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Conquistó cielos y explora nuevas facetas siendo piloto de avión

Se trata de Mora Borra, joven riocuartense que desde sus 16 se adentró en el ambiente aeronáutico y se convirtió en piloto de planeador. Hoy es estudiante de la carrera de piloto comercial en Bell Ville

Mora Borra es riocuartense y con tan sólo 20 años ya conquista el cielo y alienta a otras mujeres a hacerlo.

A sus 16 años comenzó a volar tras convertirse en piloto de planeador y ella misma asegura que fue la piloto más joven de la ciudad.

Actualmente se encuentra estudiando la carrera de piloto comercial en la escuela de vuelo de avión y helicóptero “Echo Víctor” en la localidad de Bell Ville. Para eso viaja una vez por semana, se queda allí tres días y realiza alrededor de siete horas de vuelo, además de las clases teóricas y prácticas.

“Acá, cumpliendo el sueño que siempre me prometí, con mucha pasión, constancia y conciencia. Me había puesto como meta estar haciendo esto a mis 25, no es una carrera fácil de hacer en poco tiempo, así que cumplo mi récord de estar casi a la mitad de mi carrera como piloto comercial, volando por primera vez en multimotor con 19, después de haber elegido este mundo aeronáutico a los 16 años”, escribió al pie de una fotografía la joven piloto.

Un sueño que trasciende la niñez

Borra desde pequeña siempre tuvo admiración por los pilotos de avión, ya que el trabajo de su mamá le permitió descubrir su interés por ellos y heredó la pasión de su papá.

“Cada vez que me subía a un avión, con mi papá nos peleábamos para ver quién iba del lado de la ventanilla. Él me empezó a trasladar la pasión que tenía y fue creciendo tanto que yo no me bajaba del avión sin pedirles una foto a los pilotos en la cabina”, comentó la riocuartense, quien dejó entrever en su relato su pasión por adentrarse al ámbito aeronáutico.

A su vez, Borra señaló que cuando se subía a un avión sentía mucha adrenalina y mucha curiosidad desde muy pequeña: “Semejante bicho y vuela”, recuerda que pensaba en aquel momento.

Un día, como tantos otros en los que visitaba la cabina del avión, conversó con un piloto de una aerolínea que le comentó que podía realizar el curso en un aeroclub y así podía sumar las horas necesarias para adquirir la licencia.

“Me empecé a interiorizar; cuando cumplí 15 años me enteré de que tenía que tener 17 para ser piloto de avión, así que comencé con piloto de planeador y una vez que me recibí arranqué con piloto de avión”, precisó la riocuartense, quien apuntó que es un ambiente muy reducido y que en el día a día no es algo cotidiano de encontrar.

“Hoy en día tengo mi grupo de amigos que somos todos pilotos. En la escuela de Bell Ville comparto clases con gente de otros países, no es algo habitual ser piloto de avión. Hay varias mujeres en Echo Víctor”, expresó Borra.

Sobre su profesión, piloto de avión y planeador, apuntó que debió leer material teórico de un práctico en el que voló sola y luego, con el inspector de la Administración Nacional de Aviación Civil, ya luego de realizar estas tres etapas y aterrizar, se determina la nota obtenida.

Y, aunque la convicción y la pasión por el ambiente aeronáutico eran muy fuertes para la riocuartense, cuando finalizó sus estudios secundarios en 2021 y decidió estudiar en la Siglo 21 la carrera de Licenciatura en Criminología y Seguridad, allí se dio cuenta de que la universidad no era lo suyo, que ella quería volar y hacer lo que amaba. “Desde ese día decidí que quería profesionalizarme y me fui a Bell Ville a inscribirme en “Echo Víctor”. La carrera es a distancia y viajo para realizar las prácticas”, dijo la riocuartense, quien señaló que el apoyo de sus papás y familia fue muy importante para cumplir su sueño de volar.

Actualmente, ya finalizado su curso de piloto privado, se encuentra como estudiante de la carrera de piloto comercial, profesionalizándose aún más para poder seguir alcanzando sus sueños y volando cientos de cielos.

“La carrera es muy amplia, lo primero que uno realiza es ser piloto privado de avión, que tiene como requisito 40 horas de vuelo; luego de rendir se realiza el curso de piloto comercial, este implica 200 horas de vuelo y realizamos vuelo nocturno, instrumental, además de catorce materias teóricas”, remarcó la riocuartense.

Su ferviente actitud y el apoyo de sus papás e incluso de colegas la impulsan a seguir y no desviarse de su ruta personal, por lo que cuando arriba un avión Borra señala: “No hay nada más placentero que sentarse en el avión y una vez que estás nivelado tomar unos mates y disfrutar del paisaje. Es una desconexión gigante”.

Entre los lugares donde realizó sus prácticas se distinguen Bariloche, Mendoza, Rosario y Córdoba, lo que le permitió reunir más horas de vuelo de avión para su licencia como piloto comercial.

En diálogo con Puntal, Borra señaló una de las tantas prácticas que debió realizar, bajo el nombre de “Capota”. La misma consta de utilizar máscaras con las que sólo ves los instrumentos del avión, no ves los paisajes, eso es vuelo instrumental, es decir, sólo con las referencias que te brinda el avión, a su vez estar atento al comportamiento del mismo en distintas circunstancias, por lo que hay que estar preparado.

Su primer pasajero: su papá

La riocuartense relató a Puntal una experiencia aeronáutica que le sucedió con su papá en Traslasierra.

“Lo llevé a mi papá y decidimos ir a Villa Rumipal, estaba el día divino abajo y cuando comenzamos a subir notamos mucho viento, encima en zona montañosa había muchas turbulencias, por lo que decidimos volvernos. No fue preocupante, pero sí inesperado”, señaló Borra, quien con pasión, perseverancia y autoconfianza se convirtió en profesional de la aviación.

“En realidad el que iba a hacer el curso de piloto de avión era mi papá y yo decidí hacerlo como una carrera, él siempre me dijo que iba a ser mi primer pasajero y así fue. Le cumplí la fantasía de lo que él ama”, finalizó la riocuartense, quien apuntó que uno de sus mayores sueños es ser piloto de aerolíneas.