En sus palabras antes de la oración mariana, el Sumo Pontífice instó a “escuchar la voz de la conciencia” y enfatizó que “las aparentes victorias logradas por las armas, sembrando muerte y destrucción, son en realidad derrotas y nunca traen paz ni seguridad”. El mensaje de paz del Papa no solo abordó el conflicto en Ucrania, sino que se extendió a todas las tierras afectadas por la violencia, particularmente a Tierra Santa.
El Santo Padre invocó a la intercesión de los nuevos santos y de la Virgen María para el cese de la violencia en el mundo. En esa misma línea, el Papa dirigió su llamado a los gobernantes, y reiteró: “Las aparentes victorias logradas por la fuerza de las armas, sembrando muerte y destrucción, son en realidad derrotas y nunca traen paz ni seguridad. Dios no quiere la guerra. ¡Dios quiere la paz! Y Dios sostiene a quienes se comprometen a romper la espiral del odio y a recorrer el camino del diálogo”.
Asimismo, el Papa aprovechó el momento para recordar a los dos nuevos beatos de la Iglesia, quienes fueron mártires. “En Tallin, capital de Estonia, fue beatificado el arzobispo jesuita Eduard Profittlich, asesinado en 1942 durante la persecución de la Iglesia por parte del régimen soviético. Y en Veszprém, Hungría, fue beatificada María Magdolna Bódi, una joven laica asesinada en 1945 por resistirse a los soldados que querían violarla. Alabemos al Señor por estos dos mártires, valientes testigos de la belleza del Evangelio”, pronunció el Papa.
Para finalizar, el Pontífice saludó a los obispos, sacerdotes, delegaciones oficiales y a todos los fieles que participaron de la esperada ceremonia.
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