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Geraldine Schwarz: "A menudo olvidamos que el nacionalsocialismo hizo soñar a muchos alemanes"

En su libro "Los amnésicos" y partir de su historia familiar, la periodista Geraldine Schwarz reflexiona acerca de cómo los alemanes, "por oportunismo, cobardía o indiferencia", se transformaron en cómplices de las políticas nazis.

A partir de su historia familiar, la periodista franco-alemana Geraldine Schwarz (1974) reflexiona en el libro Los amnésicos acerca de cómo la ciudadanía alemana "por oportunismo, cobardía o indiferencia" se transformó en cómplice de las políticas del Tercer Reich, a tal punto que al finalizar la Segunda Guerra "el pueblo rechazó en masa toda responsabilidad por los crímenes" cometidos durante el nazismo.

En el libro, Schwarz aborda la historia de su abuelo paterno -Karl Schwarz- que, amparado en la legislación del régimen, se benefició comprando a muy bajo costo la empresa a un propietario judío que intentaba reunir dinero para huir de Alemania.

Para la autora, la conducta de su abuelo representa la de la mayoría de los alemanes, a quienes llama "Mitläufer", que en español significa "los que siguen la corriente", los que sin involucrarse directamente aceptaron esa forma criminal de hacer política.

En diálogo con Télam, Schwarz expone los motivos que la llevaron a escribir el libro, editado por Tusquets, con el que logra una profunda y exhaustiva investigación sobre la historia de su familia que abarca tres generaciones y con el que recibió el Premio al Libro Europeo 2018.

-¿Por qué creés que tus abuelos se unieron al fascismo?

-Sabía que mi abuelo había sido miembro del partido nazi, pero nunca ocupó ningún cargo oficial bajo el Tercer Reich, ni fue soldado en la Wehrmacht. Un día descubrí en el sótano de nuestra casa familiar en Mannheim, que en 1938, aprovechó las políticas nazis para comprar un negocio de una familia judía por un precio bajo: la familia Löbmann. La mayoría de ellos perecieron en Auschwitz. Excepto uno, Julius Löbmann, que logró escapar a Chicago y exigió reparaciones a mi abuelo después de la guerra. Mi abuelo se negó a pagar la cantidad solicitada porque en su mente lo que importaba era que lo que hacía era legal: en el marco de medidas que fomentaban la arianización del bien judío, compró una compañía a un precio fijado por las autoridades y con un contrato validado por las autoridades. El régimen nazi había ideado la manera perfecta de hacer que las personas se volvieran cómplices y al mismo tiempo mantener clara su conciencia: legalizar sus crímenes. Y siempre debemos recordar esto porque la legalización del delito también podría ocurrir hoy si las partes equivocadas tienen el poder.

El régimen nazi había ideado la manera perfecta de hacer que las personas se volvieran cómplices y al mismo tiempo mantener clara su conciencia: legalizar sus crímenes. El régimen nazi había ideado la manera perfecta de hacer que las personas se volvieran cómplices y al mismo tiempo mantener clara su conciencia: legalizar sus crímenes.

Me sorprendió leer las cartas de mi abuelo a Julius Löbmann por su falta de sentimientos de culpa y empatía. Me preguntaba si la actitud de mi abuelo era sintomática de la sociedad alemana de la década de 1950. Y descubrí que sí. Después del final de la guerra, el pueblo alemán rechazó en masa toda responsabilidad por crímenes de inocentes y, en lugar de mostrar empatía por las víctimas del nazismo, se compadecieron de sus propios destinos.

-¿Quiénes eran los Mitläufer?

