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La fórmula que no será fórmula

La maquinaria electoral está en marcha en la provincia. Juez y De Loredo lanzaron un spot que los muestra juntos pero irán por separado. Schiaretti daría a conocer la fecha de la elección

La violencia narco en Rosario, que finalmente se convirtió en un tema nacional y obligó al gobierno de Alberto Fernández a intervenir con fuerzas federales, es un indicio más de la impotencia que está manifestando la política ante los problemas más graves del país. No puede contener la crisis económica ni el deterioro constante del poder adquisitivo, no puede revertir las expectativas ni generar en la gente esperanza por lo que vendrá, no puede construir una idea de país, no puede dar respuestas ante la inseguridad ni ante las bandas de narcotraficantes. Es un extenso encadenamiento de imposibilidades.

Esa situación se está reflejando en las encuestas de opinión, en las que sólo un puñado de dirigentes consiguen a duras penas tener más imagen positiva que negativa. La oferta política y electoral no despierta entusiasmo y, por eso, a esta altura, cuando la gestión del Frente de Todos ingresa en su etapa final, nadie despega: la incertidumbre es la sensación más afianzada.

En los círculos de poder está instalada la misma desazón. La actualidad es angustiante, con una inflación anual de tres dígitos, pero el futuro no es demasiado prometedor: que finalice el desconcierto de Fernández no implica por sí mismo, como parecía entenderse hasta no hace mucho, que llegue algo superador.

Juan Schiaretti se llevó esa inquietud de la reunión que mantuvo con banqueros en las últimas horas: del abanico de candidatos no surgen definiciones que permitan vislumbrar que alguno de ellos tiene una idea clara sobre cómo salir de la crisis. La improvisación sigue siendo el denominador común.

El gobernador ha recorrido en las últimas semanas los ámbitos del poder económico en un intento por ser el que genere algunas certezas. Ante cada auditorio dice que no tiene nada que demostrar, que hará en el país lo que ya hizo en Córdoba. Las encuestas, al menos por ahora, no lo acompañan. Le adjudican una intención de voto de entre 4 y 6 puntos. Sin embargo, en confianza, un consultor le admitió hace días que el electorado argentino se ha vuelto casi insondable en la actualidad: tres de cada cuatro entrevistados se niegan a responder, un porcentaje demasiado elevado en el que se esconde el verdadero estado de situación. En los sondeos que se difunden, cada candidato podría estar sobreestimado. O subrepresentado.

En el schiarettismo saben que el proyecto presidencial del gobernador no tiene un camino despejado. No aparece hoy -no hacen falta las encuestas para percibirlo- entre las opciones más competitivas. Sin embargo, un proyecto electoral no suele perseguir solamente un objetivo: Schiaretti pretende ser presidente, por supuesto, pero sobre todo quiere formar parte del esquema de poder que se configurará desde este año. Por eso, en su equipo de campaña especulan con que en un escenario incierto como el actual, si el gobernador lograra crecer hasta una banda de entre 10 y 15 puntos, entonces se transformaría en una figura codiciada para sentarse a negociar apoyos y acuerdos de cara a la segunda vuelta.

Además hay otro elemento que no es menor en el proyecto de Schiaretti: entiende que el posalbertismo condenará a gran parte del justicialismo a navegar en el desierto durante varios años -algo similar a lo que le ocurrió al radicalismo después de Fernando De la Rúa- y su intención es comenzar a configurar un nuevo perfil de peronismo que se despoje de kirchnerismo.

Schiaretti necesita actos que le agreguen visibilidad en la política nacional. Y, de la mano de un incumplimiento del gobierno de Alberto, prepara una acción para aparecer como un mandatario que confronta con la gestión del Frente de Todos. En los últimos meses, Sergio Massa, urgido por reducir el déficit, les cerró el grifo a las cajas de jubilaciones provinciales y sólo con Córdoba acumuló incumplimientos por más de 110 mil millones de pesos.

El gobernador ya dio instrucciones para preparar una demanda ante la Corte Suprema. De esa forma, lo mismo que constituye una complicación de financiamiento puede convertirse en un hecho político electoral que Schiaretti buscará aprovechar tanto hacia afuera como hacia adentro, en una provincia que siempre observa con simpatía los encontronazos con el kirchnerismo o con alguna de sus versiones.

La demanda de Córdoba podría presentarse el jueves o viernes. Por esas mismas horas Schiaretti, quien en lo electoral tiene un doble frente por atender, podría anunciar oficialmente la fecha de las elecciones provinciales. Podría ser el 25 de junio aunque en el Panal aseguran que la decisión aún no se terminó de cerrar.

