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Por las explosiones, una multitud indignada se movilizó en Beirut contra los políticos del Líbano

Hartos de la clase dirigente, los manifestantes marcharon al grito de "revolución". Macron visitó la capital y señaló la necesidad de reformas

Una multitud enardecida ventiló ayer en Beirut su indignación contra los políticos del Líbano, acusándolos por la calamitosa explosión que devastó parte de la ciudad y arremolinándose al grito de "revolución" en torno del visitante presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien dijo que si el Gobierno no hace reformas, el país "se seguirá hundiendo".

La cifra de víctimas por el estallido de hace dos días, al parecer causado por un incendio accidental que alcanzó un depósito con 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de la capital, subió al menos a 157 fallecidos y más de 5.000 heridos, informaron autoridades, que esperaban más muertos a medida que avancen las tareas de rescate bajo los escombros.

El gobierno del primer ministro Hassan Diab, en tanto, dio ayer cuatro días a la comisión que investiga la detonación para determinar responsabilidades, dijo el canciller libanés, Charbel Wehbe, en declaraciones a la emisora Radio France.

Horas después, el comisionado estatal ante el tribunal militar de Líbano, Fadi Akiki, informó que 16 personas fueron detenidas en el marco de las investigaciones y, sin dar sus nombres ni ningún detalle, agregó: "Las pesquisas continúan para incluir a todos los sospechosos".

Para muchos libaneses, el estallido fue la gota que rebalsó el vaso tras años de corrupción y desmanejo por parte del grupo relativamente restringido de líderes que han determinado la mayor parte de la política nacional desde hace décadas, en un país parlamentario donde los cargos más altos están reservados a representantes de comunidades religiosas.

Además de coincidir con la mayor crisis económica del país en décadas, la explosión amenaza con agravar el brote nacional de coronavirus, ya que miles de personas tuvieron que ser internadas y cientos de miles más tuvieron que irse a las casas de parientes o amigos porque las suyas quedaron destruidas, lo que multiplica el riesgo de exposición al nuevo virus.

Antes de la pandemia, millones de personas protestaron en las calles durante meses contra toda la dirigencia política por la economía.

Macron llegó ayer al país en medio de extendidas promesas de ayuda internacional.

Decenas de países han anunciado o concretado el envío de aviones o barcos con equipos e insumos médicos, y Jordania dijo ayer que en las próximas 24 horas construirá un hospital de campaña en Beirut con 160 médicos, decenas de camas y dos quirófanos.

Macron, quien vio la devastación del puerto, dijo que la visita era "una oportunidad para tener un diálogo franco y desafiante con las autoridades políticas y las instituciones" del país árabe, un exprotectorado de Francia.

El mandatario europeo dijo que su país trabajará para coordinar la llegada de ayuda, pero advirtió que "si no se hacen reformas, el Líbano se seguirá hundiendo".

Más tarde, al visitar uno de los barrios más afectados, una multitud se congregó en torno del mandatario y expresó su ira contra todos los partidos políticos del Líbano, incluyendo el grupo islamista Hezbollah, cantando "revolución" y "el pueblo quiere derribar el régimen", eslóganes de las protestas del año pasado.

Macron, que estrechó la mano a algunos de ellos, les respondió que hablaría con los gobernantes.

El Presidente agregó que no estaba en el Líbano para respaldar al "régimen" y prometió que la ayuda de Francia no caerá "en las manos de la corrupción".

Luego de reunirse con su par Michel Aoun y el primer ministro Hassan Diab, el mandatario francés dijo a periodistas que existen "fuertes responsabilidades políticas" que explican la crisis política, moral, económica y financiera del país, al tiempo que pidió una investigación independiente y transparente "que se les debe a las víctimas y sus familias".