El riocuartense Cristian Tejera, el primer motorista que tuvo Franco Colapinto en los comienzos de su carrera, habló con Puntal sobre cómo lo ve el joven piloto para la carrera de F1 de hoy, de su pasión por los fierros y de sus valores como ser humano.
“Cuando fui a la primera carrera, yo ya le vi condiciones”. La frase no es de un espectador cualquiera, sino de quien acompañó a Colapinto durante toda su etapa en el karting.
Tejera fue su primer motorista, parte esencial de ese equipo que lo vio crecer desde los 10 hasta los 18 años.
Un testigo privilegiado de los primeros pasos de quien hoy ilusiona al automovilismo argentino con su proyección en la Fórmula 1.
Colapinto se acercó al equipo casi por casualidad, aunque el talento rápidamente lo hizo destacar.
“El padre lo llama a Martín (Acosta) y le dice si tenía un lugar para el nene. Se armó una prueba y salió re bien. Lo que decís, lo hace”, recuerda el morotista con admiración.
Desde el inicio, el joven piloto mostró condiciones excepcionales: clasificaba adelante, tenía técnica, velocidad y actitud. Pero como todo joven, le faltaba convertir esa rapidez en victorias.
“Clasificaba primero pero le costaba ganar. Le decía: ‘No te desesperés, que cuando ganés no te ganan nunca más’”, relata, haciendo memoria de aquellos momentos de formación.
El entorno familiar jugó un papel clave. “De la cabeza es fuerte. La familia siempre lo acompañó, sobre todo el padre”, afirma.
Esa contención emocional y el enfoque constante fueron pilares en el desarrollo de Colapinto, tanto dentro como fuera de la pista:“No está pendiente de las presiones mediáticas. Eso no le mueve su horizonte. Sabe adónde quiere llegar”.
Ya en categorías superiores, el compromiso de Franco no cambió. Todo lo contrario: se profundizó. “Se quedó hasta las 11 de la noche con los ingenieros y este sábado dio un paso adelante”, comenta Tejera sobre una de las tantas jornadas de trabajo intenso, en las que el piloto argentino demuestra que su ambición no es sólo una cuestión de velocidad, sino también de dedicación.
“Franco siempre quiere estar adelante. Siempre presiona para sacar lo mejor de él”, dice quien lo conoce desde sus primeras curvas. Y agrega una frase que hoy parece más premonitoria que soñadora: “Siempre pensamos que iba a llegar a la F1”.
En un mundo donde sólo 20 pilotos compiten en la máxima categoría, estar cerca ya es mucho. Pero Franco no se conforma con estar cerca:corre para llegar, corre para quedarse.