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Sbiroli: la pasta que cruzó el océano y encontró su hogar en Córdoba

Una receta centenaria, tres generaciones al frente y el mismo secreto de siempre: hacerlo con tiempo, manos y corazón. Lo que comenzó en una cocina italiana hoy alimenta mesas en todo el país

Desde una receta nacida en el sur de Italia en 1835 hasta una fábrica que hoy produce 120 toneladas mensuales en Córdoba, Sbiroli Pastas encarna el viaje de miles de familias inmigrantes que convirtieron sus tradiciones en oportunidades. Fundada en Argentina en 1938 por Luis Sbiroli, la empresa familiar lleva tres generaciones amasando mucho más que fideos: una historia de esfuerzo, sabor y raíces.

Sbiroli Pasta fue fundada acá en Argentina por mi nono Luis Sbiroli en 1938. La marca viene del sur de Italia”, cuenta Adrián, actual director de la empresa, con la mirada puesta en el pasado pero con los pies firmes en el presente.

Las recetas que hoy dan vida a más de 20 variedades, entre fideos laminados y de prensa, tienen casi dos siglos de antigüedad. En 1932, cuando aún operaban en Italia, la pasta de la familia fue distinguida con la medalla de oro en la Exposición de la Industria y Comercio de Venecia. Solo seis años después, uno de los Sbiroli decidió emigrar a Argentina y continuar la tradición en estas tierras.

Desde entonces, la fábrica ha crecido, pero sin dejar de lado su esencia artesanal. “Empezamos hace dos años produciendo 80 toneladas, hoy estamos en unas 120 toneladas mensuales y el objetivo hacia adelante es poder llevar la fábrica a producir entre 150 y 180 toneladas mensuales”, detalló Adrián.

Actualmente, Sbiroli Pastas emplea a 15 personas: dos en el área administrativa y el resto en producción. Sus productos llegan a Córdoba Capital, el Valle de Punilla, Traslasierra, Villa Dolores, San Luis, La Rioja y parte de Catamarca. Y aunque la expansión es una meta constante, la calidad sigue siendo la piedra angular del proyecto.

En estos momentos la empresa produce más de 20 variedades entre fideos de prensa y fideos laminados”, explicó. Cada paso del proceso conserva los principios de antaño. “Las etapas del proceso productivo empezamos desde la materia de preparación a harina especial, que mantengo la misma receta de una harina fidera con la que trabajaba mi nono o mi padre”.

Uno de los secretos de Sbiroli es el secado lento: “No es un secado agresivo, ya que lo hacemos en secaderas estáticas. Demora más tiempo pero con eso logramos una calidad más artesanal”.

La pasión por la pasta también se vive en lo personal. “Uno de los productos más favoritos para mí es el tallarín unido a un huevo. Es uno de los productos que más se siente al cocinarlo el sabor a pasta casera”, confesó Adrián.

Pero detrás de cada paquete no solo hay tradición y sabor: también hay compromiso con el trabajo y la comunidad. “Ser empresario para mí en la Argentina realmente es un desafío importante. Poder generar trabajo, para mí dar empleo es darle la oportunidad a la gente”, reflexionó.

Hoy, Sbiroli Pastas combina lo mejor de dos mundos: el legado italiano que dio origen a sus recetas y el empuje argentino que les dio forma. Lo que comenzó en una cocina familiar del sur de Italia sigue rodando en cada cinta transportadora de la planta cordobesa. Y en cada fideo que llega a la mesa, late una historia de amor, harina y coraje.

Noticia desarrollada con información de Marcas Argentinas