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"También debería haber un Nunca Más para Malvinas, hacer una pacificación"

El caso de Silvio Katz es uno de los que se investigan en la Justicia por los tormentos de los que fue víctima durante el conflicto bélico. Fue estaqueado, golpeado y discriminado por sus creencias religiosas. "Quiero que alguien les explique a mis hijos el motivo de por qué no puedo dormir", sostiene sobre sus expectativas en la investigación

Avanza la causa por la que excombatientes de Malvinas piden respuestas por las torturas que sufrieron infligidas por sus superiores durante el conflicto bélico. A casi 40 años, hay diferentes investigaciones que dan cuenta de procedimientos similares a los que utilizaron las Fuerzas Armadas como terrorismo de Estado en continente, pero con los jóvenes soldados en la isla. Las declaraciones son impactantes, muy duras, y uno no sólo se imagina el dolor que implicaba estar en una guerra, la mayoría con apenas 18 o 19 años, con frío y sin comida, sino que también recibiendo estos tratos de quienes debían guiarlos.

“En esta causa se investigan 105 hechos y hay 95 imputados, por la que 39 años después seguimos esperando. Estamos cada vez más grandes, la mecha es cada vez más corta, no tenemos más ganas de seguir esperando, por lo menos que empiecen a dar explicaciones”, sostiene Silvio Katz, excombatiente que es víctima y testigo en una de las causas que investigan lo ocurrido en Malvinas. “Al principio me gobernaba la venganza, quería ver sangre, pero ahora quiero ver explicaciones. Quiero que alguien les explique a mis hijos el porqué de todo mi derrotero, el motivo de por qué no puedo dormir”, completa.

“El estaqueamiento era con una remera y en calzoncillos, y a mí me lo hicieron junto a otro muchacho al que le pusieron una granada en la boca y le sacaron el seguro. Al día de hoy tengo su imagen grabada en la mente de él llorando y yo al lado pidiendo que no se le cayera porque explotábamos los dos”, comenta el excombatiente Silvio Katz.

En diálogo con Puntal, Katz analiza la actualidad de su reclamo, cómo ha cambiado con los años la respuesta de la ciudadanía y la situación ante la Justicia: “Al salir a la luz nuestro reclamo, al no esconder nuestro dolor y animarnos a que lo cuenten los demás, a no tener miedo por las amenazas que tenemos hace 39 años, cada vez hay más representación artística, más canciones que hablan de Malvinas, cada vez más que hablan de lo que pasó realmente; cuando yo escuchaba “Héroes” de Ciro o a León Gieco, pensaba que realmente nadie prestaba atención a las letras de la canción, porque vitoreaban pero al otro día nadie se acordaba de lo que decían”, sostiene.

- ¿Cuántos años tenía cuando fue a Malvinas?

- Cuando fui a Malvinas tenía 19 años, nos habían cambiado a varios oficiales en diciembre de 1981, y uno parecía un tipo macanudo, un subteniente recién llegado, y cuando nos repartieron en grupos para ir a la guerra, el 6 o 7 de abril, porque nosotros fuimos el 11 de abril, él me dijo que me sumara con él. Yo soy de Buenos Aires y estaba en Tablada, y estaba contento porque me había elegido, pero después fue el que me torturó, me discriminó por judío y quien sacó todo su nazismo a la luz. Metí el pie en donde no debería haberlo metido, nunca me hubiera imaginado que el mismo tipo que me propuso sumarme a su lista me iba a torturar delante de todos los demás.

“Encima yo no había elegido eso, no es que me la tenía que bancar porque había elegido la carrera militar, me faltaban 15 días para irme de baja, se terminaba mi vida de sufrimiento militar, porque en la “colimba” tampoco la había pasado tan bien, pero estábamos en una guerra y pensábamos que tirábamos todos para el mismo lado, pero resultó que no”, dice el excombatiente, y agrega: “Es increíble que hayan pasado 39 años y todo siga igual, que la Justicia de mi país no intervenga y no acepten que estos delitos sean de lesa humanidad, que den explicaciones, aparte para que puedan depurar su fuerza; para que no digan que los militares son algo malo deberían separar a los que sí lo fueron y dejar limpia la institución para que los valientes salgan a la luz. Si no se va a mezclar siempre todo”.

