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Después de 30 años, Antonio, el canillita de General Cabrera, dejó de repartir el diario

El martes, Interdonato recorrió por última vez los 60 kilómetros para llegar con Puntal a cada hogar. Por pedido de sus hijos, pone fin a esta etapa que transitó junto a su mujer, Lucía. Se despidió agradeciendo a todos sus clientes

Una familia dedicada a repartir periódicos desde hace 30 años cierra un ciclo y se reinventa a través de la nueva generación para seguir progresando.

Así, el pasado martes fue para Antonio Interdonato el último día de recorrer las calles de General Cabrera para repartir los diarios en la ciudad. La agencia de revistas familiar se reconvertirá y se dedicará a la venta de artículos de informática.

Después de hacer 60 kilómetros por día en su cuatriciclo para realizar el reparto de todos los diarios que llegan a General Cabrera, y especialmente Puntal, Antonio Interdonato pasa "a tareas pasivas". Es por indicación médica y familiar.

Sus dos hijos les pidieron a sus padres, tanto a su mamá, Lucía Videla, y su papá, Antonio Interdonato, que disminuyeran su esfuerzo para vivir más tranquilos y sin la obligación de levantarse en la madrugada, para recibir el diario y las revistas.

"Todo llega, se cierra el ciclo. Vamos a estar un mes más para poner al tanto gente nueva. A partir de enero seré un jubilado más”, comenta Antonio.

“Son 30 años en este rubro, y la agencia que compramos de Don Medina, ya tenía 65 años. El negocio, en total tiene 95 años", explicó el repartidor de 70 años.

“Aunque parezca mentira, hago 60 kilómetros todos los días con el cuatri -como un viaje a Río Cuarto-. Los hacía en moto, primero.”

Asume que fueron años de trabajo duro y sacrificio haciendo frente a temperaturas bajo cero, lluvias torrenciales, para llegar a cada hogar con el diario. “Lo más duro es el frío, de regreso a casa llegás helado”, subrayó.

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Lucía y Antonio agradecieron el apoyo de los vecinos durante estas 3 décadas.

Lucía y Antonio agradecieron el apoyo de los vecinos durante estas 3 décadas.

"De los clientes míos, tengo que decir que son extraordinarios, muy buenos, me saco el sombrero", destacó Antonio.

La responsabilidad de seguir la agencia de diario y revistas, ubicada en calle 9 de julio al 600, recaerá en uno de sus hijos, quien le sumará venta de artículos de informática y telefonía celular.

Lucía, la esposa de Antonio, siempre acompañando.

Una rutina de 3 décadas

“La rutina era así: yo me levantaba a las 4.30 para recibir los diarios. Se los dejaba listos arriba de la mesa. Lucía se levantaba a las 5, armaba los diarios y yo dormía media horita más y salía a repartirlos. Contra todo, frío, viento, y todos los obstáculos que se presentaban. Treinta años de la misma manera", recordó Antonio.

Escuchando el relato de su marido y siempre trabajando a la par, su esposa Lucía, ante la pregunta si seguirá madrugando, sostuvo: “Y sí, porque uno tiene un reloj biológico y se despierta solo. Pero habrá que tratar de dormir un poco más. Son pocas horas las que estábamos durmiendo”.

“Por esta razón nuestros hijos nos retaron y nos aconsejaron este cambio”, agregó Antonio.

"Yo voy a cumplir 70 años y estoy en tres cilindros por algún problema de salud", agregó.

Lucía reitera el agradecimiento a sus clientes y rememora que cuando sus hijos comenzaron a repartir diarios, había clientes que los esperaban con una taza de algo caliente. “Nos dieron mucho amor, mucho respeto, mucha tolerancia, y eso no tiene precio”.

Por su parte, Antonio mencionó: “Yo recuerdo una anécdota. Roberto Grosso y la escribana Recalde estaban en una reunión. Y veían que algunos comentaban que los chicos eran chicos para salir a repartir el diario. Cómo hace laburar esos chicos Interdonato!´’ decían algunos, y ellos dijeron, no, al contrario, hay que tener muchos chicos como los de Interdonato, que aprendan a trabajar desde niños. Ellos son jóvenes y grandes empresarios. Ellos se valen por sí mismos y esa manera de querer trabajar les ha favorecido. Cada uno tiene un negocio y se han sabido defender en la vida".

Y aclaran que nunca obligaron a sus hijos a trabajar, pero ellos querían ser parte de la tarea.