-En la memoria colectiva de la guerra y la dictadura, tendemos a dividir la actitud de la sociedad en tres categorías: perpetradores, víctimas y héroes. Al hacerlo, olvidamos una categoría que es absolutamente central ya que concierne a la mayoría de la sociedad: los Mitläufer, los que siguen la corriente. Los Mitläufer no fueron los que se suscribieron a la ideología nazi, ni los fanáticos, la mayoría de las veces ni siquiera sabían realmente acerca de la ideología nazi, sino que representan la actitud de la mayoría de la población alemana bajo el Tercer Reich: sin involucrarse directamente, se convirtieron en cómplices de un régimen criminal, por apatía, indiferencia, conformismo, oportunismo. El Mitläufer no es un personaje específicamente alemán, lo encuentras en todo el mundo.

Las dictaduras solo pueden consolidarse gracias a un grupo muy grande de Mitläufer entre la población. Esta categoría es la más importante si queremos aprender de la historia. Porque no podemos imaginar ser monstruos como Hitler o Mengele o dictadores sangrientos como Franco o Pinochet pero podemos imaginar repetir hoy los errores de esta masa de Mitläufer acumulando pequeños actos de ceguera, indiferencia, pequeños actos de cobardía y oportunismo.

-¿Cómo evaluás la admiración de tu abuela por Hitler?

-Mi abuela no estaba en ninguna organización nazi, amaba al Führer y estaba cegada por la ilusión de que bajo Hitler el país parecía recuperarse de su ruina económica y de la humillación de la derrota de 1918.

También se dejó seducir porque gracias a la institución recreativa nazi Kraft durch Freude podía tomar un crucero subsidiado a Noruega a bordo de un nuevo barco de lujo en 1937, inimaginable para una mujer de su clase social.

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Asimismo, su idea de un "pueblo elegido" era tentador para los alemanes que habían sufrido muchas humillaciones desde la Primera Guerra Mundial. Por lo tanto, incluso si condeno el hecho de que mi abuela apoyó a Hitler, al mismo tiempo considero que fue una víctima de un perverso sistema de manipulación psicológica, y de tener la desgracia de nacer en los albores de un siglo maldito, en 1901.

-¿Qué desafíos surgieron al proponerte escribir el libro?

-El gran desafío cuando uno decide escribir sobre el pasado es no aplicar los estándares morales y sociales de hoy. En el caso de mis abuelos alemanes bajo el Tercer Reich: ¿les fue posible decir que no? ¿Cuánto sabían sobre el destino de los judíos? ¿Cuál fue su nivel de educación política? Además de esto, hay psicología: ¿Cómo reacciona un individuo en una multitud? Y también se debe analizar la manipulación política: adoctrinamiento, propaganda, mentiras, puesta en escena estética del poder, desfiles festivos... A menudo olvidamos que el nacionalsocialismo hizo soñar a muchos alemanes. Pero aún así, mi conclusión es: la mayoría de las veces tienes una opción. Desde el momento en que ves que un partido político, una ideología, es peligroso para tus valores, debes ponerte de pie y hablar en voz alta y movilizarte. Si esperas, puede ser demasiado tarde y más difícil de resistir.

-¿Qué rol ocupó tu padre, que se enfrentó a tu abuelo por la conducta que tuvo durante el gobierno de Hitler, en tu decisión de escribir el libro?

-Mi padre representa a la generación de alemanes que tuvieron el coraje de sacar a la población alemana de la amnesia después de la guerra. Después de la guerra, Alemania se convirtió oficialmente en una democracia, bajo la presión de los aliados occidentales y los Estados Unidos. Pero la tarea más difícil después de un régimen criminal no es cambiar el régimen político sino cambiar la sociedad. Como la mayoría de los alemanes habían apoyado al Tercer Reich, no vieron ningún interés en explorar el pasado, por el contrario. Entonces mostraron solidaridad en su amnesia y en la escandalosa impunidad hacia tantos delincuentes en todas las esferas posibles. Mi padre se enfrentó a su propio padre y dijo: "me molesta menos que hayas sido un Mitläufer, porque tal vez yo también lo hubiera sido, pero lo que no puedo aceptar es que no te enfrentes a tu responsabilidad ahora".