Katz comenta que su torturador tiene sólo 3 o 4 años más que él, y no sigue más en las fuerzas, “estuvo mucho tiempo viviendo en Córdoba y por denuncias en su contra tuvo que irse de nuevo a Buenos Aires”, comenta, e indica que las torturas iban desde lo físico a lo psicológico, siendo víctima de duras golpizas, obligado a comer desde el piso, y recibía constantes insultos discriminatorios por sus creencias religiosas. “Me denigraba delante de todos por ser judío, incluso hizo que muchos me tuvieran bronca, me acusaba de haber matado a Cristo, de ser traidor, cosas para generar discordia entre la tropa, como dicen, a río revuelto ganancia de pescadores, para muchos el enemigo era yo y no él”, comentó el excombatiente.

Él también fue torturado y estaqueado, como varias de las víctimas denuncian en la causa. “Fue porque fuimos a buscar comida al pueblo, y nos acusaban de ladrones y de avergonzar al pueblo argentino por nuestras actitudes”, comenta, y señala que en esos 70 días llegaron a bajar de peso hasta 20 kilos, con un gran impacto por la falta de comida y por no consumir las calorías que necesitaban en un lugar en el que enfrentaban temperaturas de hasta 20 grados bajo cero.

“El estaqueamiento era con una remera y en calzoncillos, y a mí me lo hicieron junto a otro muchacho al que le pusieron una granada en la boca y le sacaron el seguro; al día de hoy tengo su imagen grabada en la mente de él llorando y yo al lado pidiendo que no se le cayera porque explotábamos los dos”, comenta el excombatiente, que agrega: “Nos decían que era para aleccionarnos y que nos hiciéramos hombres, pero a mí la guerra no me hizo más hombre, al revés, me hizo vivir con más miedos”.

Creo que a palo que se pone en las ruedas, uno sale más fortalecido y con más ganas de buscar justicia. Yo la seguiré peleando mientras piense que fueron delitos de lesa humanidad. Creo que a palo que se pone en las ruedas, uno sale más fortalecido y con más ganas de buscar justicia. Yo la seguiré peleando mientras piense que fueron delitos de lesa humanidad.

En Malvinas estuvo hasta el final del conflicto bélico. Cuando regresó al continente en el buque argentino “Bahía Paraíso”, y llegó el Día de la Bandera, “estuve internado en el Hospital Militar, donde me curaron las piernas, después me estuvieron engordando y llegué a mi casa en las primeras semanas de julio”, comenta.

- ¿Recibió amenazas para que no contara nada sobre las torturas que había recibido?

- A todos los que fuimos al hospital o al centro de rehabilitación nos daban a firmar una hoja en la que decían que los militares no se hacían cargo de lo que nos pasara de allí en adelante. Yo no lo firmé, aunque eso no cambia en nada, nos metían miedo. A muchos incluso los fueron a buscar después para seguir amenazándolos, a mi casa fueron una sola vez y yo justo no estaba. Ese mismo manejo del miedo lo mantuvieron tras la guerra, no hay que olvidarse que después de Malvinas estuvieron en el poder un año y medio más antes del regreso a la democracia, nos siguieron callando en ese regreso a las urnas.

- ¿Se sigue con expectativa el desarrollo de estas causas en la Justicia?

- Creo que a palo que se pone en las ruedas, uno sale más fortalecido y con más ganas de buscar justicia. Yo la seguiré peleando mientras piense que fueron delitos de lesa humanidad; no me cabe ninguna duda de que en algún momento un iluminado entienda que el que hizo lo que hizo debe pagar en la Justicia. No hablo desde la venganza, pero debería haber un Nunca Más para Malvinas también, hacer una pacificación, no puedo entender cómo todavía pueden morir veteranos sin recibir justicia. Cómo un país puede tratar así a sus veteranos de guerra; pasaron 39 años que parece un montón, pero para nosotros no es nada.

Luis Schlossberg. Redacción Puntal