Opinión |

El FMI, la explosión y otros fantasmas

El riesgo de un estallido si no se avalaba el acuerdo con el Fondo volvió a ser un argumento. Las razones de Llaryora para acompañar el DNU: el acuerdo con Milei y el cálculo electoral

Los diputados no le aprobaron a Javier Milei un DNU;le aprobaron una incógnita. Todavía hoy, después de que el decreto del acuerdo con el Fondo Monetario fuera confirmado en el Congreso, no se conoce cuál será el monto, ni el interés, ni las condiciones. A ciegas. Para que arremeta nuevamente Luis Caputo, el mejor ministro de la historia según el Presidente, con un préstamo como el que tomó en 2018, en la era Macri, y que terminó con una deuda de 47 mil millones de dólares pero sin los dólares en el Banco Central. Si salió mal una vez, ahora puede ser diferente, ¿o no?

La sesión en Diputados fue bochornosa, de lo más bajo que se ha visto en el Congreso en mucho tiempo. Gritos e insultos omnipresentes. Ideas, escasísimas. Fue una síntesis de lo que hoy es la política argentina. Una oposición desorientada y gritona. Un oficialismo matón y rudimentario que ventila sus internas como si fuera uno de esos escandaletes que protagonizaban Samanta Farjat y Natalia Denegri en los programas de Mauro Viale en los ‘90. “El DNU se aprobó no por La Libertad Avanza, sino a pesar de La Libertad Avanza”, graficó un legislador.

Los diputados cordobeses tienen procedencias políticas diferentes y están enfrentados en la provincia. Pero en el Congreso encuentran puntos de unión. En los 12 votos que Córdoba le aportó al DNU hubo diputados del Pro, de la UCR, de La Libertad Avanza y del oficialismo provincial, integrado por el llaryorismo y el schiarettismo. Algunos de ellos defienden unos argumentos en Buenos Aires y otros en la provincia:por ejemplo, Rodrigo De Loredo, jefe de la bancada radical, le vota todo a Milei con la premisa de que al oficialismo hay que facilitarle las herramientas que necesita para gobernar pero en Córdoba es un opositor tenaz, que ahora está en una cruzada contra el esquema impositivo de Llaryora.

El propio gobernador estiró hasta último momento una definición sobre qué harian sus diputados con respecto al acuerdo con el Fondo. Recién un día antes anunció que acompañaría:“Si no lo hiciéramos pondríamos a Argentina en riesgo”.

El peligro, la inminencia de una explosión suele ser la explicación fundamental cada vez que hay que pedirle un salvataje al FMI. Para no ir tan lejos, la usó Macri, la repitió Alberto Fernández y la vuelve a desempolvar Milei, que hasta hace 15 días decía no tener urgencias pero ahora parece que sí: en la última semana se esfumaron 1.204 millones de dólares de reservas.

Sin embargo, en la decisión de Llaryora de aportar sus votos en el Congreso gravitaron otros factores, algunos de ellos autodefensivos.

En el oficialismo provincial creen legítimamente que sin un salvavidas del FMI el esquema monetario y cambiario de Milei es insostenible. “Si esto estalla Córdoba no se va a salvar sola. Necesitamos un marco de estabilidad para nuestro plan de gobierno. Martín viajó cinco veces al exterior y en todas fue para buscar plata. Hoy los inversores están más dispuestos a prestarle a Córdoba que a Argentina pero todo eso se cae si volvemos a tener una crisis grave en el país”, detallaron.

Hay un segundo elemento que explica el acompañamiento de Llaryora:el gobernador está en negociaciones avanzadas con la Casa Rosada para que le reconozcan al menos parte de la deuda que la Nación tiene con Córdoba. “Reclamamos un billón de pesos;si no es eso serán 500 mil millones...no importa, igual son fondos que aliviarían mucho la situación”, indicó un miembro del oficialismo.

Milei sigue sosteniendo su prédica anticasta pero desde hace un tiempo ha excluido a los gobernadores de sus diatribas:porque negocia con ellos, igual que hacía la vieja y rancia política, financiamiento a cambio de votos.

