Sin embargo, el fiscal del caso, Juan Pablo Klinger, reunió un compendio contundente de pruebas, entre ellas, se destaca la autopsia, los registros telefónicos, imágenes tomadas por cámaras de video, que habrían hecho dudar desde un principio sobre la veracidad las amenazas denunciadas por Fernando Albareda, ahora imputado.
En los próximos días, el hijo de la víctima será traslado a la sede de la fiscalia, en condición de imputado del asesinato de su propia madre, Susana Montoya, para las instancias indagatorias que le corresponden.
¿Qué marcó el giro inesperado?
El fiscal Juan Pablo Klinger tomó esa determinación de sospecha que surgían sobre el entorno de la mujer de 74 años, Susana Montoya. El primer indicio: los accesos no habían sido violentados y la segunda pista que guio a los investigadores fue que según explicaron fuentes oficiales, el cuerpo se encontró tendido en el patio. En una de las paredes de la propiedad, observaron una frase pintada presuntamente con labial rojo, que decía: "Los vamos a matar a todos. Ahora, vamos por tus hijos".
Esta supuesta amenaza fue la clave que destrabó el caso. Fanny Nieva, perito grafóloga, explica: La letra de cada persona es única. Como lo es la huella dactilar que es única y no hay dos iguales. De la misma manera sucede con la letra. Hay particularidades muy específicas que cada persona tiene y que cotejándolo con la escritura actual se puede determinar si una persona ha sido o no la autora de un escrito. Dos escrituras de distintas personas pueden ser muy similares pero cada persona tiene características propias que se van a ver plasmadas y reflejadas en el grafismo. Ya sea que haya sido escrito en papel o pared o cualquier soporte, es factible de ser analizado para determinar quién lo ha escrito. Hay varios aspectos en la escritura que se analizan y que son determinantes. Como por ejemplo: la presión, la inclinación, tamaño, forma etc.