avier Milei será un presidente con una doble cualidad: los 11,39 puntos de ventaja que le sacó a Sergio Massa le otorgaron un plus de legitimidad electoral que nadie pronosticó pero, a la vez, las condiciones prácticas de la política hacen que no tenga la fortaleza necesaria para encarar por sí solo las reformas que prometió en la campaña.
Es fuerte y débil a la vez. El electorado le dio un mandato contundente pero le retaceó las herramientas.
Milei consiguió hace apenas una semana el 55,69 por ciento de los votos y un apoyo de esa magnitud -casi 14,5 millones de votos- permitiría presuponer que su gobierno no debería tener demasiados inconvenientes para conseguir la aprobación de los proyectos que se cansó de anunciar durante la campaña y que reconfigurarían el país para adaptarlo al modelo libertario. Sin embargo, la política no es tan simple, aunque los mandatos sean categóricos.
En soledad, La Libertad Avanza cuenta sólo con 38 diputados de un total de 257 y con 7 senadores en una Cámara de 72. Ahí está la contraposición entre la legitimidad electoral y la endeblez institucional. Milei no sólo necesitó al Pro de Mauricio Macri para ganar las elecciones sino que lo seguirá haciendo ahora que llegó al poder. Y si sumara a todos los legisladores de esa fuerza todavía estaría lejos de alcanzar el quórum para sesionar y para aprobar las leyes.
El nuevo presidente requiere gobernabilidad. A eso se deben los episodios vertiginosos que poblaron su primera semana como hombre fuerte del país y que estuvieron marcados por las marchas y las contramarchas. Esa dinámica de condicionalidades obedece a que el nuevo jefe de Estado no podrá gobernar sin socios que lo apuntalen.
Milei amagó con conformar un gabinete de puros libertarios pero después debió retroceder y despoblar su equipo de leales y de leones originarios. La gobernabilidad podrá conseguirse en el Congreso si antes empieza a manifestarse en el Ejecutivo. Y ahí aparecieron dos grandes jugadores que se convirtieron en usinas de funcionarios para el gabinete que asumirá el 10 de diciembre. Uno estaba cantado:Mauricio Macri. El otro dio indicios pero pocos lo imaginaron cohabitando el mismo espacio que Milei:Juan Schiaretti.
Hasta ahora -porque el gabinete del libertario es un organismo inestable- el expresidente se quedó con Economía, posiblemente el Banco Central, Seguridad, Modernización, más allá de las segundas líneas.
Y desembarcarán funcionarios del gobernador cordobés en áreas clave: Anses, que será manejada por el actual ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano;Transporte, que quedará en manos de Franco Mogetta;el Banco Nación, al que arribará el actual presidente del Bancor, Daniel Tillard;y posiblemente Fabián López, actual secretario de Servicios Públicos, que se haría cargo del área de Energía.
Todos son puestos estratégicos y contemplan políticas sobre las que el gobernador Schiaretti ha reclamado insistentemente en los últimos años. Giordano manejará el reparto de los fondos que van a las cajas de jubilaciones;Mogetta dispondrá de las partidas que vayan al transporte, incluidos los ahora inciertos subsidios;y López podría manejar la distribución de los recursos energéticos -Schiaretti siempre protestó por el desigual reparto de los subsidios en ese rubro-.
Es decir, los movimientos habilitan la especulación de que después de la primera vuelta Milei sumó a Macri como socio y a Schiaretti después de la segunda -o incluso antes-. Sin embargo, en el schiarettismo aseguran que la sucesión de actos que están apareciendo en la superficie no reflejan la realidad. Sostienen que Macri sí es un socio de Milei que cogobernará;pero desmienten que el gobernador cordobés también lo sea:aseguran que será un opositor racional, que le otorgará al presidente herramientas de gobernabilidad pero que no compartirá el rumbo de la gestión ni el diseño de las políticas.
¿Y los funcionarios entonces? ¿Y Giordano, Mogetta y Tillard? En el Panal manifiestan que los tres desembarcan en el gabinete no como delegados de Schiaretti sino movidos por decisiones individuales. Es decir, según esta versión, se representan a sí mismos y nada más que a sí mismos. Los operadores de Milei habrían seducido a los cordobeses sin la aprobación del gobernador, aseguran.
Pero ese relato que hace el schiarettismo se topa con un límite:la verosimilitud. Es sumamente difícil de creer. Más aún si se trata de un liderazgo como el de Schiaretti, que ha sido verticalista y férreo y que no habilitó nunca disidencias discursivas ni posicionales.
