Definir la morfología de una vivienda es tan importante como pensar qué materiales van a darle cuerpo a esa volumetría. A la vez, determinar qué planos verticales se abrirán para dar paso a la luz solar es otra decisión que empezará a establecer las bases del diálogo con el entorno y la interacción con la naturaleza.
Y es en el desafío de conjugar las variables en la justa medida en donde adquiere relevancia el rol del profesional de la arquitectura, quien deberá saber escuchar primero los requerimientos puntuales del comitente para volcar luego todo esa información en el proyecto.
Casa A-A es una vivienda de dos plantas de 280 metros cuadrados cubiertos y 36 metros cuadrados semicubiertos, ubicada en la zona oeste de Río Cuarto. Cuenta en planta baja con un living-comedor, una cocina con asador incorporado y despensa; un dormitorio principal con su baño en suite, un baño toilette que también funciona como baño de servicio para la pileta y galería, y, por último, un lavadero, y garaje. La planta alta se reduce a dos dormitorios con baño y un escritorio que balconea al hall en planta baja.
“La vivienda es de estilo contemporáneo, donde se buscó que pocos materiales sean los que definan el lenguaje de la fachada. Por un lado, el hormigón visto, un material de mucho carácter e impronta y, por otro lado, un revestimiento de una textura más suave, que aportó calidez y nos permitió jugar con otros dibujos en una fachada fuerte, donde la línea toma mucho valor ente pérgolas, buñas y varillas”, explica la arquitecta María Ortiz Rombola, del estudio local Pinasco Ortiz Rombola, que comparte junto a su marido Javier y a su hija Martina, que también es arquitecta.
Y agrega: “Para nosotros, cada obra es una oportunidad de propuesta, aporte e investigación. Si bien en los proyectos se vierte experiencia de uno en otro, siempre buscamos repensar modos y métodos para proponer la solución arquitectónica para cada individuo en especial. En esta casa, surgió una interesante comunicación entre el lenguaje y la función en la que ambas lograron complementarse para dar un gran resultado”.
Premisas
En referencia a lo técnico, la arquitecta explica que la idea inicial se basó en la incorporación de materiales de terminación de bajo mantenimiento (algunos de ellos al desnudo, como el hormigón) como premisa primordial.
“Tampoco queríamos abusar de tanto hormigón visto en planos verticales, ya que también nos regia la premisa de reforzar la calidad térmica de los muros. Y es por ello que elegimos, según la orientación y función del espacio, algunos dobles muros”, señaló Ortiz Rombola.
En lo que respecta al interior de la casa, se buscó mantener el mismo lenguaje, es decir, que pocos materiales participen en la definición de los ambientes, que puedan adaptarse a requerimientos funcionales y que sean de fácil integración en ambientes compartidos.
“Elegimos una placa de madera que nos permitió revestir muros, fabricar puertas y grandes portones, como así también muebles, siguiendo con la idea de contrarrestar y suavizar la presencia del hormigón visto”, puntualizó.
Para añadir: “Otra premisa que tenía la casa, era reducir los metros cuadrados en relación a la casa anterior, sin perder sus prestaciones. Es así que buscamos optimizar lugares de guardado aprovechando pasillos, el hall de ingreso y otros lugares que pudiesen haber sido residuales. Fueron estos espacios útiles, ocultados detrás del mismo lenguaje de las placas y puertas sin marcos ni bisagras vistas, así no se interpondrían en la idea de estos espacios limpios e integrados”.
El rol de la iluminación
La arquitecta explica que la luz natural fue considerada como el principal elemento de diseño por lo que se analizó cada componente que pudiera interactuar con la iluminación diurna y se estudiaron los artefactos a incluir para dotar a la casa de luz artificial.
“Jugamos mucho con los efectos interiores de luces artificiales con iluminación led, barrales con luces dirigidas o con una lámpara colgante que resalta la doble altura y aparece como elemento de diseño del hall”, sostiene.
Otro elemento que aparece en este gran espacio del hall de ingreso es una mesa antigua con ornamentaciones que rompe con la linealidad del ambiente. “A esa mesa la eligió y la trajo la dueña y la verdad agradecemos esa incorporación sino quizás hubiésemos abusado de la línea recta. De ahí nos sumamos a su idea y surgió la propuesta de un manijón rústico para la puerta de ingreso, como también de unas placas rústicas y con textura que marcan la doble altura del hall y terminaron ablandando el ambiente”, concluyó la arquitecta.