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Autovía a Holmberg: un canto al abandono con peligro de accidentes a cada minuto

Más allá de los reclamos que se hicieron desde Córdoba para que se reactive y concluya, la obra sigue paralizada y con deterioro

Tachos anaranjados desparramados sin sentido en las banquinas, carteles que quedaron de la traza original y que causan confusión a los vehículos y una obra a medio hacer conforman un combo explosivo para el tránsito en la A005 y ruta 8 y desde allí durante 7 kilómetros hasta la curva del Batallón que termina con el ingreso a la localidad de Holmberg.

La gran obra que inició el gobierno nacional es vital para ese sector de la ciudad por la gran circulación de vehículos que van de sur a norte, y viceversa, y de este a oeste y en sentido contrario. En ese punto neurálgico se conforma una cruz que conecta los distintos puntos cardinales del país en la zona central de la Argentina.

Sin embargo, desde hace meses, allí todo se paralizó. No hay maquinarias, no hay operarios. El movimiento lo marcan los vehículos de forma incesante y de todas las características. Con solo detenerse unos minutos es posible observar bicicletas con personas que las utilizan como medio de transporte hacia el trabajo, pero también ciclistas que tienen ese vehículo para ejercitarse o practicar deporte. Se suman motos de todo tamaño, desde las más pequeñas de 50 centímetros cúbicos y urbanas hasta aquellos que viajan en una de gran cilindrada y pasan para disfrutar las sierras. Autos, camionetas, camiones de toda índole, colectivos y hasta carretones transportando maquinaria agrícola en el arranque del tiempo de cosecha. Todo pasa por ese punto.

Quienes transitan a diario conocen las dificultades y por dónde circular, pero la señalización es casi nula, lo que constituye todo un desafío para los que pasan por allí de manera esporádica. A cada rato se encienden nerviosas bocinas que transmiten el enojo de algún conductor con otro que realizó una extraña maniobra. Hay una sensación constante de riesgo.

La obra es impactante, con un gran nudo vial que tiene como finalidad ordenar los cruces elevándolos a distinto nivel para evitar accidentes. Y hay un avance de más del 80% de las tareas, pero justamente el 20% restante es el que complejiza y potencia la inseguridad.

El gran puente que cruza en altura la ruta 8 aún no tiene las barandas de cada lado y sólo asoman simétricamente los hierros de la estructura, que son los esqueletos que luego serán tapados de cemento. Esos hierros se ven oxidados y los yuyos empiezan a entrelazarse en ellos. Casi todo el lugar está desbordado por la maleza que, en un verano con altos niveles de lluvia, creció hasta por encima de la altura promedio de una persona.

La construcción de la segunda calzada de la ruta 8 entre Holmberg y Río Cuarto es una obra muy necesaria y muchas veces prometida por los diferentes gobiernos nacionales. Finalmente se inició, pero desde 2023 ingresó en una parálisis total.

Por supuesto que, como toda obra inconclusa, es riesgosa porque además está abierta al tránsito. Está libre el acceso al puente en altura, aunque entre las estructuras hay de 10 o 20 centímetros que permiten ver hacia abajo los vehículos que pasan. Allí alguien podría pisar en ese vacío, con el consiguiente riesgo.

En los siete kilómetros que separan ese punto de la curva del Batallón el panorama no es mejor. Por las colectoras y a contramano pasan camiones cerealeros, camionetas y autos. Pero también, cruzando de un lado a otro de la calzada, aparecen motos que temerariamente se abren paso entre los demás vehículos. No hay cruces establecidos, lo que habilita a transitar por cualquier lado y eso hace todo mucho más caótico.

Quienes viven o trabajan en la zona padecen la parálisis de esa obra y más aún la indefinición que hay sobre cuándo se volvería a poner en marcha para concluir con ese estimado 20% que le resta al proyecto en esta etapa. Vale recordar que luego está previsto atravesar la localidad de Holmberg, pero eso todavía suena mucho más lejano.

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Desde Córdoba se hicieron gestiones desde diciembre del año pasado para intentar concluir los trabajos. Pero hubo en el camino infinidad de contratiempos, como la renuncia del ministro Guillermo Ferraro, que fue el primero en ocupar la cartera de obras en la gestión Javier Milei y que debió irse en medio de rumores de filtración de información del gabinete a la prensa. Ferraro quedó apuntado como el responsable de algún off. Luego, ese ministerio directamente fue absorbido por Luis Caputo bajo la órbita de Economía, por lo cual pasó a tener menor rango en el Gobierno.

Había, sin embargo, una esperanza radicada en la presencia del cordobés, expresidente de Epec, Luis Giovine al frente de Obras Públicas de la Nación, pero por ahora no dio resultados. Vale recordar que Milei decidió paralizar todos los proyectos, aunque en un principio había prometido que sólo los que no habían comenzado correrían esa suerte. La obra a Holmberg es una muestra de que fue más abarcativa la orden.

Esa decisión es parte de la búsqueda del equilibrio fiscal que definió el Presidente como prioridad de su gestión, aunque para eso no sólo se ajustó la obra pública, sino también las jubilaciones y los envíos de fondos a las provincias.