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Delio Onnis: el goleador olvidado que es ídolo y una celebridad en Francia

Nació en Italia en 1948. Producto de la guerra, su familia se afincó en Buenos Aires cuando tenía tres años. Jugó en Almagro y Gimnasia (LP). En 1971 partió al fútbol galo, en el que se convirtió en leyenda para todos los tiempos

No debe haber sido nada fácil nacer en Italia en 1948, con un país destruido por la Segunda Guerra Mundial, donde el hambre y la miseria eran el común denominador de lo que había dejado el facismo de Benito Mussolini. Tierra arrasada fue lo que quedó en casi todo el continente europeo.

Por tal motivo, y cuando Delio Onnis tenía apenas tres años de vida, es que su familia decidió trasladarse a la Argentina, más precisamente a Buenos Aires, destino común de muchas familias europeas en la posguerra para tener mejores oportunidades.

Almagro fue su primer club como profesional hasta 1968 y después, hasta 1971, integró grandísimos equipos de Gimnasia y Esgrima La Plata para convertirse luego en leyenda en el fútbol francés.

Primero en el Stade de Reims (por entonces máximo ganador de la Liga francesa, finalista de Europa y la casa de un mito como Raymond Kopa) y luego en Monaco, en el que se convirtió en ídolo al alcanzar 157 goles en el equipo del principado para terminar su carrera en el Tours y Toulon, respectivamente. Fueron 399 goles en Francia y es el máximo artillero del fútbol galo. En los 70 junto con Carlos Bianchi pusieron bien alto el nombre de la Argentina.

En la actualidad vive en Mónaco y por cuestiones de coronavirus tan comunes a todos es que el propio Onnis quedó varado en la Argentina en plena pandemia, sin poder regresar a su casa.

Una mezcla de acentos, entre francés y español, y el retrato lógico de hablar con una auténtica leyenda, por supuesto y como es costumbre en estos días, comenzando la charla con lo que es la pandemia.

“Estoy varado sin poder regresar a uno de mis pagos, por cuestiones de la vida y del trabajo tengo afectos en la Argentina y en Europa tengo a mis hijos y mis actividades”, precisa.

-Francia ha sido de los países más afectados, ¿qué me puede decir?

-Hablo siempre con mis hijos, con amigos y gente conocida. La situación está complicada, un poco más que acá. Por ejemplo, en el caso mío, mis hijos viven en Mónaco; el principado está en un lugar donde los casos son terribles, hasta el propio príncipe Alberto se contagió, eso es de conocimiento público. Es una situación que me tiene algo preocupado, por eso hablo con ellos casi siempre y a pesar de estar rodeados del virus están bastante bien.

-¿Cómo ve el rol del presidente de la República, Emmanuel Macron?

-No sé cómo definirlo, hoy estoy lejos y no sé qué decir. Yo pienso que le toca más a la gente decir lo que está haciendo que a mí. Creo que los líderes de cada país trabajan y deciden de forma diferente, por eso es muy difícil dar un pronóstico. Cuando termine todo esto la gente dirá cómo trabajaron los líderes.

-Yendo a lo futbolístico, la Liga francesa esta signada y dominada enteramente por PSG, ¿qué le sugiere esa falta de competencia?

-En Francia hoy hay dos campeonatos: el primero está ganado antes de que empiece, que es el primer puesto, en el que gana PSG, y el resto juega por el segundo lugar. Son los parisinos y los otros, aparte.

-Ni siquiera otros grandes como Olympique de Marsella o Monaco pueden hacer fuerza.

-Es muy difícil. Hace unos años Monaco fue campeón (temporada 2016/2017), fue muy merecido, el equipo jugaba muy bien, pero no creo que se vuelva a repetir. Hay mucha diferencia de poder en todo ámbito, político, financiero, deportivo.

-Francia es el país campeón del mundo con mucha juventud, ¿considera que esta generación tiene mucho más para dar?

-Creo que sí, conociendo las estructuras de los clubes y las divisiones inferiores, tienen mucha fuerza. Yo creo que por mucho tiempo la selección estará entre los tres primeros en cada campeonato que juega, pónganle la firma a lo que digo, estoy re contra seguro. Cuando veo partidos de otras selecciones, veo que Francia tiene con qué estar entre los mejores.

-¿Mantiene algún vínculo con el fútbol argentino?

-Lo sigo siempre que puedo, trato de ver todo, tengo un gran cariño por Almagro y Gimnasia de La Plata.

-Su nombre está en la historia de los grandes goleadores de todos los tiempos: Di Stéfano, Messi y Gerd Müller, por citar algunos. ¿Dimensiona todo eso?

-Digamos que sí. Tuve un poco de suerte en mi carrera y algo de calidad. Cuando hablo de suerte quiero decirlo en el sentido de no haberme lesionado, siempre conservé un gran estado físico. A partir de ahí ya sí podemos hablar de algunos logros que pude cumplir. Los goleadores no se la pasan teniendo suerte durante casi dos décadas, como fueron los casos nuestros. Eso sin olvidarme de que nosotros no podemos hacer goles sin la ayuda del resto del equipo, solos no podríamos. Hacer eso queda reservado para Maradona, Pelé o Di Stéfano. Con nuestro apellido, solos no.

-De los compañeros que tuvo, ¿cuál ha sido el que más recuerda?

-He tenido muchos y tengo miedo de olvidamre de alguno. En todos tuve por lo menos dos o tres que me abastecían para que yo pudiera lucirme. De los argentinos con los que jugué en Francia con el que más me entendí fue con el Pato Pastoriza (en Monaco).

-¿De la selección argentina nunca tuvo una convocatoria?

-Pasa que yo nací en Italia, tenía mi pasaporte italiano, me tenía que naturalizar. Eran otros tiempos y más complicado para hacerlo.

-Francia es una nación multiétnica y la selección, un fiel reflejo de ello. ¿Cómo se vivieron los campenatos del mundo de 1998 y de 2018? ¿Unieron al país?

-Siempre fueron unidos los franceses, son muy nacionalistas. Por supuesto que hay discusiones como en todo ámbito, digamos de café, pero siempre están muy unidos los franceses.

Javier Albarracín. Redacción Puntal