Los schiarettistas hacen lo que Schiaretti les dice que hagan.
Pero, además, hubo una larga serie de episodios preparatorios:el gobernador proclamó que era neutral en la campaña pero en realidad no lo fue. Su discurso fue abiertamente crítico con Massa hasta el final:incluso el viernes pasado, cuando el país ya estaba en veda, Schiaretti aprovechó un acto oficial para despacharse en contra del candidato oficialista y su política económica inflacionaria.
El schiarettismo manifesta que en el Congreso se reflejará qué actitud adoptará ante el nuevo gobierno: dice que aprobará los proyectos constitutivos de Milei pero que no le firmará un cheque en blanco. El bloque y el interbloque que la fuerza del gobernador aspira a comandar pasarán a tener un peso que puede ser decisivo en la configuración del nuevo esquema político nacional. En términos de poder, cada legislador valdrá mucho más desde el 10 de diciembre.
Habrá situaciones algo extrañas: el schiarettismo dice que no integrará el gobierno pero tendrá a una pareja que cumplirá una doble función. Osvaldo Giordano será miembro del gabinete, manejará la segunda caja del gobierno nacional, y su mujer, Alejandra Torres, ocupará una banca de diputada desde la que, según la versión cordobesista, ejercerá la oposición. Escenas de la nueva política.
El triunfo de Milei, y también su magnitud, provocó que empiece a producirse una reconfiguración del sistema político en su conjunto. ¿Quién es oficialista? ¿Quién está en la oposición?Son preguntas que todavía no pueden responderse a ciencia cierta. Por ejemplo, no puede aventurarse qué pasará con el radicalismo, si es que puede hablarse de un radicalismo.
Las consecuencias están siendo las que se producen no cuando hay un cambio de gobierno sino un cambio de ciclo. Y en ese punto, el trauma más profundo está en el peronismo. Porque no sólo parece haber perdido una elección sino una parcela determinante de su base de sustentación ¿Qué representa hoy el peronismo?¿A quién le habla? ¿Cómo es que llegó al gobierno, y le arrebató parte de su electorado histórico, alguien que dice que su concepto fundamental, la justicia social, es una aberración inaceptable? Según la consultora Prosumia, Milei obtuvo el 50,8 por ciento de los votos entre los asalariados; el 47,4 entre los jubilados;el 63,5 entre los trabajadores por cuenta propia; y el 50,9 por ciento entre los informales. El domingo votó al libertario una enorme marea de gente que normalmente elegía al peronismo.
¿Quién asumirá ahora el liderazgo de esa fuerza?¿Qué rumbo le imprimirá?Es otra de las incógnitas. Schiaretti aspira a configurar un justicialismo desanclado del kirchnerismo pero no será un camino despejado para él porque, presumiblemente, su doble condición de oficialista-opositor podría no salirle gratis.
Por ahora hay un par de constataciones con respecto al liderazgo de Schiaretti:se ha convertido en una figura importante en el país y, por lo tanto, seguirá siéndolo en la provincia. De ahí que quienes esperaban una separación repentina del liderazgo de Martín Llaryora con respecto al del actual gobernador tal vez deban recalibrar sus expectativas.
Esa situación tendrá impacto también en la política riocuartense, que se apresta a iniciar el proceso electoral para elegir a un nuevo intendente en 2024. El schiarettismo seguirá siendo un actor de peso en la ciudad, junto ahora con Llaryora. Pero además todo el mapa político también entrará en revisión. Por ejemplo, en los últimos días Gabriel Abrile, que perdió la interna contra Gonzalo Parodi en el radicalismo, no descartó un posible acuerdo con La Libertad Avanza para convertirse en candidato por esa fuerza. No dijo ni sí ni no, prefirió eludir la respuesta.
Milei es un fenómeno que explotó el domingo y que empieza a gravitar, obviamente, en todo. Todavía resta observar cuánto podrá aplicar de sus ideas, en cuáles deberá ceder y cuáles tendrá que enterrar definitivamente. Por lo pronto, hubo algunas situaciones que se preveían y no ocurrieron:todos esperaban que el dólar volara el martes pero se movió con cautela. No pasó lo mismo en las góndolas, que tuvieron fuertes remarcaciones, de hasta el 45 por ciento en alimentos y de hasta el 70% en productos de higiene.
El presidente electo ha adelantado que ya no habrá intervención del Estado para interferir en esa dinámica. Las empresas con grandes cuotas de mercado parecen haber sido las primeras en olfatear el aroma de la libertad. Y lo están trasladando a precios.