Para la política cordobesa la semana que comienza será relevante. No sólo por el posible anuncio de Schiaretti sino también porque la oposición parece haber encontrado un principio de orden.

Ese orden empezó a vislumbrarse cuando los equipos de Luis Juez y Rodrigo de Loredo enviaron a las redacciones la información de que acordaron definir la candidatura con dos encuestas. El que aparezca mejor posicionado, aunque sea por una diferencia de un punto, será el candidato a gobernador.

Eso es lo que se informó. Sin embargo, en Juntos por el Cambio aseguran que ya está todo decidido y que la encuesta es un detalle o una construcción. Juez será el candidato a gobernador y De Loredo competirá por la intendencia de Córdoba.

Sin embargo, la definición no disipa la continuidad de las especulaciones. Sigue rondando como versión que De Loredo podría ser doble candidato: a intendente y a vicegobernador. Más allá de que no sería demasiado serio plantear dos candidaturas a la vez y que le daría a Hacemos por Córdoba un argumento para el ataque, lo cierto es que el oficialismo prepara antídotos formales para evitar que De Loredo ocupe dos espacios en simultáneo: las elecciones irían separadas pero no tanto para no darle la oportunidad de buscar la vice y la intendencia.

En el peronismo ya dan casi por descartada aquella posibilidad de que se vote para gobernador y para intendente de Córdoba en el mismo día: la división de la fecha evitaría que Juez y De Loredo se potencien electoralmente entre sí.

El senador y el diputado componen el tándem más competitivo de Juntos por el Cambio. Por eso, aunque uno vaya por la gobernación y otro por la intendencia, acordaron una estrategia de campaña: actuarán como si fueran una fórmula. Serán Juez-De Loredo aunque compitan en terrenos diferentes. Eso ocurrirá, al menos, hasta el día de la elección provincial; después De Loredo se concentrará en el voto de la capital. Esa construcción con la lógica de una fórmula de hecho se reflejó en el spot que los dos dirigentes difundieron en las últimas horas. “Fórmulas que funcionan” muestra las manos de dos personas preparando un fernet con Coca y cuando el plano se abre son Juez y De Loredo. Toman un trago y aprueban con la cabeza mientras suena, cada vez más alto, un cuarteto.

El spot tuvo un primer logro, a pesar de que generó críticas: llamó la atención y mostró a los dos candidatos en la misma sintonía después de haber transitado un período de turbulencias en el que la ruptura aparecía como una posibilidad cierta.

De todos modos, Juez sigue teniendo una cuenta pendiente: reconvertir su figura y dejar de ser un dirigente casi genéticamente opositor, anclado en la confrontación, para transformarse en un candidato que el electorado pueda imaginar en función de gobierno. Se sabe que el senador está en contra de Cristina y que pretende desbancar al schiarettismo en Córdoba, pero todavía no ha logrado transmitir qué piensa hacer si gana la gobernación.

El peronismo ya se prepara para explotar esa insuficiencia y para recordarles a los cordobeses el paso de Juez por la intendencia de Córdoba.

Un aspecto que podría quedar todavía irresuelto en estos días que vienen es el casillero número dos; tanto en el oficialismo como en la oposición. En Juntos por el Cambio se asegura que a Juez lo acompañará un radical -que podría ser el cabrerense Marcos Carasso- y que el Pro pondría al vice de De Loredo -allí Mauricio Macri habría pedido a Soher El Sukaría-.

En Hacemos por Córdoba las opciones que se barajan siguen siendo las mismas: Alejandra Vigo, esposa del gobernador, la diputada Natalia De la Sota, que la semana pasada se postuló públicamente para ese puesto, y Juan Manuel Llamosas. Aunque no se descarta aún alguien externo al peronismo.

¿Tiene chances reales el intendente? Tanto cerca de Llaryora como en el Panal le ponen algunas fichas: Llamosas podría ser aunque no es la alternativa principal. Si lo que prevalece es una lógica de construcción de poder, entonces será Vigo la elegida. Si lo que se impone es que hay que generar un hecho simbólico de apertura del peronismo hacia otras fuerzas o sectores, entonces ingresará un extrapartidario, aunque no necesariamente aporte caudal de votos. El intendente riocuartense tiene posibilidades si ninguna de esas salidas tiene éxito y si se termina optando por una fórmula puramente peronista que además configure un binomio que coseche buenos índices de imagen en el electorado no justicialista.

En la mesa de decisiones de Hacemos por Córdoba vaticinan que la elección será dura, desafiante, y que obligará a todos a dar lo mejor de sí. Como esos partidos cerrados, el que se equivoca pierde.

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