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"Para la Iglesia, el abuso no es grave porque sucede en el cuerpo y no en la mente"

Fue sacerdote y formó parte del proyecto "Cinco Curas", ahora publicó su libro "El secreto pontificio", en el que denuncia la problemática de la pederastia en la Iglesia Católica. Propone eliminar las confesiones privadas para la primera comunión, porque indica que de allí los victimarios sacan información para elegir a sus víctimas

Hace algunos años, el exsacerdote Adrián Vitali fue parte del proyecto “Cinco Curas, confesiones silenciadas”, un libro que destapó una serie de realidades y generó gran controversia en el mundo de la Iglesia Católica. Su nuevo libro, “El secreto pontificio”, publicado hace algunas semanas, ya ha lanzado polémicas al tratar la temática de la pederastia en la institución religiosa, con un recorrido histórico hasta la actualidad.

“La idea es instalar el debate en la sociedad sobre la vulnerabilidad de los niños vinculados a las instituciones religiosas”, asegura el autor de este libro que ya se puede conseguir por Internet o contactándolo al mismo Vitali (muchas librerías han manifestado su preocupación ante la presión de la Iglesia después de “Cinco Curas”), y que cuenta con un prólogo del abogado Juan Pablo Gallego, defensor de los niños abusados por el sacerdote Julio César Grassi.

“En Argentina somos cuarenta y cinco millones de habitantes y hay un cura cada siete mil habitantes. Es decir, en el país tendríamos aproximadamente de 6.428 curas. La Iglesia ha generado un 10% de curas pederastas, por lo que deberíamos tener alrededor de 642 curas pederastas”, dice el autor y lanza una alerta: “De ese porcentaje, sólo hay denunciados 63 curas. El resto, por decisión de la jerarquía eclesiástica, sigue oculto en los templos”.

En diálogo con Puntal, Vitali comentó que trabajó en el libro en los últimos 10 años, “no quería repetir lo que se trabajaba sobre la temática como casos policiales; al haber estado dentro de la Iglesia uno tiene otras miradas que quizás no tiene el periodismo, y recién pude cerrar la idea en 2019, cuando pensé que el problema que tiene la Iglesia es con el cuerpo, es un problema antropológico”, indicó el autor sobre lo que es la tesis del libro.

Comentó que el abordaje de esta temática se puede remitir al siglo IV, cuando la Iglesia se transformó en religión oficial del imperio romano y deja la concepción semita judía para asumir la griega del mundo de las ideas y el mundo sensible. “San Agustín lo toma y dice que el mundo de las ideas es el alma y que el cuerpo es peligroso, nos puede llevar a la perdición, hay que tener cuidado y domesticarlo como a un animal”, dijo Vitali y consideró que es una teoría que ha afectado mucho a la sociedad desde lo que es la culpa, la sexualidad, incluso con la inquisición.

“Siempre la Iglesia tuvo tensión con el cuerpo, por eso abusar de un niño para la Iglesia no es grave porque sucede en el cuerpo y no en el alma; si este niño no perdona a su abusador, se va a condenar porque no tuvo la capacidad de perdón. Es algo que no es de ahora, viene de siglos, pero ahora se ha expuesto en los medios con su gravedad, pero para la Iglesia nunca fue un delito, siempre fue un pecado al considerar la debilidad del sacerdote que se soluciona con la confesión”, sostuvo el escritor, quien detalló: “Es por esto que en Argentina hay 8 tribunales eclesiásticos que son los que juzgan a los curas, siempre se hizo allí y no en la justicia civil, y cuando se los condena siempre se los manda a los monasterios o a casas de reclusión donde rezan y hacen penitencia para volver a la vida pastoral”.

En este sentido, sostiene que cuando los sacerdotes vuelven a la sociedad termina repitiéndose la historia, “pero es un problema que está en la sociedad, no en la Iglesia sola, el problema es que se los encubre, les dan protección y les ponen buenos abogados; en otros casos de la sociedad se reacciona de otra manera y se los pone presos directamente”, consideró Vitali, mientras que señaló que de no cambiar la Iglesia esta concepción antropológica, los casos continuarán. “Evidentemente no la va a cambiar, por lo que los chicos siguen estando en peligro”.

spotlight
En 2001 explotó un escándalo por hechos de abuso en la Iglesia Católica en Boston, Estados Unidos. Los hechos se retrataron en la película “En primera plana”, ganadora del Oscar.

En 2001 explotó un escándalo por hechos de abuso en la Iglesia Católica en Boston, Estados Unidos. Los hechos se retrataron en la película “En primera plana”, ganadora del Oscar.

