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Nuestra casa, en etapas

Un matrimonio de arquitectos cuenta la experiencia de pensar el proyecto de su propia vivienda financiada a través de un crédito hipotecario y diseñada bajo un proceso de expansión futura.

Con el relanzamiento de Procrear, se reavivó el sueño de muchas familias que anhelan contar con su casa propia. Esa propuesta se suma a las diferentes alternativas crediticias que ofrecen las entidades bancarias para quienes no disponen de ingresos que les permitan autofinanciar la construcción de su hogar.

Asimismo, las propuestas más accesibles reúnen una serie de condicionantes en cuanto a un máximo de metros cuadrados a construir que va en sintonía con el tope del préstamo a otorgar. Por ello es necesario planificar una optimización de esos recursos crediticios y plantear un proyecto que prevé una expansión armónica a futuro puede dar respuestas al objetivo de poder alcanzar, en etapas, “la casa soñada”.

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Rocío Alliney y Federico Barbaresi conforman un matrimonio de arquitectos que se aventuraron en el desafío de proyectar su propia vivienda en etapas para echar raíces allí junto con su pequeña hija. Con un puñado de ahorros y con el envión inicial recibido a partir de un crédito Procrear, se lanzaron a la experiencia de aprovechar cada recurso y estrategias de diseño en pos de lograr su gran objetivo: el hogar familiar.

“Siempre recomendamos pensar un proyecto que pueda ‘crecer’, aumentar su superficie en un futuro, cercano o lejano, dependiendo de las posibilidades de cada uno. Esta es lógicamente una manera muy típica de construir: primero una unidad básica y luego, a medida que se puede, se agregan metros, tratando de lograr mayor comodidad en la vivienda”, señala Alliney, ante la consulta de Puntal ADC.

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Y agrega: “Nosotros hacemos mucho hincapié en pensar cada fase ‘en etapas’, que vayan quedando bien terminadas y que siempre contemplen esa imagen final, mayor. Esa opción ‘de máxima’, que sea un crecimiento pensado desde el principio. Entonces, pensar en la posibilidad de una casa que mute, que sea flexible, que se adapte a una vida más mínima o integrada y luego, con más o menos acciones, se pueda convertir en una opción mucho más cómoda, con sectores más claros y definidos, probablemente acompañando el crecimiento de la familia”.

-¿Se puede pensar una casa “en etapas”?

-Toda arquitectura puede pensarse en etapas. Son pasos que se van concretando en diferente tiempo y en nuestra realidad económica se vuelve casi fundamental para la mayoría de las familias. Lo importante es siempre contemplar ese futuro que haría más viable o llevadero la posibilidad de una “casa soñada”, sin tener que poner límites a los requisitos o necesidades, sino entender que se irán agregando de una manera planificada y armónica, contemplando el conjunto o esa totalidad final desde el inicio.

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-¿Cómo puede aprovecharse al máximo un crédito hipotecario?

-Si se construye con créditos, nos encontramos en esa situación ambigua: es una oportunidad que se debe aprovechar, pero seguramente es limitada en cuanto a las posibilidades. Entonces, contratar a un profesional que pueda interpretar las necesidades y anhelos de las personas, parejas o familias y proyectarlas en el tiempo ayuda mucho al bolsillo y también calma ansiedades. La clave siempre está en el proyecto, madurarlo y darle el tiempo merecido para que se adapte al máximo a las posibilidades económicas del momento y también con proyección de futuro.

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Para los responsables del estudio “Abre – Arquitectura y Diseño”, otra cuestión importante es sacarle el máximo aprovechamiento posible a ese dinero inicial, buscar qué material del mercado puede ser el más económico, cómo usarlo, de qué manera combinar con otros materiales para lograr buenas resoluciones técnicas (estructurales, térmicas, entre otras) y, a su vez, que cumpla funciones estéticas y “encaje” con nuestras posibilidades económicas. “No parece fácil, pero es posible”, admiten.

-¿Cómo fue su experiencia personal?

