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"El fútbol me permitió hacer lo que amaba, defender los colores de Roncedo"

Guillermo Etcheverry, el Turista, un gran y jugador y tremendo goleador del Albiceleste de Alcira Gigena, contó lo que significó el fútbol para él

“Lo que me dejó el fútbol es haber conocido muy buena gente y darme el lujo de hacer lo que realmente amaba, defender los col-res del Club Lautaro Roncedo”. Guillermo Etcheverry explicó con esa frase lo que significó para él su época de jugador.

Etcheverry, el Turista para el ambiente futbolero de la década del 80 y gran parte de la del 90, fue un gran delantero y tremendo goleador el Albiceleste de Alcira Gigena.

Una vez que decidió dejar la actividad no tuvo más nada que ver con el fútbol. “No tengo ninguna relación con el fútbol desde que dejé, y a la cancha voy muy poco. El fútbol ha cambiado mucho no es lo mismo que antes. Me parece por lo poco que veo falta más compromiso por la camiseta que re-presentan”, resaltó.

Sobre su vida expresó que “desde hace 31 años que estoy trabajando en un establecimiento educativo secundario, el I.P.E.A. 226 Agrotécnica de Alcira Gigena, como personal del albergue donde habitan cada semana los alumnos de dicha institución”.

Sus inicios

“Empecé a los 12 años que era cuando te fichaban y empezabas a jugar directamente en cancha grande. Veníamos del potrero del barrio que hoy no existe. Ahora desde muy chicos los hacen participar en los clubes y poniéndoles mucha presión cuando juegan y eso es malo para el fútbol”, contó el exgoleador.

El debut en primera llegó de la mano de Alberto San Miguel (el desaparecido promotor y manager ar que por entonces era director técnico. “Mi primer partido en primera fue después que Roncedo ascendiera primera división en 1978 creo que fue 79-80 en Berrotarán frente a Talleres con la dirección técnica de Alberto San Miguel”.

“Roncedo fue lo mejor que pasé en mi carrera deportiva porque fue el que me dio la posibilidad de hacer lo que realmente me gustaba”, explicó.

Roncedo tiene siete títulos (seis en primera A y un Interligas) y en seis fue partícipe.

Al momento de elegir no se quedó con un equipo en particular. “Fui integrante de un gran equipo, y aún mejores grupos humanos. Era, excelente como el del 93/94 y también del equipo que salió campeón en el año 1988 por primera vez en la A”.

“Eso fue muy satisfactorio para mí, feliz por haber si parte de esos logros”, afirmó.

A la hora de destacar un partido se quedó con la segunda final del Interligas del 93.

“Hay varios partidos importantes, pero un de los especiales fue cuando ganamos el Interligas. Esa noche ganamos 2 a 1 e hice los 2 goles”, recordó.

Convirtió muchos y lindos goles pero no se queda con ninguno en especial. “Hice muchos. De todo tipo. De chilena, olímpicos, de tiro libre, patear al arco era mi mayor obsesión”.

“Todos los rivales siempre fueron difíciles. En esa época había muy buenos equipos y jugadores de alto nivel. Realmente se jugaba con el corazón y amor a la camiseta. Partidos duros, muchos roces, pero nadie se quejaba a levantarse y seguir así funcionaba”, explicó sobre los adversarios.

Tampoco eligió a un compañero por sobre los demás. “Todos eran buenos tanto en ataque, como en defensa y medio. En todos los años que juegué siempre tuve bue-nos compañeros por cuando tenés buen grupo humano todo funciona bien”.

“Del fútbol local no puedo opinar mucho porque no voy mucho a la cancha. No creo que haya un jugador con mis características. Jugué en todos los puestos del ata-que y en el medio y siempre me gustó patear al arco desde cual-quier posición y hoy no lo veo”, comentó.

También dijo que “nunca tuve una oportunidad concreta para ir a probarme a ningún lado. El fut-bol para mí empezó a ser real-mente lo que es, un juego”.

“Cuando tenía unos 20 años fui a trabajar Buenos Aires en el Congreso de la Nación. Me venía los viernes a la noche llegaba el sábado tipo 6.30. Jugaba el domingo a la noche volvía a Buenos Aires, llegaba y tenía que ir directamente a trabajar mirá si me gustaba jugar, por el choripán y la coca, por supuesto me pagaban el pasaje”.

Cuando se le consultó sobre si le gustaba entrenar afirmó: “Si no entrenabas no jugabas por supuesto que no era muy devoto. Me costaba arrancar después de trabajar ir a entrenar ya ahí no había drama. Había gente que decía el Turista no entrena, es fácil hablar. Pero si supieran lo que era entrenar en pleno invierno hasta las 23”.

“Si me cuidaba no rendía”

La historia dice que al Turista le gustaba mucho salir, sin importar si al otro día había partido. Lo reconoce y afirma que cada vez que se cuidaba no rendía.

“Si me acostaba temprano me levantaba más cansado. Las veces que me cuidaba, al otro día no ju-gaba bien, era un desastre. El cuerpo estaba acostumbrado a salir”, contó en forma risueña.

“Salía viernes y sábado. Me que-daba en el boliche hasta que cerraba y me iba a casa a descansar plácidamente. Muchas veces me iban a buscar cuando viajamos, de local no había problemas. La mayoría de las veces salíamos con Sergio Roccia, vecino, amigo y compañero de fútbol. Llegábamos al club y nos miraban muy bien a los ojos para saber si habíamos descansado bien o si estábamos sin dormir y se escuchaban los murmullos, pero que quede claro que no éramos los únicos”.

Cuándo se le pidió alguna anécdota expresó: “ Hay muchas, pero te cuento una. Un sábado salimoscon Roccia. Al otro día jugamos con Toro en Moldes. Nos acosta-mos tipo 6.30 y había que estar a las 11.30 en el club. Roccia llegó a subir al colectivo. El Turista se quedó dormido. Conseguí que al-guien me llevara y cuando llegué a la cancha estaban todos cambia-dos. Simplemente me dejaron afuera. Roccia no solamente jugó, sino que hizo dos goles. Son cosas que pasan”.

José Luis Debernardi. Redacción Puntal