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"Cuando River era River"

Eduardo Giovanardi lleva sangre millonaria. Sus padres, Ludovico y Esther, fueron dirigentes del club y se transformó en un histórico jugador, que quedó marcado con su imagen adolescente dando la vuelta olímpica en 1973.

Su señora, Isabel, y sus hijos, Bernabé, Pablo y Leandro, componen su equipo favorito. Fanático de River Plate y de su familia sería la descripción más perfecta del estandarte del Millonario que finalizó su carrera en 1992 en el club.

“Felipe Gutiérrez se llamaba el club en el que jugué en el baby. No había una liga, sino equipos que participaban de torneos relámpago que se jugaban desde la mañana al anochecer los domingos. Me dirigía Chiche Echeverría, un gran tipo, y luego se acopló Aldo Marzolla”, recuerda.

Explica: “Luego jugué en Chacarita, que era un equipo que dirigía el padre de Guly Barengo. La cancha era la mitad de tierra y la mitad de mosaicos en El Algarrobo en Villa Nueva. También jugué en el patio del barrio Trinitarios y hasta tuve un paso fugaz por All Boys en el torneo de Canal 12”.

Destaca: “Las inferiores las hice en River Plate hasta llegar a debutar en la Primera en el año 1973. Fui campeón a los 15 años”.

Aclara: “Mi casa siempre fue River Plate, aunque me tocó vestir otras camisetas muy queridas, como las de la selección de la Liga Villamariense de Fútbol, la de Unión Central y la de Rivadavia”.

Detalla: “Hugo ‘Lechuzín’ Beltramino y Mario Requena me dirigieron en Rivadavia, donde jugué tres temporadas, pero en River Plate me di el gusto de realizar gran parte de mi carrera y de jugar 4 torneos superiores”.

Deja en claro: “En la cancha no quería perder nunca. Uno de mis mejores amigos es Barengo y un día lo colgué del alambrado jugando para Unión. Los hinchas de Rivadavia me odiaban, pero jugué 3 años en Cabral y hoy todavía voy a comer asados con ellos”.

Como DT dirigió a “9 de Julio de Pasco y, por supuesto, a River Plate”. “Empecé en el baby con Roque Sáenz Peña. Una de las grandes satisfacciones de mi vida futbolística fue ganar el torneo Nacional como ayudante de campo de Marcelo Alamo en Bariloche”, resalta.

Nació campeón

Giovanardi destaca sobre su debut y el título que obtuvo en 1973 con River Plate: “Mi debut se dio a los 14 años. El DT era Pirucho León y tenía un gran equipo”.

Remarca: “En esos años River Plate era River Plate. Venían jugadores de Córdoba al club. Me acuerdo que estaban en ese equipo campeón Carrario, Arzaúd, Benejam, que venían de Bell Ville; Pollo Núñez, que vino a terminar su carrera, Gigio Ramos y Hugo Fassi. Había jugadores experimentados, con una carrera reconocida. Salimos campeones en nuestra cancha y dimos la vuelta en El Pozo, que estaba colmado. Alem y Alumni nos pelearon el título”.

“En mi caso, asomaba después de jugar en inferiores como lateral izquierdo. Ya me quedé en Primera y me afirmé como central desde ese debut por casi 20 años hasta que colgué los botines y empecé a jugar en Afuco”, explicita.

Rememora: “En ese momento empezaban a jugar en inferiores pibes que serían mis grandes amigos y compañeros, como Daniel Bachanini, Guly Barengo, Taza Balario, Enano Alves, con quienes hicimos grandes torneos y hasta jugamos provinciales, pero nos faltó un título juntos”, dice.

“Bachanini logró en el 94 un título, que fue el último que ganó el club con Mario Requena”, especifica.

Indica: “Tuve un paso por Huracán y Juniors de Córdoba, pero no fiché. Domingo Boero, que era un DT amigo de Pirucho León, me llevó a la pensión, pero me volví a mi River Plate querido. Me sentí solo”.

Asegura: “Un par de anécdotas contra Alumni son muy recordadas. Ellos habían ganado el tricampeonato con Hernán Ríos, a finales de los 70, y dijeron que le pagarían un asado al equipo local que los venciera. Nos tocó ganarle 2-1 y cenamos juntos. Hacía más de 30 partidos que no perdían”.

Sonríe y señala: “Jugaban Montoya, Tatá Requena, Rapetti, Pelusa Machado y Molina. Le hice un gol de tiro libre y Víctor Bengoa hizo el segundo en la Plaza”.

Precisa: “En un Provincial enfrentamos a Sportivo Belgrano y Central de Río Segundo. Con Alumni fueron dos batallas en la Plaza. Me tocó marcar al uruguayo Da Silva y nos pegamos mucho sin pelota. Me escupió y lo echaron. El juez de línea nos decía: ‘Sigan’. A los pocos días nos cruzamos en la calle. Me dijo vamos a jugar fuerte, pero leal, como caballeros. Así fue. Nos abrazamos al terminar el partido”.