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El Padre Nuestro del fútbol

Mario Requena considera: "No soy un apasionado, soy un enfermo del fútbol. Se aprende viendo, escuchando y llevando la teoría a la práctica en un campo de juego. Son muchos los que hablan y pocos los que saben de fútbol"

Suelta sus primeras palabras y atrapa. Continúa hablando y educa en cada expresión. Se apasiona y en una servilleta de papel demuestra lo que a otros les llevaría años para hacerse entender.

Es un maestro del fútbol y cada frase suya merecería ser objeto de un minucioso estudio, pero él insiste en que hay que llevar todo a la práctica. Procuraremos trasladar algo de esa Biblia del fútbol, tal como si fuesen prédicas, para que los futboleros puedan seguir y aprender de sus sabias palabras.

Su libro “Los chicos y el fútbol” aclara mucho acerca de la formación, pero su legado es inmenso y está en sus palabras y en sus gestos el misterio del juego sagrado, que descarga a borbotones con su conocimiento, que aporta ideas superadoras.

Así es Mario Requena, el Padre Nuestro del fútbol. Un templo lleno de libros y apuntes es su casa, donde regala sorpresas a los 82 años, esas que permanentemente lo llevaron a desafiarse para ser mejor DT y buscarle la vuelta a cada partido. Fue campeón con Ameghino, Unión Central, Alumni, Alem y River Plate en la Liga (en la que condujo también a la selección, a Central Argentino, Rivadavia, los dos clubes cabralenses, Ticino y San Lorenzo de Las Perdices), con Bell y Huracán de Tancacha en otras ligas, y dirigió equipos en Tucumán (Ñuñorco y Concepción), Córdoba (Juniors), General Deheza (Acción Juvenil), Leones (Sarmiento), Las Varillas (Almafuerte), Marcos Juárez (Argentino) y Laborde (Recreativo).

Viudo desde joven, se nota lo mucho que amó a su mujer, que a los 48 años dejó de acompañarlo en esta tierra, que sembró de fútbol. “Ella dormía profundamente, de lo contrario me hubiera tirado las cosas a la calle. Porque yo a las 3 de la mañana me despertaba con una idea para el entrenamiento, agarraba lapicera y papel y la escribía para no olvidarme. Eso no es pasión, eso es enfermedad”.

El “viejo sabio” considera: “La cara no me ayuda. Muchos me tienen bronca porque tengo esta cara de culo. A eso no lo puedo cambiar, pero con muchos de los que se animaron a conocerme me hice amigo. Incluso con jugadores con los que fui drástico al sancionarlos, porque a la indisciplina se la debe castigar para que no lastime al grupo. Con varios me sigo viendo y son los que me más me visitan. A otros los cansé, por esta enfermedad que tengo, que es el fútbol”.

No fueron pocos los que llegaron a la ciudad a consultarlo. Uno de ellos es Carlos Timoteo Griguol. “Un adelantado. Un día le pedí que me explicara el pressing que utilizaba Ferro, qué pasaba en algunas situaciones puntuales cuando el rival lo contrarrestaba. Me dijo: ‘Vení un día y te lo explico en cancha. Pero para qué querés saber, si vos dirigís en Villa María’. Lo dejé seguir hablando”.

“Al rato me comentó que viajaría a Europa para ver entrenamientos del Atlético Madrid. Le dije: ‘¿Y para qué vas a ir a España, si vos dirigis a Ferro?’. ‘Me la devolviste’, me dijo y me mandó un video explicando el pressing”, contó.

Otro con quien tiene línea directa es Marcelo Bielsa, quien hasta lo invitó a Inglaterra a ver el Leeds United. “No me gusta la figuración. Con Marcelo nació una amistad hace 32 años. Me fue a buscar al Correo. Salí y nos fuimos al café del Hotel Plaza. Estuvimos 7 horas seguidas hablando de fútbol. Él buscaba que le apuntara algunos pibes, pero hablamos de fútbol y le dije: ‘Te sorprende lo que te digo’. Me dijo: ‘La verdad que sí’. Entonces le dije: ‘Estás hablando con uno de los 10 mejores DT del país’. Me dijo que era un soberbio, nos reímos y así empezó esta amistad, que va más allá del fútbol. Es un estudioso, un fenómeno mundial”.

Estima que, aunque aumentó la velocidad, el fútbol no ha cambiado. “Hace muchos años dije que el fútbol va camino a ser jugado por 11 tipos que ataquen y defiendan y que, sin posiciones fijas, recuperen un orden. No existen las posiciones tácticas, existe el trabajo táctico. Eso es lo que hace Leeds. Muchos creen que los equipos de Bielsa son ofensivos porque juegan con 3 puntas. Lo que hacen es ocupar los espacios con diferentes jugadores, a la hora de atacar y defender. A mí me echaron o me fui antes de que me echaran de varios clubes por jugar sin wing, pero siempre algún jugador terminaba ocupando esa posición”.

También aclara: “Osvaldo Zubeldía lo predicaba hace años. Yo iba a sus prácticas, como fui a las de Griguol y Bielsa. Porque allí se puede aprender. A los DT de acá les dije que vayan a ver a los que saben. Muchos no quieren invertir en viajar a ver prácticas, pero se tiran esa misma plata en joda”.

