentina -decía- las herramientas de un despegue definitivo en tiempos de crisis. Quería ser un “presidente de transición”. De la Sota también se reinventaba a sí mismo para estar en el candelero político. En ese sentido, puso un negocio de venta de ropa masculina y estaba por empezar un programa de TV. Pero el fin último siempre era la política.

Ya sin su socio político, con quien compartió triunfos electorales y muchos años de gobierno, a Juan Schiaretti le toca ahora la enorme responsabilidad de conducir los destinos del PJ. El gobernador sintió el impacto de la muerte de De la Sota, pero inmediatamente se reunió con los dirigentes de su partido para garantizar la unidad. Su último gesto fue incorporar a la mesa chica a Natalia de la Sota, la hija del fallecido exmandatario. El peronismo está hoy tras el legado de De la Sota que, para la militancia, consiste en retener la Provincia en el 2019. Y Schiaretti es la carta fuerte.