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Emotiva despedida de los restos del padre Jorge "Coqui" Vaudagna

En medio de muestras de profundo dolor, el cura párroco que murió en un intento de robo fue sepultado en Sampacho, tras ser velado en Mackenna, la localidad en la que estaba desde hace 12 años. Destacaron su labor

Los restos del padre Jorge Vaudagna, asesinado en la noche del martes en Vicuña Mackenna, recibieron ayer cristiana sepultura en el cementerio de Sampacho, población de la que era nativo.

A las 16.05 arribó el cortejo proveniente de Vicuña Mackenna, de donde Vaudagna era cura párroco.

Una importante cantidad de personas fue al cementerio a despedir los restos del clérigo en medio de muestras de dolor.

Familiares y amigos dieron el último adiós, al igual que varios sacerdotes que siguieron paso a paso los pormenores de las ceremonias exequiales el miércoles y ayer en Sampacho y Mackenna, respectivamente.

Fueron los presbíteros Miguel Ángel Gregorat (parroquia Sagrados Corazones de Río Cuarto) y Germán Treuz (parroquia San José de Alcira Gigena), al igual que el padre Osvaldo Leone, párroco de la iglesia de Sampacho, quienes efectuaron los pasos que la liturgia ordena por el responso realizado en la capilla del cementerio de Sampacho.

Fueron los últimos tramos de las exequias de Coqui Vaudagna, tal como se lo conocía al cura fallecido.

También se observó la presencia de los sacerdotes Hugo Sánchez (parroquia de Canals), Carlos Chávez (parroquia de Villa Huidobro) y Walter Moyano (parroquia de Huinca Renancó).

El padre Leone manifestó que todo lo sucedido ha estado rodeado de un marco de absoluta tristeza.

En su caso particular, indicó que la experiencia personal como sacerdote fue muy fuerte porque se estaba despidiendo a “un hermano del presbiterio” con mucho dolor y “shockeante” en ese momento.

“Hay que estar cerca de su familia, de su mamá Rosa, que ha tenido que soportar como madre este intenso dolor”, expresó.

El párroco acotó además que en sus 24 años de sacerdote nunca vivió una experiencia semejante y, a su vez, puso énfasis en que en la Diócesis jamás hubo un hecho de tamaña gravedad.

“Todo esto es muy duro y es realmente impactante para todos los sacerdotes”, reflexionó.

Precisamente, en los ceremoniales realizados en las dos jornadas de despedida al cura Vaudagna hubo religiosos que viajaron desde sitios muy distantes, tanto de Sampacho como de Vicuña Mackenna.

Cumplieron con el deber de despedir a un integrante de la familia sacerdotal que componen el clero diocesano.

De esta manera, se cierra un episodio histórico porque el asesinato de Vaudagna es el primer caso de muerte violenta que tiene la Diócesis de la Villa de la Concepción en sus 86 años de existencia.

En Mackenna

Con sus uniformes de promoción, los estudiantes del Instituto Bilingüe “Sagrada Familia” de Vicuña Mackenn, fundado por el padre Vaudagna, llegaron hasta la parroquia San José para despedirse de quien era su referente educativo.

En un año particular, en el que los chicos no habían podido concurrir a clases por la pandemia, el contacto siguió existiendo.

Y la presencia de los jóvenes, de sus familias y vecinos de Vicuña Mackenna durante el velatorio realizado en la ciudad dejó en evidencia los fuertes lazos que el sacerdote estrechó en esta comunidad en la que estuvo por 12 años.

Tal lo previsto, el cuerpo de Vaudagna fue llevado por algunas horas hasta Mackenna para que su comunidad pudiera despedirse y, finalmente, darle cristiana sepultura en Sampacho.

Cumpliendo con los protocolos existentes, se dispuso de un cordón alrededor de la parroquia San José para que los vecinos pudieran participar de la ceremonia.

Hubo momentos de profundo dolor expresado por los alumnos.

También quienes conocieron al sacerdote recordaron su humildad y espíritu emprendedor, detallando a modo de ejemplo que en tan sólo dos años logró abrir un colegio. “Su gran preocupación eran los jóvenes, contenerlos, estimularlos a superarse día a día”, dijo uno de los vecinos presentes en el lugar.

“Ha sido una ceremonia profundamente conmovedora y desgarradoramente triste. Esto ha generado un impacto un dolor en la comunidad que va a ser muy difícil de superar”, precisó Angélica Castillo, una de las vecinas que el pasado miércoles enarbolaron la bandera pidiendo justicia tras el asesinato del cura párroco.

Luego de la ceremonia exequial a cargo del obispo Adolfo Uriona, los restos del sacerdote fueron trasladados hasta la escuela que él fundó.

Allí lo esperaban integrantes de toda la comunidad educativa. “Allá por el 2009, el padre se puso en sus hombros la creación de este colegio, más allá de las críticas que decían que se trataba de una institución elitista. Y hoy este colegio es modelo en Mackenna, no sólo por la formación que imparte sino por los valores. Yo mando a mis hijos ahí porque sé de los valores que inculcan y que es lo que verdaderamente quería el padre”, agregó Castillo.

“La obra que él dejó es incalculable. Él siempre decía: ‘Apuesten a los niños, a los jóvenes’”.

De este modo Mackenna despidió a su sacerdote.