Con monseñor Marcelo Colombo como nuevo presidente y el cardenal cordobés Ángel Rossi como vice, el Episcopado experimentó un fuerte giro bergogliano. Los principales desafíos en tiempos de Milei
La nueva conducción de la Iglesia es más cercana a la línea del papa Francisco.
Con monseñor Marcelo Colombo como nuevo presidente y el cardenal cordobés Ángel Rossi como vice, el Episcopado experimentó un giro bergogliano.
Los principales desafíos del nuevo Episcopado en tiempos del presidente Javier Milei tienen que ver con la respuesta espiritual y social a los feligreses en un complicado contexto económico de muchísima pobreza.
Colombo es el arzobispo de Mendoza, con experiencia pastoral en diócesis pobres, y tiene un estilo crítico para con el Gobierno.
Por su parte, Rossi es jesuita como Bergoglio y muy afín al Sumo Pontífice.
El cordobés “nació en la ciudad de Córdoba, el 11 de agosto de 1958; fue ordenado sacerdote el 12 de diciembre de 1986; y elegido arzobispo de Córdoba el 6 de noviembre de 2021 por el Papa”.
Recibió “la ordenación episcopal en la explanada de la catedral de Córdoba el 17 de diciembre de 2021 por monseñor Carlos José Ñáñez, arzobispo emérito de Córdoba y los coconsagrantes monseñor José Ángel Rovai, obispo emérito de Villa María; monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, obispo de Azul; monseñor Jorge Rubén Lugones SJ; y monseñor Ernesto Giobando SJ, obispo auxiliar de Buenos Aires”.
Dicho cardenal “tomó posesión e inició su ministerio pastoral ese mismo día”.
Fue proclamado cardenal “con el título de Santa Bernadette Soubirous por Francisco en el consistorio del 30 de septiembre de 2023”.
Su lema episcopal es “En todo amar y servir”.
Rossi es dialoguista y comulga con las ideas del Papa, aunque se diferencia de otro cordobés:el cardenal Víctor “Tucho” Fernández, el teólogo de Bergoglio.
“Él es más teólogo y yo soy más pastor”, dijo en una ocasión.
Cuando fue elegido cardenal, el cordobés expresó a Puntal:“Voy a darle una mano al Papa desde lo pastoral ante un mundo muy grande”.
La nueva conducción representa una profunda renovación de las autoridades eclesiásticas en tiempos de crisis.
