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Causa Diedrichs-Herrera: "Por más que hubo una condena, no tendremos lo que más necesitábamos"

Luego de conocerse la sentencia que el Tribunal Oral Federal Nº 1 dispuso en el marco del 12º juicio por delitos de lesa humanidad en Córdoba, Puntal dialogó con Carlos Torres, hermano de Gustavo, una de las víctimas cuyo caso se investigó en este proceso. Destacó que "desde lo social y para la historia, es fundamental lo que pasó"

El lunes se conoció la sentencia por el 12° juicio por delitos de lesa humanidad ocurridos en Córdoba durante la última dictadura cívico- militar. Llegó a su fin una causa particular por los expedientes Diedrichs-Herrera, que se desarrolló prácticamente en su totalidad de manera virtual por la pandemia. A pesar de peligrar su desarrollo en el 2020, lograron completarse las audiencias y llegaron a su cierre con la sentencia.

El Tribunal Oral Criminal Federal Nº 1, conformado por los jueces Carolina Prado, Jaime Díaz Gavier y Julián Falcucci, impuso condenas a cadena perpetua para Luis Gustavo Diedrichs, Ernesto Guillermo Barreiro, Héctor Pedro Vergez, Jorge Exequiel Acosta, Carlos Alberto Díaz, Arnoldo José López, Emilio Monard, Ricardo Alberto Ramón Lardone y Fernando Martín Rocha. Además, para Miguel Ángel Gómez, Yamil Jabour, Alberto Luis Lucero, Juan Eduardo Ramón Molina y Alfredo Yanicelli se fijaron penas de 18 años de prisión. En tanto, Arturo Emilio Grandinetti y Carlos Horacio Meira fueron absueltos.

“A 44 años de haber pasado estos hechos, he pensado y sentido tantas cosas, y resulta difícil porque desde lo personal y familiar hay sensaciones encontradas; por más que se dicten cadenas perpetuas lo que uno necesita no lo va a tener más. Por esto, uno no es feliz, aunque la tristeza está un poco menguada”, reflexionó Carlos Torres, hermano de Gustavo, una de las víctimas cuyo caso se investigó en la causa Diedrichs-Herrera. Todos los imputados en los hechos relacionados a su secuestro y desaparición fueron condenados a prisión perpetua. Su hermano, tras conocerse la sentencia, dialogó con Puntal y señaló: “Son situaciones muy feas porque se trata de velorios de 44 años, y es muy difícil resolver esto desde el punto de vista psicológico. La Justicia queda en deuda al llegar tan tarde. Ahora hay que mirar para adelante y pensar en el conjunto”.

En este sentido, Torres consideró que “desde lo social y la historia, es fundamental lo que pasó, nos hace crecer a todos como sociedad; es importante que la gente no pierda de vista que no se están juzgando cuestiones de ideología, sino que se juzgan crímenes. No se tiene que mezclar la cuestión, más allá de lo que uno piense, aquí hay terror, malicia, hay delincuencia, muchas situaciones que exceden lo ideológico. Como sociedad es un alivio que podamos llegar a este tipo de situaciones”.

- El juicio se desarrolló en un contexto de pandemia que puso en peligro su realización, incluso se pospuso en varias oportunidades su inicio, ¿esperaban que pudiera llegarse a una sentencia?

- Justamente hablábamos con algunos abogados que estuvieron en la organización y nos indicaban lo importante que era, ante la pandemia, hacer frente a la situación y que la Justicia siguiera adelante. Es algo que sirvió para que nada llegara a hacer caer que hubiera memoria, verdad y justicia.

Torres comentó que sus padres, mayores de 80 años, viven en una localidad del interior de la provincia y siguieron de manera virtual el desarrollo de la causa. En la jornada del lunes no pudieron estar presentes en los Tribunales por ser del grupo de riesgo por el Covid-19, pero incluso participaron como testigos por videoconferencia. “Para ellos fue todo un desafío, porque la tecnología a esta edad puede ser una limitante, les costó enfrentar esta situación, sumado a todo lo que venían viviendo”, dijo y reflexionó: “Uno cuando no puede resolver algo lo tapa, pero cuando lo tiene que destapar surgen muchas cosas de adentro, y todo eso fue complicado para ellos, pero lo hicieron muy bien”.