Pero además, como ocurre siempre, el posicionamiento de Llaryora también contiene una dosis de especulación electoral. Es una constante de la política: cada decisión se mide, invariablemente, de acuerdo al impacto posible en las urnas.

En este caso, el gobernador no quería quedar del lado de los que encendieron la mecha si el esquema económico de Milei empezaba -o empieza- a crujir. “Los votantes cordobeses no nos perdonarían. Nosotros tenemos que interpretar a nuestro electorado”, dijeron en el oficialismo.

Rechazar el DNU no sólo hubiera mostrado al peronismo cordobés con un encendedor sino que lo habría puesto en el mismo bando que el kirchnerismo. Un argumento que Luis Juez y De Loredo no habrían dudado en utilizar para hacerle pagar un costo político a Llaryora.

Si a algo le escapa el cordobesismo es a quedar encuadrado en las mismas posiciones que el kirchnerismo. Por eso cae tan poco simpática la decisión de Natalia De la Sota de cortarse sola y alinearse en la votación con Pablo Carro o Gabriela Estévez.

El oficialismo provincial cree que el capítulo FMI terminó con saldo positivo. Se mostró acompañando a Milei en una decisión clave, mientras sigue diferenciándose en otros aspectos, y además podría implicar que empiecen a llegar fondos después de más de un año de sequía casi total.

Eso en el frente externo. Pero en el frente interno hay un episodio que es menos benévolo y que tiene al oficialismo en un estado de incomodidad: desde hace semanas, a partir de la aparición de lo que en un primer momento se creyó que era una empleada “fantasma” de la Legislatura, se instaló el debate sobre cuántos contratados tiene la Unicameral y a qué se dedican. El caso puso en el ojo de la tormenta, entre otros, a la vicegobernadora Miryam Prunotto, no sólo por el caso particular de la empleada “fantasma”, quien en teoría no sabía que estaba en la nómina de la Legislatura aunque después fue imputada por falso testimonio, sino porque desde el principio se negó a entregar la lista completa de los contratados. Sólo reveló que son 1.072. No mucho más.

Pero la presión fue en aumento y, según indicaron desde el PJ, la semana próxima se dará a conocer la nómina definitiva. Es decir, Prunotto va a tener que hacer a la fuerza lo que no aceptó divulgar desde un principio. Por si fuera poco, en medio del escándalo la exintendenta radical de Estación Juárez Celman decidió tomarse unas vacaciones en Nueva York. Y, por supuesto, se tomó una selfie.

No es precisamente una situación que contribuya al oficialismo, menos en un contexto en que la política se encuentra cuestionada, repudiada y bajo constante vigilancia. El concepto de casta de Milei permeó en la sociedad y generó un estado de opinión -o de preopinión- que exacerba cualquier reacción ante una polémica como la de los contratados.

En el peronismo hay reproches a la vicegobernadora. “A muchos de nosotros nos está haciendo pagar un costo mientras ella se va a Nueva York”, indicaron en la Unicameral. Pero, además, hay quienes sospechan que, en realidad, Prunotto escamoteó la lista de contratados no tanto por temor a la reacción pública sino para no blanquear ante el resto del oficialismo cuánto personal le responde a ella. Olfatean que lo que no quiere es que le cuenten las costillas.

La vicegobernadora es un elemento externo en el peronismo, una incorporación que decidió Llaryora cuando creó el “Partido Cordobés”. La toleran pero no terminan de aceptarla, mucho menos si tienen que pagar un costo político por ella.

¿Hasta dónde pueden llegar las consecuencias de la polémica por los contratados?Aún es imposible saberlo. Pero lo que aventuran en el peronismo es que puede ser un episodio que interrumpa las pretensiones electorales de la vice. Sostienen que si en algún momento se habló de ella como candidata a intendenta de Córdoba o como cabeza de la lista de diputados en el caso de que Schiaretti no quiera ser, esa alternativa se terminó. Se diluyó, como un fantasma.