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El vínculo docente-alumno-familia

*Susana Kunzi- Licenciada en Ciencias de la Educación

Aprender en casa nos tomó por sorpresa y mientras parecía que no estábamos preparados, progresivamente nos fuimos acomodando a la situación.

En muchas instituciones ya se venían desarrollando actividades a través de las aulas virtuales, hace más de 10 años que están presentes, aunque muchos se hayan negado a verlas. Pero existen otros intercambios y vínculos que no pueden -ni deben- negociarse para el proceso educativo: el vínculo docente-alumno sigue siendo necesario.

No existe el aprendizaje si no existe el vínculo, aprendemos con otros, a través de la imitación, nuestro cerebro es social, por eso necesitamos estrechar lazos, disentir, dudar, hacernos preguntas para aprender. La relevancia de la interacción social radica en que permite darle sentido y significado a cada nuevo aprendizaje. Por eso, aunque la tecnología avance, aunque el mundo indefectiblemente cambie, seguiremos necesitando de otros para aprender.

El desarrollo tecnológico permite tender puentes, acercar espacios pero de ninguna manera reemplaza los vínculos sociales.

En la cuarentena es importante generar espacios de conversación mediados por las tecnologías, utilizar recursos como las videollamadas, los chats, e incluso apelar a las redes sociales como Instagram y grupos privados de Facebook.

La coyuntura nos moviliza para que tanto padres como docentes acudan al encuentro de nuevas vías de comunicación, que permitan percibir al otro en la distancia pero al alcance de la pantalla.

Si bien cada institución mantiene su dinámica propia, sobre la base del acuerdo en el interior de la comunidad educativa, hay acciones que nos pueden servir para sostener el vínculo:

* Enviar el material siempre con una frase que automotive, generar preguntas que trabajen el cerebro emocional, porque las emociones están presentes al momento de aprender, incluso en la virtualidad.

* Mostrarse dispuesto a ayudar, motivar a pedir ayuda a los docentes y a sus compañeros.

* Siempre preguntar cómo se sienten, cómo viven la situación, escuchar, validar las emociones.

* Sugerir cuadernos o anotaciones donde registren lo que sienten, proponer actividades que inviten a escribir y dibujar, no olvidar el humor que siempre nos salva.

* Este es el momento para aprender a ser resilientes, desarrollar la capacidad de hacer, de seguir aunque no tengamos ganas, de ser flexibles y aceptar los cambios.