- Después de la sentencia, ¿habló con sus padres?

- Sí, hablé con ellos, pero estaban tranquilos. Son personas muy fuertes y han podido llevar la situación con mucha entereza. No son el común denominador, porque han estado encima de la media, he visto muchos perjuicios en la cabeza de los familiares. Seguramente por dentro llevarán muchas cosas, pero por fuera han demostrado una gran entereza.

Gustavo Torres tenía 16 años, y era estudiante de la Escuela Superior de Comercio Colegio Manuel Belgrano (UNC), donde participaba de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Trabajaba como empleado en un estudio privado de ingeniería y, paralelamente, comenzó a militar en la Juventud Guevarista (JG) y en el Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).

Fue secuestrado la madrugada del 11 de mayo de 1976 en su casa, junto con un amigo (que luego fue liberado), en presencia de su familia, que fue testigo en la causa, en barrio Alta Córdoba, y permaneció cautivo en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio “La Perla”. En el año 2002, con un fallo judicial se probó legalmente la responsabilidad de Tránsito Rigatuso, interventor del colegio entre 1974 y el 1976, por confeccionar listas de estudiantes y entregarlas al III Cuerpo de Ejército. Actualmente, el colegio realiza diversas actividades e intervenciones para recuperar la memoria activa de estudiantes y docentes de la institución.

Al momento de los hechos, Carlos tenía 18 años y el hermano más chico, Claudio, tenía 14. Ambos compartían habitación con Gustavo, “por lo que compartíamos todo, éramos 3 hermanos casi compañeros de juego todavía, nos gustaba el fútbol y nos dedicábamos a la música”, recuerda y señala que los dos más grandes ya tenían su experiencia en la militancia. “Yo en el ’76 ya estaba en otras actividades, en mi pensamiento ya me había movido en algunos aspectos, aunque de todos modos era un blanco fácil y no sé por qué estoy acá y él no, es algo que todavía me estoy preguntando”, sostuvo Carlos.

- ¿Cómo reaccionaron sus padres ante el hecho en ese momento?

- Ellos quedaron muy sorprendidos, nunca esperaron una situación de esta naturaleza. Nadie lo esperaba, porque el hecho de ser perseguido, metido preso y hasta maltratado era algo que estaba dentro de esa lógica y de la de hoy con la violencia institucional, pero a todos nos sorprendió la forma sistemática y organizada que tuvo el sistema, donde se procedió para algo que no se esperaba.

La abogada riocuartense Adriana Gentile representaba a los padres de Gustavo, Carlos Pedro Torres y Adelina Petrona Barrio, y había solicitado perpetua para los acusados por el crimen del joven: Jorge Exequiel Acosta, Ernesto Guillermo Barreiro, Carlos Alberto Díaz, Luis Gustavo Diedrichs, José Hugo Herrera, Ricardo Alberto Lardone, Arnoldo José López, Emilio Morard y Héctor Pedro Vergéz. Todos recibieron perpetua.

- Fue un hecho que estuvo bastante probado, ¿se esperaban esas condenas?

- Sí, no es algo que nos llamó la atención, porque todos los involucrados tuvieron su condena a perpetua, eran los miembros de la patota de La Perla. En aquel momento sufrimos un silencio enorme, no podíamos conseguir información de ninguna parte. Lo que sí, toda la familia fuimos testigos de la situación y estábamos todos vivos. Además, hubo un soldado arrepentido que volvió después del operativo, pero ya falleció, y unos conocidos que también habían sido secuestrados y luego fueron testigos, aunque también murieron. Los datos de sus declaraciones, realizadas hace años, alcanzaron para demostrar los hechos. También contamos con el testimonio de un expreso que hoy vive en Italia y aseguró haber visto a Gustavo en La Perla.

“Fue lento el proceso, uno se acostumbra a esperar y cuando las cosas llegan ya no las reconoce; habrá que esperar que estas cosas maduren”, concluyó Torres sobre la sentencia respecto del juicio que investigó la muerte de su hermano.