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"El bullying llevado al extremo puede provocar un asesinato, una golpiza o el suicidio"

Lo dijo la psicopedagoga Liliana González, antes de dar una charla en Deheza. Evitó referirse al caso Sperani, ya que está en investigación una supuesta relación con el acoso escolar, pero habló del hostigamiento, sus consecuencias y la prevención

La reconocida psicopedagoga y escritora Liliana González visitó días atrás General Deheza para dar una charla organizada por el Municipio y la Cooperativa Eléctrica sobre “El bullying: cuestión de familia y escuela. Prevención e intervención”. Antes de la exposición, la especialista brindó una conferencia de prensa en la que reflexionó sobre las consecuencias del acoso escolar. Consultada sobre el asesinato de Joaquín Sperani y las declaraciones de los papás sobre el hostigamiento que el joven aparentemente sufría en el colegio de Laboulaye, expresó que aún el caso está en investigación, por lo que no se pueden sacar concusiones; sin embargo, remarcó la importancia de la prevención.

“Son esos casos que te dejan sin palabras. Ya me dejó sin palabras el de Fernando Báez y después escribí un libro sobre eso. Ahora estoy todavía sin poder creer lo que pasó. No sabemos si hubo algún adulto ahí también o era solamente el niño, de todos modos, si fue un niño, no había un niño ahí. O sea, no entra dentro de lo que es la infancia, de lo esperable de la infancia. Por eso no quiero hablar puntualmente del caso porque sabemos muy poco. Hay gente o la propia madre de Joaquín que lo asocia al bullying pero la escuela dice que no, así que hay que esperar para saber qué pasó realmente”, recalcó la profesional en primera instancia.

Y en este orden advirtió que el acoso escolar “llevado al extremo puede provocar un asesinato, una golpiza o el suicidio”.

González agregó que “ningún niño nace violento, se los hace violentos. Entonces hay que revisar la dinámica familiar y los vínculos. Y, del lado de la víctima, los papás tienen que volver a mirar y a ver qué hijo están construyendo porque solamente queda como víctima de bullying alguien con la autoestima muy baja y el ‘yo’ muy frágil. Entonces algo está fallando también en ese clima familiar. Es una temática que nos interpela a todos. Todos nos tenemos que preguntar qué estamos haciendo para que esto vaya en aumento”.

A la vez, enfatizó: “El común de la gente tiene que volver a pensar que la educación es un tema de todos, no de la escuela solamente”. Y a su vez recalcó que “si uno educa desde el amor, hace hijos amorosos y alumnos amorosos, no violentos. Entonces, en algo estamos fallando los adultos. Hay que correr la mirada de la infancia y pensarnos como adultos, ¿Qué estamos haciendo? ¿Algo estamos haciendo mal?”.

Señales

La psicopedagoga puso el foco en la importancia de estar pendientes, ya que “los chicos dan señales de que algo anda mal, tanto los violentos como la víctima, y el grupo en general”. “Lo que pasa es que los adultos estamos por ahí demasiado mirando para otro lado y preocupados, tercerizando a la crianza. Un padre o una madre deberían mirar cómo salen los chicos de la escuela, escucharlos, cómo les ha ido, más allá de Matemática y Lengua, porque siempre preguntamos por lo académico y no por las emociones. Así en el aula también, por más problemas que haya en las escuelas, un docente de verdad, al que le interesan sus alumnos, debe estar abierto a ver esas señales porque son chicos que faltan, son chicos que les duele la cabeza, que les duele la panza, que se duermen en el aula porque no duermen de noche, porque le cambia toda la vida al chico que está siendo víctima de bullying. Baja el nivel académico, se lo ve triste, se lo ve solo. A un docente no se le puede pasar que a un chico a la hora de trabajar en grupo nadie lo elija o a la hora de salir al recreo nadie juegue con él. Hay cosas que saltan a la vista”, opinó.

A propósito, la especialista hizo hincapié en la necesidad de reforzar la prevención en los colegios y mejorar la integración entre los alumnos. “Mientras sigamos sentando a los chicos en fila, mientras los hagamos tomar distancia para que no se copien, mientras no incorporemos al aula el trabajo en mesa donde todos se ven, se escuchan, se conocen, comparten, aprenden a compartir, a pensar y a trabajar juntos, el aula va a ser siempre un escenario donde aparezcan cosas que no nos gustan”, dijo.

Paralelamente, dio un mensaje directo a los papás y los interpeló: “Creo que tiene que cambiar la dinámica familiar. Basta de tanta pantalla, hay que conectarnos, mirar a nuestros y escucharlos. Para eso hay que dejar el celular, a veces con un simple movimiento se puede hacer un cambio”.

González apuntó que, “si bien la escuela forma y transmite valores, si los cimientos no vienen bien construidos -los cimientos familiares-, al colegio se le hace muy complicado. Si un niño llega no educado, la escuela no puede trabajar desde ahí”. “Los papás deben entender que amar a un niño también es limitarlo, que amar no es que tengan todo ya y nunca decirle que no y no dejar que lloren y darle el celular a los seis meses”, subrayó.

Finalmente, la psicopedagoga cerró: “Hay que volver a educar desde el amor. Yo creo que lo que está en problemas actualmente es el amor. Las pantallas han hackeado los tiempos del amor. La gente no se mira, no habla, no dialoga. No hay tiempo para el diálogo, para el encuentro. Pediatras de todo el mundo están pidiendo media hora de encuentro real con los hijos por día. Entonces algo está fallando. Es duro decir que está fallando el amor, pero el amor es una de las cosas que más falla, vivimos desilusionados con el tema del amor, así que no me asombra que se estén viviendo estas situaciones”.

Cabe señalar que González volverá visitar la zona en el marco de una charla. En General Cabrera expondrá sobre “Educar entre todos: familia y escuela”, el próximo jueves 27 de julio a las 19.30 en un evento organizado por la Municipalidad.