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Río Cuarto: de Villa a Capital Alterna

Por Marcelo Irastorza

Con cuatro ranchos y un convento y bajo el manto protector de la Inmaculada Concepción, nació hace 232 años la ciudad de Río Cuarto. La por entonces Villa de la Concepción fue fundada el 11 de noviembre de 1786 por el marqués Rafael de Sobremonte, quien comandaba la Córdoba del Tucumán, en pleno Virreinato del Río de la Plata, y con el tiempo se convirtió en uno de los tantos fortines que se levantaron en la línea de frontera, en medio de la lucha con los indios ranqueles. En la época prehispánica, el territorio fue ocupado por los comechingones. De ahí el nombre de Chocancharava con el que se ha bautizado ahora al río Cuarto. Pasaron los años y a la ciudad se la empezó a conocer coloquialmente como “El Imperio del Sur” por su bonanza económica y su carácter rebelde frente al poder provincial. Esa caracterización hizo que en un par de ocasiones se impulsara cruzadas independentistas del poder de turno con la idea de formar una provincia aparte. Río Cuarto creció con el aporte migratorio de italianos y españoles y hoy es un enclave comercial y de servicios por excelencia cuya pujanza tiene como base la actividad agrícolo-ganadera. Además constituye un paso clave en la llamada ruta del Mercosur que une Brasil con Chile, tiene una capacidad hotelera singular y representa un centro de referencia ineludible para la educación universitaria de la mano de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Por su población y la importancia que tiene en sí misma, Río Cuarto es la segunda ciudad de la provincia, después de Córdoba capital. Sin embargo, históricamente no siempre estuvo en la consideración de los gobiernos cordobeses. Hasta que llegó la campaña de 1998 y el “Imperio” cobró protagonismo propio en el marco de la puja electoral, en tiempos en los que se decía que “la Córdoba de Eduardo Angeloz terminaba en Río Tercero”. Fue cuando José Manuel de la Sota prometió convertir a Río Cuarto en capital alterna de la provincia. Para contrarrestar dicho efecto, Ramón Mestre decidió llevar en su fórmula gubernamental a Miguel Abella, el político riocuartense de mayor popularidad en la ciudad. Aquella pulseada la ganó De la Sota, quien cumplió con la promesa electoral: todos los meses empezó a venir el gobierno provincial con todo su gabinete. Con el correr de los años, la política descentralizadora se completó con la inauguración del Centro Cívico, por parte de Juan Schiaretti, y con el plan de descentralización administrativa. En paralelo, también se amagó con traer acá la Legislatura Unicameral. Pero dicho proyecto no prosperó y quedó archivado en las oficinas de Córdoba capital. 

Pero, pese a su empuje, Río Cuarto quedó relegada en los últimos años en comparación con ciudades tales como Villa María y San Francisco. Por ejemplo, Eduardo Accastello “dio vuelta” a Villa María y la posicionó dentro del territorio provincial, merced a los fondos recibidos en la era kirchnerista. En toda su historia, Río Cuarto fue una ciudad líder en varios frentes. Desde Abella hasta Juan Manuel Llamosas, cada intendente intentó, con su impronta personal, mantener ese mandato histórico de potenciar ese lugar de privilegio en la provincia. Por ello, el desafío central que tiene hoy la ciudad es recuperar ese sitial de referencia que siempre tuvo en el sur cordobés. A 35 años del regreso de la democracia, es una deuda pendiente de todas las fuerzas vivas riocuartenses. No es tarde. Por el contrario, aún se está a tiempo.