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Recorría 130 kilómetros en moto para dar clases en una escuela rural

Se trata de Maite Rearte, una maestra oriunda de Huinca, quien viajaba a diario al colegio ubicado tierra adentro a unos 11 kilómetros de Italó. El amor a la educación la llevaba a

realizar el periplo pero días atrás se mudó para estar más cerca del centro educativo

Maite Rearte es maestra rural oriunda de Huinca Renancó y se destaca por algo que vale oro: la pasión por la educación. Actualmente da clases en una escuela rural ubicada tierra adentro a unos 11 kilómetros de Italó. Su historia tiene una particularidad: llega todos los días en su moto y muchas veces sorteando caminos intransitables.

Hasta hace poco tiempo Mai (como todos la conocen) emprendía 130 kilómetros de ida y vuelta en su moto Motomel 150cc desde Huinca hasta la escuelita Coronel Leopoldo Nelson, que se encuentra dentro de la Estancia La Margarita (Entre Italó y Jovita). Actualmente el trayecto se redujo porque la docente se encuentra hace algunos días viviendo en la localidad de Italó.

La docente, quien se recibió en Huinca de profesora de Historia, relata a Puntal que está muy contenta con su trabajo, más allá de los obstáculos que en ocasiones debe sortear para llegar a su escuela. “Es un trabajo hermoso, la docencia tiene sus dos caras, cosas buenas y malas, pero tiene sus gratificaciones que muy pocos conocen como es dar clases en una escuela rural. Son esos cargos que muchos a veces no quieren tomar por la distancia, pero me animé y el año pasado me hice hago cargo siendo directivo, docente y auxiliar”, cuenta.

Mai refiere que cuando estaba en Huinca se levantaba todos los días a las seis de la mañana para tomar la ruta nacional 35 en principio, luego la provincial 26 y finalmente 11 kilómetros de camino de tierra para poder estar a las ocho en punto en la escuela rural e iniciar las clases. “El año pasado teníamos un solo alumno, este año son dos. Me hacía todos los días 130 kilómetros de ida y vuelta, ahora son prácticamente 100 kilómetros menos, pero igual está el camino de tierra”, grafica.

Sin dudas su historia sirve de inspiración para quienes optan por ser maestras rurales, elección en la que la vocación es crucial. Actualmente la cantidad de alumnos en estos establecimientos ha ido disminuyendo al punto que en los últimos 15 años hubo cierre de escuelas rurales en la zona, algunos edificios se reconvirtieron para otras funciones, otro se encuentran en estado de abandono y a menudo son motivo de recuerdos nostálgicos para quienes pasaron por esas aulas.

Caminos intransitables

Los días de lluvia, los caminos rurales se vuelven intransitables, a veces se convierten en un pantano, pero eso no suele ser un obstáculo para la “seño de la moto”, quien al respecto, dice: “Trato de cumplir, era ir igual. A veces pasó que me tocaba lluvia en el camino y llegaba a la escuela toda mojada, pasar con caminos con mucha agua y otras veces la neblina que es muy espesa y se hace dificultoso ver, tenés que ir parando. A veces iba con el acompañamiento de mi mamá que me llevaba en auto, en otras ocasiones cuando directamente no se podía ingresar iba al centro educativo Paso de los Andes en Huinca y cumplía mis horas allí y hacíamos clases virtuales como en pandemia”, explica.

“El amor que uno le tiene a la escuela y a dar clases puede más que todo”.

Por supuesto en toda esta historia, hay anécdotas. “Tengo un alumnito que modificó su bici, él viene de un puesto, y le ha colocado botellas a la bici, para que haga ruido y hasta un carrito para imitar la moto de la seño”, se ríe y agrega: “Yo tengo una 150 cc y aprendí el año pasado a manejar porque siempre mi medio de movilidad fue la bici. Hubo varios problemitas como pinchaduras imprevistas, en el camino no tenés señal de celular, era empujar la moto hasta un lugar que enganchara señal y llamar para que me vinieran a auxiliar”.

La docente está agradecida con el trato de la comunidad de Italó, localidad donde reside actualmente. “La gente de pueblo es muy amigable y está siempre predispuesta, nunca me sentí fuera de lugar, siempre están ofreciéndote algo y es un pueblo muy lindo, me siento acompañada”, dice.

Además destaca el ámbito de su colegio que próximamente cumplirá 75 años. “El amor que uno le tiene a la escuela y a dar clases puede más que todo, además dar clases en una escuela rural es algo especial. Los chicos le tienen un gran respeto al docente al igual que sus familias, es un clima muy ameno, se forma un gran vínculo, uno va y parece que no estás trabajando, estás disfrutando. Yo nunca sentí ese cansancio de viajar, lo naturalice”, expresa con satisfacción del deber cumplido, cueste lo que cueste.