Los cursos que dictó fueron muy valiosos y quienes lo aprovecharon rescataron muchas enseñanzas. “Venían muchos pibes de la región, pero pocos de Villa María. Les falta la pasión que teníamos antes y les sobra soberbia. Sólo quieren el título y dirigir en Primera, pero no les interesa aprender. Hay que aprender todo el tiempo. Hoy ya no quiero dirigir ni tampoco dictar cursos, porque no me puedo mover con un bastón en la cancha. Y a lo que se pregona teóricamente hay que llevarlo después a la práctica en la cancha”.

Insiste: “Me gustaría ser coordinador, pero no veo dirigentes capaces de poner un coordinador y respetar sus convicciones y sus ideas. Me lo propusieron varias veces, pero les dije que estoy enfermo. Y estoy enfermo de fútbol”.

Su mirada incrédula del fútbol local y nacional se basa en “la ausencia de dirigentes capaces”. “A partir del desconocimiento que tienen, pretenden hacer, pero les interesa la figuración o la ambición personal. No saben y no escuchan, pero lo más grave es que pretenden meter mano en tus equipos. Por eso no me he llevado bien con los dirigentes y he renunciado en la mayoría de los clubes”.

Explica: “Con uno de los pocos que no tuve problemas fue con un directivo que se enojó, porque habían confeccionado 15 camisetas. ‘Con 10 eran suficientes’, dijo. Es preferible que no sepan de fútbol, pero que confíen en los que hacen bien las cosas para el club”.

Destaca: “En Acción Juvenil trabajé 7 años y había encontrado un lugar donde me sentía entusiasmado. Sin embargo, noté una vez que había un enojo por un resultado, que es lo único que ven, porque jamás analizan un partido por su desconocimiento. Entonces me senté en la mesa donde se reunía la comisión y les hablé de frente”.

“Les dije: ‘Yo me enamoré a primera vista de este club, pero hoy siento que la mujer que me enamoró me gorrió. Buenas noches’. Nunca más pisé el club”, dijo.

¿Con o sin wing?

Detalla: “Con algunos me pasó lo contrario. Con ‘Gordo’ Américo (presidente de Unión Central) no nos podíamos ni ver. Me mandó a preguntar con otro dirigente si quería dirigir al Aurinegro y cuánto le iba a cobrar. No acepté firmar contrato, arreglamos de palabra”.

Remarca: “Estábamos por salir campeones y un día con mirada altanera me dijo: ‘¿Por qué no ponés un wing?’ Le contesté: ‘¿Querés un wing? Bueno, vení a ver’”.

“A los jugadores les expliqué que íbamos a jugar con wing, porque el presidente me lo pidió. Me dijeron que no podíamos, que estábamos bien así. Les dije: ‘Me importa muy poco lo que piense un dirigente, quería saber lo que pensaban ustedes’. Ubiqué como wing en el inicio del partido a Basellica, pero nunca jugó de wing. Ganamos, y ‘Gordo’ Américo estaba muy feliz”.

Resalta: “Cuando fuimos campeones, los festejos fueron en su panadería. Nunca vi comer a tanta gente de arriba. Nos hicimos íntimos amigos y le expliqué que no había jugado con wing”.

Anécdotas que suplen palabras

Rememora: “Un día llegó un tipo de unos 40 años a la canchita en la que estábamos jugando. No sabíamos quién era, pero iba siempre, y después nos enteramos de que había jugado en Instituto. Nos iba tirando ideas. Yo las agarraba, las incorporaba y me fueron sirviendo. Se aprende fútbol viendo y atendiendo. Entra por los ojos y por los oídos, pero hay que saber escuchar. Son muchos los que hablan de fútbol y pocos los que saben. Los que más saben son los que hablan menos, pero escuchan más y aprenden de los que saben”.

Manifiesta: “Una vez estaba jugando en cancha de Central Argentino. Yo recibí la pelota por el costado derecho y cuando iba a cruzar a campo rival un muchacho que estaba afuera de la cancha me gritó: ‘Levantá la cabeza y mirá para el otro lado’. Así aprendí a hacer un cambio de frente. La cambié. La jugada terminó en gol”.

Recuerda: “Es necesario prepararse. Los viejos entrenadores como Cesarini, Peucelle, Scopelli ,enseñaban. Dejaron su legado para que leyeran sus libros, pero hoy nadie lee. Enseñar a patear o a controlar la pelota es básico, pero cuántos enseñan y privilegian la técnica en la actualidad”.

“Cesarini los hacía patear contra un frontón. Griguol colgaba pelotas en un árbol para cabecear”, insiste.

Asegura: “Ahora ponen Google y copian entrenamientos de Europa. No tienen ni idea para qué le hacen hacer eso a los pibes, pero ‘lo hacen los europeos’. ¿Y de qué sirve, si el pibe no sabe patear y no le puede pegar con la parte externa del pie porque nadie le enseñó?”.

Explica: “Si corrés una hora y le dedicas 20’ a lo técnico, vas a hacer atletas, no futbolistas. Hace 30 años dije algo que vi en un proyecto de 58 páginas escrito en portugués. Son variantes de entrada en calor con la pelota. Toda entrada en calor es con pelota, porque al fútbol se juega con pelota”.

“Para entrar en calor el pibe agarra una bicicleta, pero para jugar al fútbol se necesita que le sepa pegar a la pelota. De esa manera, en los movimientos precompetitivos ya está aprendiendo la técnica”, dice.

“Tácticamente hoy se amontona mucha gente, por eso hay que triangular. La mitad de la cancha está vacía y hay que mandar a un jugador por sorpresa bien abierto para aprovechar ese espacio con un cambio de frente. Todo eso es lo que practican Guardiola, Bielsa. Lo hacen trabajando con pelota”, precisa.