Piccini Boats se gestó en un contexto emocional fuerte. Luego del fallecimiento de su padre, Eduardo Piccini, Mauro decidió retomar un viejo anhelo que compartía con él: “el de desarrollar una embarcación para disfrutar con su familia y amigos la vida en el agua”. Con años de experiencia en el rubro de materiales compuestos, y al mando de Indusplast —la mayor fabricante de piscinas de fibra de vidrio de Argentina—, Mauro encaró el nuevo proyecto desde cero, con recursos propios y una gran apuesta personal.
“En el 2014 como que vuelve a retomarse un poco la idea, de entrar a fabricar algo bastante exclusivo, algo como medio muy premium”, relató, y así nació la primera lancha. Durante más de cuatro años invirtieron sin vender una sola unidad. “Desde febrero del 2014 hasta agosto del 2018 que vendimos la primera lancha, estuvimos mucho tiempo poniendo plata. Hicimos de todo para mantener vivo el proyecto. Lo encaré con ahorros personales”, recordó. En ese tiempo, Mauro vendió un auto, una moto y hasta tomó trabajos extra para no abandonar la idea.
El primer año vendieron cinco lanchas. Al siguiente, veinte. Y entonces ocurrió lo inesperado: una explosión de demanda. Compraron moldes de una marca con la que antes habían intentado trabajar y ampliaron la línea de productos. Pasaron de fabricar 12 unidades por año a más de 50, luego 100, y finalmente alcanzaron un récord de 125 lanchas entregadas en 2023. El salto fue vertiginoso.
Ese mismo año inauguraron su propio astillero, con línea de producción optimizada y procesos más eficientes. “Venimos invirtiendo mucho en el desarrollo del año”, dijo Piccini. La marca pasó de ser un taller artesanal a una empresa con proyección nacional, estructura industrial y un line-up competitivo. Ya no era solo una lancha. Era una propuesta.
El gran diferencial de Piccini Boats fue apostar a la personalización. Desde el color del hilo de los tapizados hasta el diseño del piso, cada embarcación se adaptó a los gustos del cliente. “Fue una experiencia… trabajar sobre la experiencia de que el que le gustaba la embarcación pueda armarla a gusto de él”, explicó Mauro.
Hoy, la 229S sigue siendo el producto estrella. “Fue el primero y sigue teniendo un porte y una estética increíble”, aseguró. Actualmente están trabajando en su rediseño, previsto para dentro de dos o tres años. Y para eso convocaron a un diseñador argentino de autos que triunfa en el exterior. “Es como nuestro 911, por decir de una manera”, agregó, comparando su icónica lancha con el legendario modelo de Porsche.
El precio de las embarcaciones varía entre los 45.000 y los 85.000 dólares, dependiendo del equipamiento y si incluye tráiler. Venderlas no es fácil, y mucho menos desde Córdoba, pero Mauro no se queja. “Fácil no es nunca nada”, sentenció. La clave, según él, estuvo en ofrecer algo diferente, con una propuesta estética y conceptual que rompió con lo que había en el mercado.
La crisis económica afectó el volumen de ventas, sobre todo por el precio de los motores, que representan uno de los insumos más costosos de una lancha. Aun así, la marca logró mantenerse firme, con presencia en todo el país y una red de náuticas que comercializa sus modelos. “Cuando empezamos a completar la gama… ya dejábamos de ser un astillero de monoproductos”, destacó.
El camino no fue sencillo. Mauro lo confesó sin rodeos: “Más de una vez pensé en dejarlo”. Pero la pasión pesó más. Piccini Boats no nació de un análisis de mercado ni de un fondo de inversión. Nació del amor por la náutica, de tardes en familia, de fines de semana cerca del agua. Y, sobre todo, de la convicción de que lo hecho con detalles, tiempo y visión, puede trascender.
A los que están empezando, Mauro les dejó un mensaje claro: “Que intenten, que es muy importante que piensen bien qué quieren hacer y a quién quieren vendérselo… y que no claudiquen en el proceso”. Para él, el éxito no llega con la primera venta. Requiere tiempo, visibilidad, boca en boca y, especialmente, escuchar al cliente. “Nada termina siendo igual a lo que salió por primera vez al mercado”, dijo.
Hoy, Piccini Boats no solo representa una empresa exitosa: representa una forma de emprender. Con paciencia, perseverancia y pasión por lo que se hace. Como en la navegación, hay que saber leer las aguas, adaptarse al viento y no soltar el timón. Mauro Piccini lo hizo, y la industria náutica argentina ya lo reconoció.