Salud | María Selene Casiva | Odontología | Implantología

"Hay que perderle el miedo al odontólogo"

La especialista Casiva dice que la relevancia en los controles odontológico implica concurrir, la tecnología derivó en sesiones mucho menos traumáticas de alta planificación

María Selene Casiva (MP 6385) es odontóloga y está formada como especialista en implantología. Su abuelo médico le inculcó el amor por el paciente, la bondad de brindarse a los demás y solucionarle problemas a quienes acuden a su consultorio. Recuerda que de chica tuvo ortodoncia, la odontología le apasiona. Es una de las pocas profesionales con formación certificada en implantes, mas allá de atender consultas odontológicas en general.

¿Qué es la implantología?

-Es una solución a estas prótesis desadaptadas, incómodas, con las que el paciente no podía comer, no podía hablar, se le salían, se quebraban, entonces la implantología trajo soluciones muy importantes. Y sobre todo con menor impacto, cuando teníamos que colocar un puente, dañábamos dos estructuras para solucionar ese faltante, hoy con la implantología eso no es necesario. Esta especialidad permite que el paciente llegue estudiado, planificado, entonces todo el proceso es mucho más seguro respecto del tratamiento que va a recibir. Como profesionales también trabajamos muy seguros porque todo está planeado, organizado, el paciente trae sus tomografías y sus estudios; las cirugías se planean con medicación previa y posquirúrgica. El paciente no sufre, no tiene dolor y eso trae beneficios muy importantes.

¿Cuánto hay de aporte tecnológico en eso?

-Muchísimo. Los profesionales de la salud estamos en un continuo aprender, es nuestro trabajo, estamos permanentemente actualizándonos, es una obligación para nosotros; cuesta, tiene su precio, tiene su esfuerzo a nivel familia, a nivel personal. La pandemia trajo algo muy bueno que es la posibilidad de las clases online, a nosotros que somos del interior eso nos costaba mucho. Hoy no hace falta trasladarnos, eso es muy bueno, hemos podido tomar cursos que antes nos salían el doble. Seguir capacitándonos trae previsibilidad, planificación, mejores estrategias y productividad.

-Por otro lado, comunicarse y explicarle al paciente qué es lo que se le va a hacer, y no que ingrese y de inmediato saquemos nuestras ‘armas’, sin tomar un contacto previo; es algo fundamental. Escucharlos desde la primera consulta para que el paciente tome confianza, una confianza que tiene que ser mutua, no puede estar en un solo lado. Entonces cuando se logra ese vínculo, es todo mucho más llevadero.

¿Cómo evaluarías a Río Cuarto en cuanto a tecnología odontológica?

-Hoy estamos muy bien preparados, con profesionales idóneos, gente muy capaz, en permanente formación, no creo que haya una diferencia entre interior y Córdoba, o interior y Buenos Aires. Tenemos muchos beneficios pero también hay una cuestión personal de cada uno en cuanto a qué compromisos toma uno y en cómo nos formamos. También el Colegio de profesionales nos exige esa formación, tenemos que ir presentando revalidaciones y eso hace a lograr un alto nivel.

María Selene Casiva | Odontóloga | MP 6385

¿Cuáles son los controles que el paciente debería hacerse?

-Lo importante es que tiene que haber un auto-control del paciente, así como está el auto-control para el cáncer mamas, es fundamental que el paciente se observe, que se observe la lengua, la mucosa, los dientes. Si siente ardor, quemazón, algún elemento que raspa, alguna prótesis desadaptada, que concurra al odontólogo. A veces el paciente tiene miedo, cree que se va a solucionar solo, eso es muy común en la odontología: creer que ya se me va a pasar, y no pasa, se hace crónico y no pasa. Hay un aumento muy grande de casos de cáncer de boca, disminuyó la edad y han aumentado los casos, la salud mundial tiene que estar atenta de eso y nosotros como profesionales tenemos que informarle al paciente, no solo de ese auto-control sino también de la visita anual. Otra acción importante es ofrecerles a los niños, con nuestro ejemplo, el hábito de la higiene bucal y los controles. Perderle el miedo al odontólogo significa concurrir, buscar un profesional que se ameno, que te de confianza.

Puntualmente, ¿qué pude percibir el paciente ante un posible cáncer de boca?

-Puede tener ardor, quemazón, puede tener sensación de boca seca, puede tener alguna lastimadura, al principio lo siente el paciente luego se hace crónico, el hábito de fumar, de tomar alcohol; son agravantes. Es una patología muy específica, algunas tiene resolución simple otras más complejas, pero la sintomatología se basa en eso principalmente. Sin embargo lo más importante es concurrir y que el profesional lo detecte.

¿Hay emociones que se manifiestan en la boca?

-Si bien el bruxismo es un hábito, la pandemia trajo aparejado muchas dificultades emocionales que se manifiestan en la boca, y se deriva a diferentes áreas, se pueden ver patologías como la anorexia en jóvenes, se pueden percibir patologías de transmisión sexual, entre otras. Creo que es una materia muy amplia, pero en general desde el consultorio se pueden detectar muchas otras patologías, que por supuesto son derivadas a los profesionales pertinentes.

¿Hay insumos faltantes en el país?

-Ese tema tiene que ver con el profesional, si uno tiene una línea y una formación como para determinar con qué marca vas a trabajar con el fin de que te de tranquilidad y seguridad. Hay implantes nacionales e importados de todo el mundo, y hay materiales que no ingresan, por eso es importante trabajar con marcas que tengan trayectoria de varias décadas en el país. Eso implica que tengan protocolos de trabajo y un sistema organizado.

¿Cómo los afectó la pandemia?

-Tenemos otra dinámica, el trabajo tiene que ser mucho más organizado, los entre-turnos desaparecieron, las medidas de seguridad las seguimos sosteniendo de la misma manera que el día 1 y eso nos trajo muchos beneficios a la hora de trabajar, si bien es incómodo nos hemos acostumbrado a la incomodidad, trabajamos más tranquilos, pero tenemos otros costos, con otros tiempos y con otros gastos.

Por Fernanda Bireni