La disminución de colágeno y elastina, la pérdida de hidratación y la aparición de los signos de la edad en forma de arrugas y manchas son algunos factores que nuestra piel enfrenta a diario, sobre todo la del rostro que está mucho más expuesta a las inclemencias del tiempo, y en la que más repercuten estas erosiones por ser una piel más fina. Sin embargo, hoy el mercado nos ofrece una amplia variedad de productos, geles, cremas y serúm para poder sumar a nuestra rutina de belleza.
Si bien la madurez de la piel ligada a nuestra edad es un factor a tener en cuenta, es importante aclarar que, aunque todas las pieles no envejecen del mismo modo, su estado a una u otra edad dependerá de muchos factores como la genética, pero sobre todo de cómo la hayamos cuidado durante toda nuestra vida.
Con una rutina facial específica pensada en función de nuestras necesidades, nuestra edad y nuestro tipo de piel, podremos trabajarla y lucir una piel saludable, unificada, radiante e hidratada.
Punto de partida
Los hábitos de limpieza son imprescindibles a cualquier edad como punto de partida para conseguir una piel saludable y luminosa. Sin importar la edad, nunca debes olvidarte la importancia de seguir ciertos hábitos en tu rutina, como el uso de protector solar durante todo el año, incluso durante los días nublados. Mantener una vida sana, dormir bien, hacer deporte, tener una dieta correcta, etc. No fumar y tomar precauciones como la vigilancia y el control permanente de los lunares.
Siempre se sugiere antes de sumar cualquier producto nuevo a nuestra rutina de belleza y cuidado, consultar con un médico dermatólogo, para que indique el producto que mejor resulte para tu tipo de piel.
Entre los 20 y los 30 años
Sin importar la edad, el cuidado de la piel debe ser una acción que realicemos a diario y desde edades tempranas, empezando siempre por mantener la piel limpia e hidratada. A partir de los 20 años ya podés iniciarte en una rutina de cuidado, sumando productos que te aporten hidratación, luz y firmeza.
A partir de los 25 años, deberíamos incluir cremas con ácido hialurónico, ricas en alantoína y polisacáridos de origen vegetal, que imitan el factor natural de hidratación. Los productos que contienen estos ingredientes, hidratan las capas de la piel, contribuyendo a que parezca más tersa y atenuando el aspecto de las primeras líneas de expresión.
Las medidas preventivas que tomes a esta edad, te ayudarán a retrasar la aparición de signos más visibles de envejecimiento.
Entre los 30 y los 40 años
Sin duda, los tratamientos de vitamina C se vuelven imprescindibles en esta franja etaria ya que la pérdida de luz en la piel, disminuye. Con el paso del tiempo se produce la oxidación en la piel, por ello es bueno acompañarla sumando a tu rutina algún sérum que contenga vitamina C por su gran capacidad para contrarrestar la acción de los radicales libres que atacan la membrana celular y están ligados al envejecimiento cutáneo, a la pérdida de luminosidad de la piel, a la aparición de manchas y a la deshidratación de la dermis.
Por otro lado, el ácido ascórbico repara y regenera las células gracias a su poder antioxidante, haciendo que vuelva a verse saludable y joven.
Entre los 40 y los 50 años
En esta etapa de la vida es conveniente dar una ayuda extra al proceso de regeneración de la piel añadiendo retinoides. A la acción de limpieza e hidratación, durante esta franja etaria, las arrugas y tipos de manchas de la piel son otro factor sobre el que se debe trabajar.
Para ello se sugieren productos con retinol, un activo que aplicado de forma tópica consigue atenuar los signos del envejecimiento. El retinol se caracteriza por ayudar sobre la renovación celular, por lo que la piel muerta se va rápido y aparecen capas de piel nuevas más luminosas. Los retinoides actúan sobre todos los signos de envejecimiento de la piel, como el tono, las manchas, la luminosidad, las arrugas, la dilatación de los poros y la textura de la epidermis.
A partir de los 60 años
Tu rutina de skincare debe incluir una limpieza suave, una mayor hidratación y una buena protección solar. A cualquier edad el fotoprotector sigue siendo un imprescindible. Es necesario que protejas tu piel incluso en esta etapa de la vida, ya que la piel se vuelve más delicada a medida que crecemos, por lo que, a tus 60 años, más que nunca, es importante protegerla de los efectos dañinos del sol.
Hidrata tu rostro cada día, especialmente tras la limpieza facial, para ayudar así a restaurar la barrera de hidratación de la piel. Podes optar por una crema hidratante con ingredientes que reduzcan la sequedad, como lo son el retinol y los alfa hidroxiácidos como el ácido glicólico resultan clave en este tipo de pieles. Utiliza sérums con péptidos que apoyen la producción del colágeno y la elastina, al igual que aquellos productos que contengan vitamina C y la niacinamida, por sus efectos antioxidantes y que además te ayudarán a reducir la decoloración de la piel.
Es cierto que contra el paso del tiempo y nuestra predisposición genética no podemos hacer mucho, pero sí podemos contribuir a mejorar nuestros mecanismos de reparación, a reducir y neutralizar la producción de radicales libres responsables del daño celular y a protegernos de los factores externos que deterioran nuestra piel.
Si bien hay procedimientos y productos específicos que suelen ser costosos, lo cierto es que los principios activos y las pautas más efectivas para cuidar nuestra piel dependen más de la constancia y de tomar conciencia de ponerlos en práctica cada día.
Por Julieta Varroni