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Productores del sur se reunieron en un campo de Villa Valeria por un proyecto agroecológico

La propuesta involucra a establecimientos de Córdoba en su mayoría pero también de San Luis. Pretenden instaurar un sistema que conserve los ambientes naturales

Se desarrolló la primera reunión presencial del grupo que se gestó a principios de marzo de este año, integrado por productores mayormente del sur de Córdoba pero también de San Luis, que avanzan hacia un sistema agroecológico buscando producir pero conservando los ambientes naturales.

“El Azul”, perteneciente a Virginia Otero, es un establecimiento rural que se ubica al noroeste de Villa Valeria, ya en territorio de la provincia de San Luis y lindante al Corredor del Caldén en Córdoba. El predio tiene 1.300 hectáreas, de las cuales alrededor de mil están comprendidas por monte nativo y médanos. Estos últimos, generados por un proceso de erosión de suelo a causa de desmontes que datan de principios de siglo pasado.

Una reserva de Caldenes, pastos naturales que comienzan a florecer, dan cuenta de una rica biodiversidad que se conjuga positivamente con la producción. En ese territorio se concretó el pasado sábado la primera reunión presencial de unos 10 productores que integran este grupo coordinado por la ingeniera Luciana Sagripanti.

Por la mañana, el encuentro de estos productores con establecimientos en Ucacha, Villa Valeria, Río Cuarto, Las Acequias, Laboulaye y Washington comenzó con un recorrido a campo para observar los tres sistemas existentes dentro del mismo predio: el monte nativo, los médanos y la parte laborable con agricultura. Luego se llevó a cabo una charla para intercambiar opiniones.

Cabe agregar que dentro de este grupo participa la Universidad Nacional de Río Cuarto como productor con parcelas de cultivos de transición hacia la agroecología, así es que en este encuentro estuvo representación de la UNRC, Lucrecia Celli, coordinadora de la Comisión de Agroecología de la FAV.

En diálogo con Puntal, Sagripanti puntualizó: “‘El Encuentro’ -tal como se denomina el grupo- está conformado por productores que tienen la inquietud de hacer transición hacia la agroecología, o al menos de discutir el modelo productivo que están llevando adelante y ver cómo cambian algunas cosas en su campo y cuál y es el camino a seguir con sus producciones”. Agregó que “es una forma de construcción colectiva y lo que se logra es una situación de asesoramiento mutuo con opiniones abiertas, lo cual le da un enriquecimiento extraordinario, ya que es la visión sobre el campo, sobre la misma experiencia de los productores”.

Muchos soñamos tener en nuestros campos ambientes distintos con monte y árboles saludables. Muchos soñamos tener en nuestros campos ambientes distintos con monte y árboles saludables.

Lo cierto es que cada uno lleva un exiguo registro de los cambios en el uso del suelo que están experimentando y que luego traen a la mesa de encuentros para discutirlos.

La ingeniera habló de la necesidad en estos tiempos de construir un camino hacia la regeneración. “No es que estamos pensando en un escenario que es una vuelta atrás en la forma de trabajar, es algo distinto. Yo digo que hoy la mayoría de los planteos desde lo agroecológico tienen una pata muy fuerte desde lo ambiental. En sí la agroecología está fundada sobre bases en esto de ver al todo como un ecosistema y nosotros estamos dentro de eso. Acá nos encontramos con lo que muchos soñamos tener en nuestros campos: ambientes distintos con monte y árboles saludables que están en plano crecimiento; monte autóctono en plenitud con producción de semillas, lo cual tiene un valor desde lo cultural y desde lo productivo que es extraordinario y que le da una característica única”, subrayó.

Donde había caldenes ahora hay médanos

El predio rural donde fue la reunión es muy particular, ya que gran parte del mismo está compuesto por médanos que se formaron luego de un proceso de desmonte de bosque de Caldén en los años 20, donde se sembró alfalfa, luego vino un proceso de sequía y erosión que convirtió el suelo en un paisaje árido. El sitio habla a las claras de las consecuencias de la conversión de uso de suelos frágiles.

Por su parte, la productora Virginia Otero realizó un balance positivo del encuentro. “Estoy muy contenta con la convocatoria y rescato esto de reunirnos, compartir la experiencia de cada uno y abrir una mesa de debate, con posibilidades que a lo mejor no son tan convencionales. Me voy con un montón de cuestiones para pensar e implementar en el campo”, señaló.

“Soy arquitecta y en 2018 me vi con la sorpresa de que heredé esta porción de campo que tiene tres tipos de suelos bastante diferentes, un suelo laborable donde se hace agricultura y ganadería. Aparte de eso hay médanos que fueron parte de un proceso de desertificación de lo que antes era un caldenal. Cuando lo recibí fue en parte sentirme desde un lugar de responsabilidad y desde el desconocimiento empezar algo que vaya a favor del ambiente y no seguir desfavoreciendo al hábitat, a razón de esa incertidumbre conocí a Luciana”, precisó.

“No tenemos flores, no hay flores”

Tras recorrer gran parte del predio rural y charlar con los productores sobre los modos de producir con una mirada más profunda hacia la tierra, Sagripanti dice que “hay una visión de que cuidar el ambiente y producir son cosas antagónicas”. “Lo que vemos desde nuestra experiencia es que, cuando mejor están conservados los ambientes naturales con sus especies y su biodiversidad, el lugar está en una situación productiva de mejor contención, tiene mayor resiliencia ante eventos climáticos extremos. Todo lo que sucede o puede impactar está amortiguado y por ese monte que abriga”, subrayó.

La profesional y productora testificó que no hay que tener miedo a las flores y dejar de cortar procesos naturales. “Estoy preparando una charla sobre polinizadores y llegamos a la conclusión de que todos los campos que están dentro de la producción industrial convencional con usos de barbechos cortos de barbechos largos o de agroquímicos dentro de cultivos de cobertura vos lo transitás por hectáreas y no hay flores. No tenemos flores. Cuando uno habla desde la biodeversidad como pilar para la vida, tenemos que pensar no sólo que pueden existir distintas especies, sino que las tenemos que dejar existir en toda su expresión”, reflexionó.

La mayor parte de los productores que integran el grupo son mujeres, ellas han resuelto cambiar y pensar que serán procesos más largos los que deberán afrontar en un contexto complejo, pero con el norte puesto en las generaciones futuras. Así lo interpretó Virginia Otero.

“Encontrarse con gente que está en la misma, apoyarse, preguntar, acompañarse y entender que estas cuestiones que queremos para el hábitat y plantearse lo que queremos para nuestras familias, para nuestros hijos y el mundo”, señaló.

Ignacio Castro. Redacción Puntal