La Conferencia Episcopal Argentina, a través de la Pastoral Carcelaria, fijó posición en torno del proyecto que es objeto hoy de debate parlamentario: “Las penas más duras no detienen la violencia y son salidas superficiales”.
A través de un comunicado, al que accedió Puntal, la Iglesia pide “no encerrar la esperanza” y propone, a la vez, “algunas ideas, a partir de conocer la realidad carcelaria y trabajar con menores infractores de la ley”.
“Es necesario pensar con esperanza la realidad de los niños y jóvenes, la esperanza que lo arrastra todo, que ve lo que será, ama lo que será y hace andar a todo el mundo”, manifiesta.
Al respecto, el Episcopado, que preside monseñor Oscar Ojea, insiste en la prevención:“Tanto monseñor Jorge Lozano como otros obispos expresaron su negativa ante la posibilidad de bajar la edad de imputabilidad”.
“No a la baja de la edad de la imputabilidad”, subrayan los obispos argentinos desde la perspectiva cristiana y de compromiso con la realidad carcelaria.
Yagregan:“Estamos dispuestos a seguir dando razones de nuestra esperanza y una vida nueva para todos, en un mundo de hermanos, donde todos tengamos las mismas oportunidades y posibilidades para crecer y salir adelante en la vida”.
El texto
- “No tengamos miedo de soñar en grande, buscando los ideales de justicia y de amor social que nacen de la esperanza”.
- “Ante el debate parlamentario sobre la posibilidad de bajar la edad de imputabilidad a 13 años, queremos expresar algunas ideas que surgen, como fruto de conocer la realidad carcelaria, trabajar con menores infractores de la ley, y de la cercanía con nuestros hermanos presos, sus familias y todos los actores que forman parte del mundo de la carcelación”.
- “Sí, consideramos que es necesario un nuevo régimen penal juvenil, que acompañe y promueva integralmente el desarrollo de los menores, pero sin bajar la edad mínima de imputabilidad”.
- “Hay un marco y un recorrido social desde que alguien es concebido hasta que comete un delito. Como sociedad tenemos que sentirnos responsables para ayudar a prevenir la conducta de los niños y jóvenes que transgreden la ley. Debemos reflexionar: ¿quiénes estuvieron presentes para brindar contención en momentos decisivos? ¿La familia? ¿El Estado en general? ¿La escuela? ¿La Iglesia? ¿Los vecinos del barrio?”.
- “Es por ello que en la Pastoral Carcelaria decimos que cuando alguien comete un delito, transgrede la ley y cae preso es porque alguien estuvo ausente: la familia, la sociedad, el Estado, la escuela, la Iglesia, etcétera”.
- “Aquí y en cualquier sociedad del mundo las altas tasas de inequidad, exclusión y pobreza van acompañadas de altas tasas de conflicto con la Ley Penal”.
- “También hay que considerar el proceso de desarrollo cognitivo y psicológico completo de una persona, que le permite razonar, anticiparse, planificar o realizar juicios críticos, y que a la edad de 18 o 19 años aún está incompleto”.
- “Además, es necesario hacer un relevamiento integral de la situación de los menores que delinquen, que debe ser fruto de una estadística real y presente: en el ámbito social, cultural, familiar y económico, para entender mejor las causas de sus acciones y permitir una intervención más efectiva del Estado, por lo que se hace necesario un trabajo de prevención urgente que implica un mayor compromiso”.
- “También contar con el presupuesto necesario para acompañar a menores en conflicto con la ley, pero también de todas las instituciones que forman parte de la sociedad civil, con profesionales idóneos y comprometidos”.
- “¿Un criminal nace o se hace? Una pregunta que requiere una mirada a fondo, que de alguna manera nos haga recordar y repensar también a nosotros ¿qué llegará a ser este niño?, para poder acompañar y encauzar la vida y la formación de nuestros menores hacia un futuro prometedor, sin mutilar los derechos fundamentales que posibilitan un legítimo desarrollo”.
- “Necesitamos a los jóvenes, su creatividad, sus sueños y su valentía, su simpatía y sus sonrisas, su alegría contagiosa y también esa pizca de locura que saben llevar a cada situación y que ayuda a salir del sopor de la rutina y de los esquemas repetitivos en los que a veces encasillamos la vida”.
- “Los necesitamos, pero no presos, sino como parte de una sociedad más justa, sana, solidaria, que los incluya para participar y evolucionar, no encerrados en una decadente y oscura involución”.
- “Nunca el encierro, ni penas más duras, ni la baja de la imputabilidad, son la solución para detener la violencia. Son salidas superficiales y sin lógica de solución hacia el futuro”.
- “La esperanza cristiana no es un fácil optimismo, ni un placebo para incautos. No es negación del dolor y de la muerte. Por eso, es importante pensar acerca de la implementación de la ley, las estadísticas no justifican su aplicación”.
- “Se conoce que los delitos cometidos por adolescentes entre 14 y 16 años representan el 0,4%, un porcentaje bajo del total de delitos en el país y que el porcentaje de participación en homicidios es del 0,7%. Las normativas internacionales de organismos como Unicef y la ONU sugieren mantener una edad mínima alta para la imputabilidad, protegiendo los derechos de los menores”.
Uriona
Por último, el obispo diocesano, Adolfo Uriona, declaró a Puntal: “Bajar la imputabilidad no basta para resolver la inseguridad”.