En el último tiempo han aparecido distintos casos de niños que requieren de tratamientos costosísimos para superar diversos tipos de enfermedades. El de Santino Vergara ha sido el último que ha tenido gran repercusión, pero antes estuvieron Lolo Giordanengo y Paloma Ochoa Gentile.
La de Lolo fue la campaña más difícil por el elevado monto que hubo que recaudar (dos millones de dólares) para la compra de Zolgesma, un medicamento para frenar el avance de la atrofia muscular espinal que padece.
Gracias a las acciones solidarias se reunió la mitad del dinero requerido y el resto se consiguió a través de un fallo judicial que intimó al Estado nacional y a la obra social a hacerse cargo del saldo.
El de Paloma es un caso parecido al de Santino, ya que le diagnosticaron la misma enfermedad. Después de reunir los recursos, la niña pudo viajar a Barcelona para recibir su tratamiento.
Más allá de las diferencias, en las tres historias la sociedad y su compromiso solidario fueron clave para conseguir lo buscado por los familiares de los chiquitos.
Ante la ausencia del Estado y la falta de cobertura de las obras sociales, el aporte de la gente ha hecho posible lo que de otra forma hubiera sido irrealizable, debido a que los montos que se requieren son imposibles de afrontar por una familia.