En este marco, una de las propuestas del libro es que los niños que harán su primera comunión no se confiesen más de manera privada. “El 95% de los curas abusadores usó la confesión para poder indagar sobre la sexualidad del chico, para poder elegir a su víctima e indagar sobre su condición social: si los padres eran separados, o si son huérfanos, por ejemplo, para conocer su vulnerabilidad y garantizarse la impunidad”, indicó y agregó: “Además, un niño de 7 u 8 años, que es la edad en la que se hace esta primera confesión, se debe declarar culpable ante una persona que no conoce, y eso que le cuenta no se lo puede contar al padre ni a la madre, eso siempre es algo malo, y lo perverso es que a lo malo hay que contárselo a la gente de esta institución, la culpa se resuelve acá y no en otro lugar, ni siquiera con los padres”.

- En este contexto, ¿cuál es la posición que se ha adoptado a lo largo de la historia desde el papado como máxima figura de la Iglesia?

- Uno de los capítulos está destinado a este tema. El primero que sistematiza la temática, porque se ve que venía grave, fue Juan XXIII en 1962, pero con el eje de que todo niño abusado por un cura tenía 30 días para denunciarlo con la autoridad del abusador. ¿Un niño de un colegio u orfanato cómo puede saber quién es la autoridad de ese cura? Lo que normalmente sucedía era que ese niño se confesara con otro cura y como era secreto de confesión no se lo podía contar a nadie, si no era excomulgado. Era tremendo el círculo de impunidad y silencio. Fue una definición que duró 39 años y se destapó en Boston en 2001 (hechos presentados en la película “Spotlight”, con la investigación periodística que llevó a la luz lo ocurrido, y con intervención de exsacerdotes que también fueron consultados por Vitali en su trabajo), y allí Juan Pablo II, que fue el gran encubridor de la pederastia, junto a Joseph Ratzinger (que luego fue Benedicto XVI), tomaron otro recurso que era el “secreto pontificio”, que había sido instaurado por Pablo VI en 1977, incorporado como una información de secreto de Estado. Frente a estos casos, incorporaron a la pederastia bajo el paraguas del secreto pontificio, y de todo lo que estaba aquí no se podía hablar, si no quedaban excomulgados. Es lo que levantó Francisco el 18 de diciembre de 2019, cuando se suicidó en La Plata el cura Eduardo Lorenzo, pero en vez de dar la información que estaba secreta lo que se hizo fue que la pederastia no estuviera más bajo el paraguas del secreto de Estado, nunca dieron los nombres ni los van a dar, porque están todos involucrados.

En Argentina hay 8 tribunales eclesiásticos que juzgan a los curas, siempre se hizo allí y no en la justicia civil, y cuando se los condena siempre se los manda a los monasterios o a casas de reclusión, donde rezan y hacen penitencia En Argentina hay 8 tribunales eclesiásticos que juzgan a los curas, siempre se hizo allí y no en la justicia civil, y cuando se los condena siempre se los manda a los monasterios o a casas de reclusión, donde rezan y hacen penitencia

Como parte de las historias que dan fundamento a lo planteado en el libro, Vitali incorporó los relatos de Sergio Decuyper, “el libro es un intento de explicar lo que le pasó a él, porque su historia es la revelación de cómo funciona la Iglesia, porque en 2019 él le escribió al Papa para decirle que había sido abusado por su tío cura, Francisco le dijo que le creía y lo invitó a una reunión, donde le dijo que debía perdonar a su tío”, señala el escritor y agrega: “Le dijo que debía ser un modelo para las víctimas de abuso eclesiástico, porque las víctimas tenían ‘mucho odio’, por eso debía ser capaz de perdonarlo, por eso volvió a Argentina y fue a ver a su tío para abrazarlo, pero salió destruido, porque no había hecho un proceso de perdón, sino que quería que se hiciera justicia”.

Vitali completa la historia de Decuyper señalando que volvió a Roma para decirle al Papa que quería denunciar a su tío porque seguramente había más casos como el de él, que sufrió mucho por lo vivido: “Francisco le dijo que no denuncie, que no les cuente a los padres, con un discurso progresista hacia afuera, pero hacia adentro todo sigue igual y con los chicos todavía en riesgo”, dijo.

- Con “Cinco Curas” se generó un gran debate y hubo presiones por parte de sectores vinculados a la Iglesia hacia ustedes que lo escribieron, ¿siente lo mismo con “El secreto pontificio”?

- El libro se acaba de publicar, quizás se dé más cuando lo presentemos a nivel nacional. De todas formas, creo que cuando se metieron con “Cinco Curas” lo que en realidad pasó fue expandir su contenido. De todas formas, en las librerías del centro de Córdoba, por ejemplo, me indicaron que no se animaban a venderlo porque en sus contratos de locación de las tiendas se señala que no se puede usar el lugar para el juego, para vender material pornográfico ni uno que dañe el decoro de la sociedad, y consideraron que estos libros lo hacen. Incluso después de 10 años siguen con esos miedos.

Finalmente, Vitali comentó que a pocos días del lanzamiento del libro ya lo contactaron varias personas de distintos puntos del país, incluso hijos de personas abusadas, para contarle sus historias.