Río Cuarto |

Murió el riocuartense que estaba grave por ingerir un hongo venenoso

Iván Tarasconi, de 36 años, se encontraba internado en el Sanatorio Allende de Córdoba y perdió la vida en las últimas horas producto de la agresividad de la toxina ingerida.

Iván Tarasconi (36), el docente universitario e integrante del emprendimiento “Bien vegano” que se encontraba de vacaciones en Santa Rosa de Calamuchita y debió ser trasladado de urgencia al Sanatorio Allende en la capital cordobesa luego de consumir un hongo venenoso, dejó de existir en las últimas horas producto de la agresividad de la toxina ingerida.

En las últimas horas se hizo de público conocimiento, por medio de distintos posteos en redes sociales, que el joven se encontraba a la espera de un trasplante de hígado pero sobre el mediodía se confirmó la noticia de su fallecimiento. 

La especie se llama Amanita Phalloides y es conocida además como “el hongo de la muerte”.

Posee la característica de ser altamente tóxico ya que contiene amatoxinas, es decir, una toxina que evita que la sangre fluya adecuadamente por los tejidos. 

Características

Marcelo Arana es doctor en Biología, trabaja en el área de Botánica del departamento de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Río Cuarto y pertenece al Instituto de Ciencias de la Tierra, Biodiversidad y Ambiente (Icbia) que trabaja en conjunto con el Conicet y la UNRC, en lo que corresponde a biodiversidad del centro de Argentina.

El doctor explicó que la especie Amanita Phalloides es muy fácil de confundir con los hongos comestibles ya que “tiene un olor agradable, parecido a las rosas”, por lo que no da indicio de ser un espécimen venenoso. 

La especie no pertenece a la flora local, sino que es originaria de Europa y se introdujo en Argentina por el cultivo de robles y álamos cuando hubo una gran importación de esas especies al país en los años 80. 

“Es un hongo que crece en las raíces de los árboles, por lo general en pinos, robles y cedros”, expresó el doctor y explicó que tiene una tonalidad castaña, similar a los hongos comestibles que crecen en los pinos. 

El hongo contiene las toxinas amatoxina y phallotonixa, que son causantes de daños hepáticos que pueden ocasionar el síndrome faloidiano. La enfermedad comienza con dolores gastrointestinales, vómitos, taquicardia, y puede ocasionar la muerte.

El especialista comentó que no es necesaria la ingesta del hongo para que la toxina ingrese al cuerpo, “con sólo tocarlo o ponerlo en la misma cesta que otros hongos, les pasa la toxicidad”.

La toxina, una vez que hace contacto con el cuerpo, altera la síntesis de proteína celular. “Cuando ataca las células que generan la proteína, esas células dejan de funcionar y el primer órgano que atacan es el hígado”, manifestó el docente y aseguró que es complicado que el organismo se recupere una vez que fue afectado por alguna toxina, aunque depende de la cantidad, en este caso, de hongo que se haya consumido. 

Entre los síntomas se encuentran: dolor de vientre, vómito, convulsiones y fallas respiratorias. Arana explicó que los síntomas son difusos, por lo que puede confundirse con una gastroenteritis. “Es muy difícil diagnosticar. Los síntomas pueden aparecer después de seis horas de la ingesta, hasta 48 hs posteriores. El problema es que, si los síntomas aparecen después de las 48 horas, el organismo no se recupera de manera fácil”, aseveró. 

Cómo reconocerlo 

El hongo es un espécimen grande que puede medir entre 5 y 15 cm, y puede crecer tanto en solitario como en grupo. Posee el clásico sombrero, y su tonalidad puede variar de verde oliva a castaño o dorado. 

Dentro de las características de los hongos venenosos se encuentra un velo o anillo, que se forma en la base del sombrero, y unas laminillas, que se ubican en la parte posterior del sombrero. Las especies que son comestibles, en lugar de laminillas, poseen poros. 

Recomendaciones

El biólogo hizo hincapié en no recolectar hongos si no sabe la procedencia o de qué espécimen se trata, y ante la duda se debe consultar con especialistas. 

Para corroborar de qué hongo se trata, se debe agarrar un palo o algún elemento similar para poder girarlo y comprobar que no tenga laminillas, ni un velo en la base del sombrero, ya que son morfológicamente variables y de fácil confusión con hongos que pueden ser comestibles. 

TEMAS:
Comentá esta nota

Noticias Relacionadas

Comentá esta nota
Lo que se lee ahora