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Vino de Formosa a trabajar y el martes empieza la Universidad

Su mayor anhelo es volver a su provincia natal con su familia, pero antes planea recibirse de profesor de Educación Física. Llegó a la ciudad hace cinco años, trabajó y terminó el secundario con honores .

Cuando su tía Silvina le propuso mudarse junto a ella a Río Cuarto, Adrián no lo dudó. En ese momento tenía 15 años y había tomado la decisión de dejar la escuela y empezar a trabajar. Se ocupaba de unos animales en un campo cercano a la vivienda familiar en El Espinillo, una localidad al norte de Formosa, con 15.000 habitantes. 

 “El chino”, como lo bautizaron sus familiares, hace cinco años que vive en Río Cuarto. “Yo pensaba que no iba a estudiar. Llegué y me puse a trabajar en el mantenimiento y jardinería de  una quinta en  la zona de Espinillo (a 20 km de la ciudad)”, dijo.

Allí residían un docente universitario y su familia, y le cedieron un lugar para vivir. Al tiempo de estar instalado en la quinta, tomó la primera decisión que lo encaminó a su proyecto futuro: retomar el colegio. Se inscribió en el PIT (Programa de Inclusión y Terminalidad) del Ipem 283, Fray Mamerto Esquiú. Su día se dividía en tres: durante la mañana trabajaba en la quinta, a la tarde cursaba la escuela y por la noche estudiaba. 

“Al principio me costó, pero después le agarré la mano”, señaló Adrián. En 2017 fue abanderado de su escuela y obtuvo el mejor promedio del curso, al igual que el año anterior. Ante este panorama, su tía Silvina lo impulsó a solicitar una beca en la Universidad para continuar formándose y ser el primero de la familia en estudiar una carrera de grado. 



Contra viento y marea



Los primeros meses de escuela, la familia que lo empleaba lo llevaba en auto al Ipem, pero luego los horarios dejaron de coincidir y tuvo que buscar otro medio de transporte. Así fue que Adrián se consiguió una bicicleta y durante dos años se movilizó de esta manera. Los 20 kilómetros que lo separaban de la escuela no fueron un obstáculo para él: con lluvia, calor o frío, nunca dejó de pedalear.

Aunque parezca contradictorio, el joven relató que uno de los mensajes que recibía de parte de sus primeros empleadores era que “no iba a poder estudiar en la Universidad”, “que no era para él”, “que era muy costoso”. En cierto momento, la relación se volvió tensa, Adrián se sentía incómodo, así que alquiló una pensión y se mudó cerca de su tía y del Ipem.

La vida en la pensión no es la mejor, porque muchas veces tiene que convivir con desconocidos, con personas que no son sus amigos, pero es lo que puede afrontar para ser independiente. Su segundo y actual trabajo es en un taller de chapa y pintura. Con el sueldo le alcanza para vivir y pagar la pensión, pero no para mucho más.  



Acceder a la Universidad



“Yo había escuchado en los medios los resultados de un trabajo que hizo el Consejo Económico y Social sobre los que estudiaban y los que no podían hacerlo. Como conocía a algunos integrantes del organismo, me llegué a consultarles qué podía hacer para que Adrián tuviera una oportunidad, y allí me contactaron con la Universidad”, contó Silvina Cañete, la tía y madrina de Adrián.

Desde la Secretaría de Bienestar Estudiantil de la Universidad Nacional de Río Cuarto explicaron a PUNTAL que se entrevistaron con Adrián y que su caso será analizado junto a las demás solicitudes de becas y ayudas económicas que brinda la alta casa de estudios. Otro punto a favor de los estudiantes es que el boleto de transporte es gratuito.

El martes será el primer día de clases. Adrián confiesa que está nervioso por empezar. “Por suerte no voy a ir solo, un compañero del secundario se anotó conmigo”, añadió. “Pasa que yo soy muy tímido y me cuesta soltarme con gente que no conozco”. 

De un total de 15 estudiantes que terminaron junto a él, sólo tres continuarán en la Universidad. En efecto, la última investigación realizada por el Consejo Económico y Social de Río Cuarto reveló que, de un total de 700 personas consultadas, el 8,38 por ciento contestó que está cursando algún nivel educativo, de los cuales un 76,35 por ciento corresponde al nivel terciario o universitario, lo que equivale al 6,40 por ciento que tiene más de 16 años.



“Yo quería ser gendarme”



En el segundo año de cursado del PIT, Adrián se dijo a sí mismo que, si no terminaba de estudiar, no iba a tener muchas posibilidades de conseguir un  trabajo que le guste. “Te vas al campo o como albañil. Ni entrar al Top podés sin título del secundario”, relató el joven.

“Yo quería ser gendarme”, confesó.  Cuando era chico había participado de un grupo de gendarmería infantil y tiene conocidos en Formosa que forman parte de dicha fuerza, lo que motivó su deseo de unirse en un principio. Pero su tía lo convenció de que busque otra opción. “Yo entiendo que es una salida laboral rápida, pero hacé algo más interesante, que te dé más amplitud”, le sugirió.

Entre las carreras que estaban disponibles en la Universidad de Río Cuarto, Adrián escogió Profesorado de Educación Física. El joven se reconoce como un buen atleta y uno de sus pasatiempos es entrenar en El Andino, practicar deportes e ir al gimnasio. Ya desde pequeño, cuando vivía en su provincia natal, jugaba al vóley, que según comentó es una de las disciplinas más populares. Hoy se proyecta frente a un aula y, por qué no, continuando la licenciatura. 



Volver al pago



Adrián destaca que a él le gusta la vida tranquila. Que Río Cuarto, comparado con su ciudad natal, es “muy movido”. Su sueño es poder regresar a vivir con su familia. “Extraño el campo, la familia, los hermanos, todo. Vivo pensando en volver”, confesó. La Universidad Nacional de Formosa está en la capital, con lo cual, si decidera volver a su provincia, igualmente estaría lejos de su casa. Su plan es finalizar la carrera, que dura 4 años, y luego regresar a su pago. 

“Siempre trato de volver al menos dos veces al año. El año pasado fui una sola”, explicó. El viaje en colectivo demora 20 horas hasta la ciudad de Formosa y, de ahí, toma otro transporte que lo lleva a El Espinillo en otras cuatro horas. Por lo general, aprovecha para quedarse 15 o 20 días. 

Adrián es el segundo hermano de diez. La más grande tiene 21 y está por comenzar un curso de peluquería. El resto sigue en edad escolar. Su papá trabaja en Vialidad Nacional y su mamá es ama de casa. Para los Meza es un gran orgullo que Adrián empiece la Universidad porque es es el primer integrante de la familia que va a realizar una carrera universitaria. “Cuando le conté a mi papá que iba a empezar la Universidad se largó a llorar”, contó emocionado. Para el joven, además de su tía, que lo trajo a vivir a la ciudad, los profesores del PIT, en especial de la materia Educación Física, fueron un gran incentivo. “Siempre tuve su apoyo si me iba mal en una materia o me la estaba por llevar, y ellos nos decían que estudiáramos en la Universidad  porque ‘es muy lindo’”.