En diálogo con I+I CBA, Berra dijo que la renovación al frente de la Camarco Delegación Córdoba “es un reconocimiento al conjunto; uno como presidente es la cabeza visible. Es como un técnico de fútbol, pero es la realidad. La idea de trabajar un grupo, de defender una idea, una forma, una gestión, en la cual uno es responsable, pero no es el único”, destacó el empresario. Y agregó: “Pero el reconocimiento de esa responsabilidad, la verdad que es lindo. Es un mimo”.
Y además les tocó transitar momentos complejos, difíciles, desafiantes, las empresas de la construcción no vienen precisamente con viento a favor…
Sí, la verdad que ha sido un momento extremadamente complicado. Ha sido un año durísimo, incluso en Córdoba que mantuvo esa gran idea de persistir en la obra pública. Lo mismo la ralentización nos ha pegado, aunque no al nivel de nación. Pero bueno, se ha podido gestionar. Ahora, fin de año, tenemos el aliciente que tanto en la Dirección Provincial de Vialidad como en otras reparticiones, universidades provinciales, Arquitectura, Recursos Hídricos, Camino de las Sierras, empezó a verse un movimiento interesante. Estamos viendo como una luz al final del túnel. O sea, tenemos este listado de obras que esperamos durante mucho tiempo, y que ha empezado a salir. Diría que estamos cerrando el año mejor que como lo empezamos.
Bajó el nivel de incertidumbre que a comienzos de año era total, ¿y el privado también empezó a moverse?
Sí, sí, sí. Hay empresas que anunciaron inversiones en el área perimetral de Córdoba, y ya tenemos a constructoras colegas que han cotizado trabajos. Empieza a ser importante por más que haya muchísima actividad parada, porque en definitiva todas las empresas están trabajando en menor escala a sus posibilidades, es decir, están con capacidad ociosa para decirlo técnicamente. Y hay mucha confianza en el desarrollo de la construcción privada, estamos hablando de edificios, a raíz de los créditos. O sea, podría decir que el ánimo está un poco mejor en este momento. Creo que se viene un 2025, después de todo lo complicado que fue el 2024, bastante mejor para gestionar. O sea, con problemas que son inherentes a tener trabajo y no a no tenerlo.
En Río Cuarto se observó mucho a partir de mitad de año la reactivación de loteos privados, ¿es parte de esa reactivación privada?
Claro, todo suma y todo ese movimiento es importante. Nosotros somos constructores. Sobre todo en Río Cuarto, donde los integrantes de la cámara son principalmente gente de espíritu desarrollista. Pero lo cierto es que hacer una calle adentro de un loteo es una inversión privada y hacer una calle por fuera para una municipalidad es una inversión pública. Pero los que la construimos somos los mismos. O sea, todo mueve la aguja, todo sirve y todo es bueno, más aún en una situación tan complicada como la que hemos atravesado este año.
Cuando se analizan los índices de actividad económica, muchos miran a la construcción para ver cuándo arranca por el efecto que genera en la economía, ¿está empezando a arrancar?
Está claro que hemos llegado a un piso y hace unos tres meses que de a poquito, y no en “V”, empezó a cambiar. Es muy de a poquito y esto no se detecta, pero evidentemente que se ha empezado a mover hacia arriba. Creo que el impacto de estas licitaciones que están dándose ahora y el impacto de la parte privada que se está viendo, recién en febrero se va a poder medir realmente. La sensibilidad hoy nos dice que efectivamente hay mucho trabajo, empiezan a salir licitaciones en la parte pública y también las inversiones privadas empiezan a traccionar con pedidos de presupuesto. O sea, estamos hablando que es la primera etapa, cuando se empieza, se cotiza la obra y se genera la posibilidad del contrato. Pero insisto que a partir de febrero deberíamos empezar a ver verdaderos cambios en los índices si todo esto que estamos diciendo toma el tinte de realidad que parece tener.
¿Imaginan que puede haber cambios en la filosofía del Gobierno nacional sobre la obra pública o deberán acostumbrarse a que ya no haya más?
Creo que eso lamentablemente es un grave error conceptual, muy grave. No quiero ponerme en la discusión de lo que está mal y lo que está bien. Hay muchas cosas que está haciendo el Gobierno nacional que alguien debía hacerlas, me parece que hay muchas cosas que tenemos que defender, que no deben volver a pasar. Pero no existe ninguna manera de que un país pueda desarrollarse sin inversión en infraestructura. Porque además, hay cosas que están hechas, como las rutas, que si no se mantienen, que es lo que está pasando a nivel nacional, pronto van a disfuncionarse, con todo lo que ello significa. Pensemos en transporte y seguridad, por ejemplo. Y pensemos en las vías férreas o las fluviales. Parte de la cosecha del norte, o de Paraguay, que se mueve con barcazas a través del Paraná, hoy tiene dificultades. Porque esas barcazas están bajando con menos carga porque no se está dragando lo necesario. Por eso insisto: no hay país rico que no tenga un gran desarrollo de infraestructura. Recordemos a Kennedy, en Estados Unidos, cuando dijo que Estados Unidos no tiene infraestructura porque es un país rico; es un país rico porque invirtió en infraestructura. Es imposible que nosotros podamos vender el petróleo que sale de Vaca Muerta si no tenemos cómo transportarlo hasta el mar para que se pueda exportar. Entonces, si no hay una infraestructura adecuada, vías, oleoductos, líneas de energía, redes, el país no puede ser competitivo, o sea, no va a poder competir. No existe un país rico si no tiene inversión en infraestructura. Y la mayor parte de la inversión en infraestructura siempre la hace el Estado donde es necesario.
Esta idea de que sea el sector privado que lleve adelante esas obras en infraestructura no la ven potable…
Es muy buena la inversión privada en infraestructura, pero creo que no va a ir a todos los lugares. En Chile o en Europa, en un país desarrollado, la inversión privada en infraestructura pública nunca pasa el 25%. En Chile en este momento creo que no llega al 11%, según el último dato relevado que es del 2022. Es decir que el 89% de la inversión en infraestructura es pública. Pero además de eso, ellos invierten 4 puntos del PBI y nosotros, según el presupuesto para 2025, el 0,6% del PBI. ¿Qué quiero decir con esto? Argentina, con el estado de su infraestructura, debería tener el 3% del PBI solo para mantenimiento. Entonces, lo asignado en el presupuesto para 2025 es una quinta parte de lo que haría falta para mantener la infraestructura existente. Digo para entender la gravedad.
¿Qué imagina como nichos que van a andar muy bien el año que viene?
Creo que ya se empiezan a ver algunas cuestiones importantes. Si efectivamente este tema del RIGI empieza a tomar valor y genera todos los planes de inversión va a ser muy importante. La otra cuestión que se viene es con los créditos hipotecarios y esto que se ve en Río Cuarto con los barrios privados de desarrollistas, de empresas que generan edificios, loteos. Porque si se recupera la economía va a permitir que la clase media tenga acceso al crédito y pueda invertir en este tipo de bienes. Y por otro lado, creo que si el Gobierno entiende que la mejora en la economía debería traer inversiones en infraestructuras y cambia esa mirada, debería verdaderamente ponernos en un lugar distinto como sector.