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En recuerdo de su padre y abuelo, pasó la noche bajo el olivo centenario de Bengolea

Guillermo Garlaschelli llevó cabo la experiencia en una de las noches más frías del año. De visita en el pueblo de sus antepasados, decidió homenajearlos. Es nieto de uno de los primeros habitantes de las casonas que rodeaban al emblemático árbol

En la localidad de Bengolea, Guillermo Garlaschelli, de 35 años, protagonizó una experiencia inigualable al decidir pasar la noche bajo el olivo centenario, en homenaje a su padre y abuelo. Bajo temperaturas bajo cero, el pasado 13 de julio, se dispuso a dormir en su hamaca paraguaya, cumpliendo un sueño que él mismo bautizó como “Colgado de mis raíces”.

El hombre, quien reside actualmente en Villa Nueva, es nieto de Ezio Garlaschelli, uno de los primeros habitantes de las casonas que rodeaban al emblemático olivo, e hijo de Ginés, quien nació y creció en el barrio. Aunque la familia Garlaschelli dejó Bengolea hace años, el vínculo con el lugar permanece intacto. Guillermo, ávido de aventuras y amante de la naturaleza, no podía dejar fuera al pueblo de sus ancestros en sus escapadas.

“Este lugar es muy especial para mí”, comentó cuando fue consultado sobre el significado del añejo olivo. “Vengo cada vez que puedo, sobre todo cuando salgo de gira para vender lo que comercializamos. Paso por Río Cuarto y hago algunas paradas para contemplar este majestuoso árbol. Aquí vivieron y se criaron mis tíos y mi padre. Es algo muy especial”, relató con emoción.

“Este lugar siempre está presente en mi familia. Cuentan cómo lo disfrutaban cuando eran niños, trepaban este árbol y jugaban aquí”.

Además, Guillermo recordó cómo sus familiares se divertían allí durante su infancia: “Este lugar siempre está presente en mi familia. Cuentan cómo lo disfrutaban cuando eran niños, trepaban este árbol y jugaban aquí”. Estas memorias lo impulsaron a pasar una noche bajo el olivo, conectado con sus raíces y la historia familiar, en un acto de homenaje a su padre y abuelo.

La fría noche no fue impedimento para Guillermo, quien aseguró que durmió muy bien y disfrutó mucho de la experiencia. Agradeció la predisposición del Municipio por permitirle llevar a cabo su iniciativa y a los vecinos que se acercaron para hablarle sobre el lugar y su familia.

A la mañana siguiente, tras un recorrido por distintos puntos de la localidad, emprendió el viaje de regreso. Se llevó consigo la ilusión de volver cada vez que el tiempo se lo permita, reafirmando el lazo profundo y sentimental que une a la familia Garlaschelli con este pueblo y su olivo centenario, en memoria de aquellos que lo precedieron.