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Los biocombustibles recuperan precio y eso provocaría otra suba en las naftas

Podrían ajustar el valor en los surtidores por el incremento en los renovables, que pasaron de $ 47,8 por litro para el etanol, a $ 48,7. El alza es menor al 2% sobre un componente que representa el 12% de un litro de combustible.

El sendero de precios trazado por la Secretaría de Energía para los biocombustibles cumplió ayer una nueva etapa con un incremento del 1,88% para el etanol a base de maíz que tiene a Córdoba como protagonista central ya que sus tres grandes plantas lideran el mercado del alcohol a base del cereal. Con esa suba, el litro que las petroleras les pagan a las etanoleras pasó de $ 47,8 a $ 48,7.

Pero como ocurrió en los últimos ajustes de los combustibles renovables, el alza podría terminar impactando en los surtidores porque las petroleras descargan esas subas en el precio final que paga el consumidor. Es parte de los argumentos que expusieron para aplicar los 13 incrementos realizados a partir de agosto, cuando a semanas de la primavera se descongelaron los surtidores. Se sumaron también el traslado de la carga impositiva (Impuesto sobre los Combustibles Líquidos), la recuperación de rentabilidad y más recientemente el aumento del crudo Brent, que después de caer a mínimos históricos durante la pandemia, rebotó y superó los 60 dólares por barril.

Sin embargo, la incidencia de la suba para la estructura de costos de las petroleras sería mínimo, según destacan desde el sector de los biocombustibles. “Es menos del 2% sobre un componente que representa el 12% de un litro de nafta”, indicaron.

Lo cierto es que después de transitar el año pasado con un precio congelado hasta octubre, los biocombustibles lograron que la Secretaría de Energía defina un sendero de precios hasta mayo que comenzó en enero. Comenzó un descongelamiento que permitió poner en marcha a un sector que se fue paralizando a lo largo de 2020. Las plantas de biodiesel apenas estuvieron en marcha 100 de los 365 días. En el caso del etanol el movimiento fue algo mayor.

Así, la situación acorraló al sector que insistió con dos ejes centrales durante todo el año pasado: recomposición de precios y tratamiento de una nueva ley de biocombustibles porque la que se dictó originalmente en 2006 vence en mayo. Curiosamente, el mismo mes en que termina el sendero de precios fijado por Energía.

Este segundo punto es hoy la preocupación central de las empresas que producen etanol a partir de maíz o caña de azúcar y biodiesel de soja. A dos meses de que caduque la normativa que le da marco a la actividad, no saben cómo continuará el mercado hacia adelante. No tienen un horizonte, pese a que hay inversiones millonarias en dólares montadas en el interior del país, especialmente en Córdoba, San Luis, Santa Fe, Tucumán, Salta y Jujuy.

Ayer, desde esas provincias esperaban que hubiera alguna señal durante la Asamblea Legislativa que encabezó el presidente Alberto Fernández, pero finalmente eso no llegó. Sí destacaron el anuncio de la Ley de Agroindustria que se viene trabajando con el Consejo Agroindustrial Argentino, del que forman parte las entidades del campo y la Cámara de Etanol de Maíz. Pero eso no es específico de esta problemática, sino un proyecto que apunta a exportar más con valor agregado.

Los biocombustibles esperan a esta altura no una nueva ley como pretendían el año pasado, sino al menos una prórroga de la actual, tal como lo aprobó el Senado por unanimidad en octubre. Sin embargo, ese trámite quedó paralizado en Diputados, pese a las promesas del titular de esa cámara, Sergio Massa. El legislador de Tigre había anunciado que en la última sesión de 2020 se iba a incluir la extensión de la ley, pero después propuso que sea en las extraordinarias. Ninguna de las dos cosas ocurrió.

Por eso, ahora que lograron recuperar precios, las empresas de biocombustibles insisten con el problema de fondo. La preocupación, que excede a la industria y se instaló con fuerza en los gobiernos provinciales, se funda en que, sin ley, no habrá obligación de las petroleras de adquirir el alcohol y eso podría hacer desaparecer el mercado de los combustibles renovables. Con ello estarían en peligro 54 empresas y centenares de empleos.