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La crisis silenciosa que desgarra los barrios

En Córdoba, las adicciones ya no son un problema marginal ni aislado. El padre Viola, titular de la Pastoral de Adicciones de la Iglesia, advirtió que se ha multiplicado la oferta de droga en los barrios. “Está en todos lados. Está destruyendo a nuestros chicos en los barrios”, manifestó

El padre Pablo Viola, titular de la Pastoral de Adicciones de la Iglesia Católica local, coordina a su vez los Hogares de Cristo, una red de contención y acompañamiento para personas afectadas por el consumo problemático. Su trabajo en territorio, desde la parroquia Jesucristo Salvador del Mundo en la zona sur de la ciudad, le permite ver a diario los efectos devastadores de la droga. “Somos una sociedad que produce adictos. Es hora de hacernos cargo”, definió con crudeza ante Puntal.

El sacerdote afirma que en los últimos años, especialmente tras la pandemia, las adicciones se multiplicaron de manera alarmante. “Antes había uno o dos puntos de venta. Hoy la oferta es diversa y accesible: marihuana, pipazo, pastillas o psicofármacos, alcohol, apuestas online. Las drogas están en todos lados”, describió.

Entre las más consumidas en los sectores populares aparece el “pipazo”, una sustancia de bajo costo, sumamente adictiva y de fuerte impacto físico. “Está destruyendo a los chicos en nuestros barrios. Lo más terrible es que ya casi estamos entrando en la cuarta generación de consumidores”, alertó Viola, citando una conversación con el padre Fabián Belay, referente de Rosario de la pastoral.

Para el padre Viola, el consumo de sustancias no es sólo un tema de acceso a las drogas. Es una expresión de un malestar más profundo: la pérdida del sentido vital y del entramado comunitario. “Desde la Pastoral entendemos que estamos atravesando una verdadera pandemia de adicciones y de salud mental. Las personas que llegan a los Hogares lo hacen con todos los lazos rotos: familiares, afectivos, sociales. La droga los fue despojando poco a poco”, contó.

Quienes buscan ayuda suelen estar en situación de calle, con signos visibles de deterioro físico y psicológico: dentaduras destruidas, cicatrices, trastornos psiquiátricos. Pero también con una herida más difícil de ver: el abandono. “Muchos han sido víctimas de violencia, abuso o robos. Han quedado solos en el mundo”, lamentó.

Desde su experiencia en la Pastoral, el enfoque es distinto: trabajar sobre las causas estructurales. “Hay dos causas que vemos claramente y que exigen un cambio de paradigma: la pérdida del sentido de vida y el deterioro del tejido comunitario. Vivimos en una sociedad que produce personas con adicciones, porque hemos puesto como valores centrales el lucro, la tecnocracia y la indiferencia”, afirmó.

En ese sentido es que se trabaja en los Hogares de Cristo, son espacios de acogida que nacieron en las villas de Buenos Aires impulsados por los curas villeros, bajo la guía del entonces arzobispo Jorge Bergoglio. Hoy forman una red nacional con más de 300 centros en todo el país. En Córdoba hay cinco, y todos trabajan bajo el lema de “recibir la vida como viene”. Allí, las personas encuentran comida, contención, escucha y un espacio comunitario que los abraza como familia.

El método se basa en pequeños objetivos y un acompañamiento cuerpo a cuerpo. “En última instancia, la adicción es una sobrevaloración del vínculo con una sustancia. Lo que tenemos que hacer es proponer otros vínculos: con Dios, con el otro, con uno mismo. Eso es lo que sana”, sostuvo.

Viola sostiene que el problema de las adicciones no se puede resolver con recetas viejas ni soluciones parciales sino que urge repensar el modelo de comunidad que queremos. Y fue más allá: “El lucro, la tecnocracia, la indiferencia... son los pilares que hoy guían muchas decisiones. Pero eso nos está matando. Necesitamos reconstruir lo humano: el amor, la fe, el encuentro, el abrazo”.

Viola planteó una pregunta incómoda pero central: “¿Es posible la reinserción social? ¿En qué sociedad?”. Y continuó: “¿Queremos que se reinserten en una sociedad que promueve el consumo, que les ofrece la droga a la vuelta de la esquina, o en una comunidad que los reciba, los escuche y los incluya?”. Para el sacerdote, la respuesta debe ir acompañada de un proyecto colectivo que reconstruya los valores comunitarios.

Sostuvo ante Puntal que “todo lo que se piense en términos de política pública tiene que apuntar a revisar los valores y paradigmas que guían nuestra vida. Esa transformación es urgente”. Para ello hace hincapié en la importancia de la prevención y reconstrucción comunitaria. “Hay que llegar antes. Nosotros lo decimos así: las tres C de la vida (Colegio, Capilla y Club) antes que las tres C de la muerte (Calle, Cárcel y Cementerio)”, expresó.

En ese marco, el sacerdote invitó a toda la sociedad a participar del Congreso Arquidiocesano de Pastoral de Adicciones de Córdoba (CAPAC 2025), que se llevará a cabo el 24 y 25 de junio en la Universidad Católica de Córdoba. “Queremos abrir el diálogo. Pensar juntos cómo salimos de esta crisis”, afirmó.

El evento contará con mesas de reflexión, paneles, testimonios y espacios de formación para agentes pastorales, trabajadores sociales, funcionarios y público en general.

Finalmente, alentó a quienes buscan ayuda a acercarse a los Hogares de Cristo. “En Córdoba estamos con las puertas abiertas. Y en la web de Familia Grande Hogar de Cristo hay información de los centros en todo el país”, concluyó.