-Nosotros construimos nuestra vivienda propia con este concepto. Es una “casa galpón” realizada con crédito hipotecario y también algo de ahorro. Más allá de la estética y del sistema constructivo empleado, se decidió construir “la cáscara” de una casa de dos niveles, pero en una primera etapa sólo habitar la planta baja, dejando para el futuro la ubicación de una escalera y un entrepiso (que será construido de estructura metálica para evitar sumar peso a los elementos estructurales y mayor versatilidad para su ensamblaje). Esto nos permitirá un crecimiento de 80 metros cuadrados iniciales -que es lo que admitía el banco- a 153 metros cuadrados finales y al ritmo que se pueda. En planta baja inicialmente tenemos cocina, baño, comedor, estar y dos habitaciones. Esta sectorización fue materializada con muebles. Sí, no hay paredes. Son muebles a medida pero muy económicos que nosotros mismos diseñamos y construimos, cumplen función de guardado (placares y biblioteca, sector de TV y guardado de juguetes). Esto en el futuro nos permitirá desarmarlos rápidamente y sin haber afectado los pisos. Cuando se construya la planta alta, se sumarían 3 habitaciones y un baño, mientras que la planta baja se transformaría en un espacio integrado mucho más amplio conformado por un estar y comedor mucho más cómodo y sector de escritorio; esto, en el lugar que hoy ocupan los dos dormitorios. El núcleo duro (cocina y baño) es el único que quedaría siempre igual, sin modificaciones.

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Una moderna “casa galpón”

La casa de los arquitectos se materializó a partir de un sistema de construcción mixto: tradicional y metálico.

La casa tiene muros de ladrillo común, de un horno instalado en barrio Las Quintas, que se combina con una estructura metálica (de ese modo se evitaron columnas y vigas de mayor cuerpo y aportó una imagen más estilizada). El techo es inclinado a un agua, de estructura metálica con chapa sinusoidal que “baja y envuelve” los muros de planta alta. “Esto nos permitió darles mayor aislación térmica a los muros, que fueron construidos con menor espesor que los de planta baja; éstos, en cambio, quedaron vistos, luciendo su rusticidad”, comentan los arquitectos.

“Nuestra casa, por las condicionantes económicas, debía ser compacta y concentrar núcleos húmedos (cocina y baños). Así fue naciendo esta idea de ‘caja’ adaptable, flexible. Desde el inicio es cáscara completa, en su interior guarda lo necesario: el espacio, que luego se llenará o se completará, en la medida de lo posible”. “Nuestra casa, por las condicionantes económicas, debía ser compacta y concentrar núcleos húmedos (cocina y baños). Así fue naciendo esta idea de ‘caja’ adaptable, flexible. Desde el inicio es cáscara completa, en su interior guarda lo necesario: el espacio, que luego se llenará o se completará, en la medida de lo posible”.

Y agregan: “Esta combinación de materiales rústicos con otros, más industrializados, nos gustó mucho como concepto. Es una obra con estética industrial, pero la adoptamos porque desde la inversión nos servía de ese modo y además son materiales que no necesitan mantenimiento y que consideramos que ‘la vejez les queda bien’, entonces todo fue convergiendo y tomando mayor forma o definición y las ideas fueron ‘cerrando’”.

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Los perfiles metálicos cumplen su función estructural, de vigas o columnas, pero en el diseño son también líneas, se expresan como tal, arman tramas, tienen también una función estética, una construcción de la imagen.

El contexto era muy importante a la hora del diseño. El lote se encuentra en una zona arbolada y el proyecto quiso apropiarse de esas vistas y de la luz natural. Hay ventanas verticales, siguiendo las proporciones de los cedros; hay “rajas” horizontales, permitiendo ver desde cualquier ángulo el verde que rodea la casa.

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Los arquitectos Federico Barbaresi y Rocío Alliney.

Los arquitectos Federico Barbaresi y Rocío Alliney.

“Hay grandes paños vidriados que abren al patio. El protagonista mayor se encuentra en este sector del patio, es un cedro deodara azul de más de 40 años. Nos propusimos hacerlo visible desde adentro, que el protagonismo que tiene en el exterior también lo tenga en el interior. El verde y la gran cantidad de aves tienen mucho protagonismo y se logra un gran disfrute. El día soleado es realmente iluminado y las noches despejadas, muy estrelladas”, finalizan.

Por Javier Borghi
jborghi@puntal,com.ar