Martes 7 | Les cantó el hartazgo de la sociedad
A diferencia de tantas voces reticentes y de tanta especulación a la hora de declarar en la causa Dalmasso, uno de los últimos testigos - Miguel Ángel Rosales- tuvo el desparpajo y la franqueza de decir lo que pensaba adentro y afuera de la sala de juzgamiento.
El músico riojano de “De antiguos pueblos”, la banda folclórica que por los ochenta dejó una huella en la escena local, fue citado por haber sido uno de los “perejiles” que en el inicio de investigación estuvo buscando el inefable comisario cordobés Rafael Sosa.
Rosales no ocultó la angustia de aquellos días en los que el uniformado rondaba su barrio y entrevistaba a los vecinos en busca de algún dato que lo comprometiera (“Invitaba amigos a dormir en casa, por miedo a lo que pudiera pasar”, evocó en la puerta de Tribunales).
Contó que el imputado fue uno de los que lo involucraron en la causa. “El propio Macarrón anduvo diciendo en un taller de chapa y pintura que yo era el amante. Eso es de hijo de puta”, se indignó.
Adentro de la sala y frente al tribunal fue concluyente: “Nora se murió el Día de la Violencia contra la Mujer y, sin embargo, el movimiento de mujeres nunca marchó por ella. A Nora, cada noviembre desde hace 16 años, la vuelven a matar. La matan los medios, la matan los hijos, todos la matan, una y otra vez”.
Su testimonio encarnó el descreimiento de la sociedad riocuartenses con relación a un juicio que no parece conducir a ningún lado. “Esto es un circo, un circo”, repitió frente a los periodistas.
Se cierra la lista
El mismo martes la defensa de Macarrón propuso desprenderse de 84 testigos que habían sido propuestos inicialmente para este juicio. En la lista estaban incluidos el comisario Rafael Sosa y otros policías que, lejos de echar luz en la investigación, contribuyeron a desviarla.
La lista se suma a los otros 82 testigos que la semana anterior había propuesto Rivero.
Así, de un plumazo, se achicó considerablemente el staff de testigos, tanto que los únicos que podrían ser citados las próximas jornadas son la examante del viudo Alicia Cid y el comisario Sergio Comugnaro.
Miércoles 8 | No citan a un posible encubridor
Apenas arrancó la jornada del miércoles, quedó confirmado que el juicio a Marcelo Macarrón entraba en su recta final, con la chance concreta de que el caso quede impune.
Lo primero que hizo el fiscal de Cámara Julio Rivero fue aceptar todos y cada uno de los testigos que había propuesto descartar el defensor Marcelo Brito.
Consciente del malestar que generaría la exclusión del comisario Rafael Sosa, una de las personas que según el fiscal de instrucción Luis Pizarro debería ser investigada por posible encubrimiento de la causa Dalmasso, Rivero aclaró que aceptaba prescindir también de ese testigo para evitar que pudiera autoinculparse.
En otras palabras, el fiscal volvió a ampararse en el Artículo 18 de la Constitución Nacional, el mismo que al vocero Daniel Lacase le garantizó una apacible visita a los jueces sin que nadie lo incomodara con preguntas comprometedoras. El artículo garantiza que un testigo no puede ser obligado a declarar contra sí mismo, y en este juicio fue esgrimido como un pretexto para no ir a fondo con testigos claves.
Así, en una causa que tuvo más de setenta personas citadas y otras tantas cuyos testimonios previos fueron incorporados por lectura, el comisario Sosa quedará excluido como si nunca hubiese estado en Río Cuarto, ni hubiese tenido influencia en la pesquisa.
Sin testigos, el tribunal avanzó con la lectura de la prueba documental que incluye más de 30 cuerpos, cada uno de los cuales tiene alrededor de 200 folios.
El tedioso trámite dejó margen para la sorpresa: entre los escritos que les leyeron a los jurados populares incluyeron la carta de de Graciela, una vidente radicada en Europa.
En el escrito dirigido a la hija de Nora, Valentina Macarrón, la mujer le cuenta que percibió la presencia de dos hombres en la escena del crimen y los describió físicamente.
Jueves 9 | “¡Que el trato es distinto, es distinto!”
Lo que se preanunciaba como una anodina mañana se transformó en una jornada caliente el jueves.
Esta vez la noticia no estuvo adentro de la sala de juzgamiento sino en los pasillos de Tribunales.
Desde temprano, se filtró en la prensa (y en todo Tribunales) un comunicado interno de la Asociación de Magistrados de Córdoba que generó preocupación.
El escrito repudiaba “las expresiones difamantes y agraviantes” a magistrados y funcionarios de causas “que generan alta expectativa en la sociedad”.
La ambigüedad del texto y el hecho de que no hubieran mencionado ni la causa, ni el nombre de los funcionarios agraviados, llevaron a pensar que estaba referido a las críticas públicas del juez Emilio Andruet, con relación a la marcha del juicio a Marcelo Macarrón.
Tanto fue así que desde los Tribunales locales se comunicaron con integrantes de la agrupación de jueces para confirmar si el comunicado estaba referido al juicio por el crimen de Nora Dalmasso.
El propio Andruet, preocupado por la alta repercusión del escrito, llamó a uno de los consejeros cordobeses para salir de la duda.
La aclaración trajo algo de alivio. El escrito estaba referido a Generación Zoe, la causa por 176 hechos de estafa en la ciudad de Villa María y buscaba respaldar a las fiscales Valeria Rizzi y Juliana Companys.
Trato preferencial
Hecha la aclaración, Andruet volvió a hablar del caso Dalmasso y, una vez más generó, polvareda.
Es que reconoció que desde la Justicia riocuartense se le está dando un trato preferencial al traumatólogo Marcelo Macarrón.
Andruet contó que diariamente cuando estaciona su vehículo en la playa de Tribunales que está reservada para magistrados y funcionarios judiciales, ve que el acusado y su abogado dejan allí sus autos. “Indudablemente recibe un trato distinto. No sé si es un privilegio, pero que es distinto, es distinto”, resaltó.