“La payada es el arte, la música, que nace y muere en el momento”, tal lo define Fabián Heredia, un vecino de General Deheza que, apasionado por las tradiciones camperas y defensor acérrimo de sus expresiones, organizó para este fin de semana el 2° Encuentro Nacional e Internacional de Payadores.
Se trata de una expresión que forma parte de las raíces propias del acervo cultural argentino y es en el campo de domas o encuentros tradicionalistas donde estos verdaderos genios de la improvisación riman y hacen versos que enaltecen la cultura popular. En medio de jineteadas o en ronda frente a un fogón, estos expertos arrancan desde una sonrisa hasta una lágrima. La virtud es la improvisación y lograr al momento un verso que rime, cuente una historia y hasta deje un mensaje.
Anoche, y sobre el escenario de la Sociedad Italiana de General Deheza, cinco payadores argentinos y uno uruguayo se preparaban para “payar” y batirse en duelos en contrapuntos y décimas, además de performances individuales.
El gestor de esta iniciativa es Fabián Heredia, profesor de guitarra, de danza, apasionado por el folclore y quien en dos programas de radio, que tiene en la radio Show, brinda un espacio único a esta expresión cultural. Es este Encuentro de Payadores de Deheza uno de los más importantes de la provincia. “Nace como una iniciativa para honrar y reivindicar el oficio de payador. Yo soy un gran admirador de ellos. Porque en realidad ellos están en las jineteadas o eventos esporádicos, pero nunca tienen su fiesta, al menos acá en la provincia. Sí en Buenos Aires y otros lugares”, relató el organizador. En 2018, Heredia organizó el primer encuentro. Luego la pandemia y cuestiones económicas demoraron la realización de la nueva edición, que finalmente se concretó este sábado.
El encuentro de anoche en Deheza reunió a seis payadores: Juan Gutiérrez (Uruguay), Lucho Domingo (San Luis), Franco Ramírez (Mendoza), Diego Pugliesse (Colón, Buenos Aires), Miguel Julián (Entre Ríos) y Damián Mio (Córdoba).
Con su guitarra en mano y la vestimenta típica campera, cada payador tuvo su espacio para desplegar su arte individual y luego compartir payadas con sus compañeros en el escenario. El encuentro cerraba a puro ritmo de chamamé.
“Para mí es un arte maravilloso. Es el canto que nace y muere en el momento. Eso no tiene papel. No hay libreto ahí. Es todo espontáneo, los payadores interpretan sobre lo que el público vive, pero tiene un fuerte arraigo con las tradiciones de campo. Pero además, quienes lo realizan tienen un alto intelecto y cultura que les permite hacer los mejores versos reflejando la realidad del país y el mundo. Yo, la verdad, los admiro”, dice Heredia.
Si de mencionar un ícono de este oficio se trata, no duda al mencionar a Gustavo Guichón. “Tuve la suerte de estar con él, conocerlo y hasta cantar con él”, sostuvo.
De cuna de payadores
Diego Pugliesse tiene 21 años y payador “desde la cuna”. Es que en su familia, abuelos y padres hicieron de este oficio un culto. Oriundo de la localidad de Colón, provincia de Buenos Aires, dice que desde muy pequeño se deleitaba escuchando a sus abuelos cantar versos improvisados.
“Vengo de familia. Mis cuatro abuelos son muy amantes de esto, siempre vinculado con lo de la jineteada, lo de las tradiciones. Mis dos abuelos, tanto de parte de padre y de madre, son montadores en la jineteada”.
“Mi abuelo que tengo en vida de parte de madre, siempre muy amante del canto nuestro y demás. Yo de muy chico venía a la casa de él y paraban payadores siempre. Él organizaba jineteadas y fiestas. En uno de esos encuentros conocía a Miguel Julián, a Juan Pedro Gutiérrez, y los escuchaba payar y yo con unos 8 años quería improvisar algunos versos. Ya la guitarra me tiraba. Me fui largando de a poquito, pero diría que fue a los 12 años cuando comencé a payar”, relata Diego.
“Yo escuchaba la milonga payadora de Juan Pedro Gutiérrez, que es una milonga oriental con dos golpes en la tercera cuerda. Y me llenaba el alma, la verdad es que me llenaba el alma de emoción y el corazón me galopaba distinto”, dice el joven.
Y recuerda que su primera payada nació al lado de un fogón en la casa de su abuelo, con una guitarra que le había regalado su abuela.
Con sus 21 años, Diego ostenta orgulloso su oficio de payador. Y ante la consulta de si esta expresión se acerca a lo que hoy hacen los raperos, sobre quienes aclara y coincide con Heredia al señalar que nada tienen que ver y solo es la improvisación la que puede dar alguna similitud.
“En la payada todo nace y muere en el momento y está más arraigado a las tradiciones”. Y agrega: “Una vez escuché a Emanuel Gabotto decir: ‘Ser payador es un estilo de vida, porque uno se levanta siendo payador y también se acuesta siéndolo’”.
A pesar de su corta edad, Pugliesse ya compartió escenario con grandes payadores y tiene el orgullo de haber recibido a los 15 años un poncho gaucho de grandes artistas.
Sobre ello comparte: “Cuando Juan Pedro Gutiérrez tenía 15 años improvisó con el indio Juan Carlos Bárez, que es uno de los payadores más grandes que ha existido, digamos que es el patriarca de los payadores. Al terminar le dijo que legaba el poncho, se lo dejaba a él porque era el payador del futuro. Luego, a mis 15 años, fue Juan Gutiérrez quien tuvo el mismo gesto conmigo”.