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Retenciones: las commodities como razón inflacionaria

El Gobierno parece decidido a tirarle la responsabilidad de la suba de precios al sector agropecuario por la escalada de los granos en el mundo. Sin embargo, los movimientos en las góndolas en el país se dieron también cuando la soja y el maíz estaban por el suelo

El año pasado, el Gobierno reivindicó en más de una oportunidad el resultado que logró en materia inflacionaria, al cerrar 2020 con poco más del 36% y lejos de lo que fue el último año de gestión de Mauricio Macri, que vio en su tramo final post Paso un fogonazo originado en la corrida contra el dólar y la fuerte devaluación. Los 12 meses acumularon 53,8% de inflación. En aquel momento se debatía si el dólar debía estar en $ 60 o no; hace un año y medio.

Pero ya en el último tramo de 2020, otra vez la inflación comenzó a ganar protagonismo. En octubre alcanzó un valor mensual de 3,8%, en noviembre fue del 3,2% y cerró diciembre en la cumbre del 4%. Esta semana el Indec dará a conocer los datos del primer mes de 2021. Pero claramente los precios se recalentaron y en particular los de alimentos.

Ya muchos especialistas advertían que iba a ser un escenario esperable a medida que la actividad económica fuera recuperando movimiento. No es que hay hoy un recalentamiento de sectores que estén al límite de la producción, con una aceleración en rojo, y con capacidad instalada al tope. Más bien lo contrario. Ahí no habría que buscar demasiado la raíz de lo que pasa en las góndolas. En otros momentos, en que la economía crecía al 8 o 10 por ciento anual, ese podía ser un problema si la inversión no iba acompañando la expansión del sistema productivo. La vieja máxima de oferta limitada y demanda en constante crecimiento. Hoy, con ingresos que perdieron 25% en pesos y 70% en dólares, más una desocupación en alza y 50% de pobreza, nada de eso es factible.

Quienes advertían que la inflación iba a entrar en etapa de crecimiento lo hacían señalando que los miles de millones de pesos emitidos durante la peor etapa de la pandemia para sostener la actividad económica lo máximo posible, iban a ser una dificultad en el mediano plazo cuando la economía intentara seguir por sí sola. El necesario anabólico aplicado especialmente entre abril y agosto iba a necesitar un plan de retirada.

En paralelo, a nivel internacional comenzó a darse, de la mano de la reactivación mundial, una escalada significativa en el precio de los commodities por un cúmulo de razones, entre las asoman la debilidad del dólar, las dudas productivas por razones climáticas -especialmente en Sudamérica- y la demanda china, que recuperó niveles prepandemia y no da señales de relajación.

Y ya sobre fines del año pasado, el Gobierno comenzó a vincular ambas realidades: la inflación local con lo que ocurría con las commodities en el mundo, y por ende en Argentina, uno de los grandes jugadores de ese mercado.

La buena noticia de la recuperación de los precios de lo que vende el país se fue transformando en una mala noticia. Y lo plasmó como punta de lanza la diputada Fernanda Vallejos, que otra vez anticipó una mirada más amplia de sectores del Gobierno. Dijo en aquella oportunidad que era una maldición que el país exportara lo que consume porque así se copian los precios internacionales en el mercado interno. La semana pasada reforzó esa idea la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca, que adelantó que podrían subir las retenciones para intentar desacoplar ambos mercados. Y finalmente Alberto Fernández ayer ratificó esto último y lanzó un ultimátum al precisar que hay dos salidas si no se logra un acuerdo antes: subir retenciones o poner cupos.

Lo cierto es que la Argentina no descubrió la inflación en los últimos cuatro meses, cuando las commodities emprendieron su ascenso mundial. Pero sí viene padeciendo la inflación desde hace más de una década -tres gobiernos distintos- a niveles muy elevados. No debería haber dudas de que la teoría oficial al menos es muy relativa. ¿Por qué subían los alimentos en Argentina cuando la soja costaba 300 dólares y el productor la cobraba a 200?

Las retenciones son un impuesto que permite un importante nivel de recaudación al Estado nacional. Pero en segundo lugar funciona justamente como mecanismo de desacople de precios. Los productores, de hecho, reciben 33% menos de lo que vale una tonelada de soja en el mundo porque ese porcentaje es el que le aplica el Estado como Derecho de Exportación. Pero en el último año se sumó otro mecanismo: el de la variedad de dólares. El comercio exterior se apoya en los valores oficiales del billete verde. Es decir que a quien exporta le pagan no sólo un 33% menos, sino que el cálculo se hace sobre el dólar oficial de 90 pesos.

Sumado a ese desacople evidente ya aplicado, hay otros motivos que podrían anticipar los efectos en las góndolas de incrementar las retenciones. ¿Cuánto representa la materia prima en el valor de los alimentos? Hay un estudio que Fada viene realizando desde hace unos años y que describe la forma en que se conforma el precio del pan, la carne o la leche. En su última entrega remarcó que en el caso de la leche, el 30% lo representa el tambo, el 39% la industria, el 18,6% el comercio y un 11,6% es carga impositiva. En el pan, el 12,3% es trigo, el 2,3% impuesto a ese cereal y el 85% entre molino y panadería. En los fideos, el trigo representa el 13,1% de valor. En la carne, el 29% representa la cría, el 22,5% el feedlot, el 14,3% la carnicería y un 29% es carga impositiva.

Tomando el trigo, si cambiara el nivel de retención actual del 12% al 15% tendría un impacto del 3% en el 13% que representa la materia prima en el precio final del paquete. Es decir que un paquete de $ 50 podría pasar a costar $ 48,05 si la diferencia no se pierde en la cadena. Por eso, como política inflacionaria no debería generar demasiadas expectativas y habría que lograr una respuesta algo más compleja para tratar de solucionar un problema endémico de la economía nacional. Lo que sí privaría otra alternativa es de encontrar responsabilidades fuera de quienes diseñan políticas económicas en el país, al tiempo que tampoco permitiría engrosar más las arcas del Central en los próximos meses aprovechando justamente el valor elevado de las commodities.