“El sistema está diseñado para destruirte, no para ayudarte a reinsertarte”, dijo Jorge en una entrevista con Cadena 3, sin vueltas. Y lo dice con conocimiento de causa. Su historia empezó en Villa Cildáñez, un barrio donde —como él mismo recuerda— “la droga, el alcohol y el robo eran lo normal”. No había planes, ni sueños, ni promesas. Solo calle, pibitos con hambre, y una generación anterior que los ponía en la rueda. “Después te pasaban el arma para que se las tengas, entonces vos ya te sentías como que te estaban haciendo parte”, explicó.
Durante mucho tiempo, Jorge creyó que esa era la única vida posible. Quería “morir como los delincuentes, con un funeral, el ritual de los tiros”. Hasta que la cárcel le hizo el quiebre. “Me quise ahorcar. Después lloré. Le pedí a Dios que si existía, me sacara de ahí”. No fue fácil. Pero algo adentro se empezó a mover. Y cuando salió, no volvió a su pasado. Empezó desde cero, literalmente.
Con su esposa y 800 pesos, compraron carne y harina. Hicieron milanesas y las vendieron desde la cocina de la mamá de Jorge. “Soñé con una hamburguesería que estaba sacando hamburguesas a lo loco”, recuerda. Y aunque el primer día vendieron solo tres, no bajaron los brazos. “Le dije a mi esposa: ‘Confía que yo sé por dónde estamos yendo’”.
No tenían presupuesto, pero sí estrategia: regalaron mil hamburguesas para que la gente las probara. Y funcionó. Pronto llegaron a vender 500 por día. Después, más. La pandemia casi los borra del mapa: quebraron, cerraron, se quedaron con lo justo. Pero no se rindieron. Volvieron con nueve hamburguesas, todo su capital. Vendieron hasta sus alianzas de casados para saldar deudas. “Esos 500 pesos se transformaron en millones y millones de ventas que tenemos por mes”, dijo Jorge, con orgullo de barrio y de batallador.
Hoy, Don Capalbi Burger Chef no es solo un local. Es una declaración de principios. Ubicado en Avenida Olivera 1582, en Parque Avellaneda, tiene una misión: dar oportunidades a quienes, como Jorge, alguna vez fueron descartados por el sistema. “Damos oportunidades a pibes que salieron de la cárcel, que estaban en situación de calle o en la droga”.
El cambio fue profundo. Jorge no solo salió de la oscuridad: encendió una luz que ahora guía a otros. “La perseverancia es lo que hace que salga adelante un negocio. No se puede salir adelante sin trabajar. El trabajo nos dio casa, amigos, oportunidades, viajes, todo lo que no podíamos tener nunca”.
Su historia no arrancó con redes sociales ni campañas de marketing. Empezó con lágrimas, con barro, con lucha. Y aunque hoy hay hamburguesas, empleados, números y éxito… lo que más pesa sigue siendo lo intangible para Jorge: “la esperanza, la fe, el ejemplo”.
Jorge no tiene logo de neón ni combos trendy con nombres gringos. Pero tiene algo que pocos pueden contar sin quebrarse: se salvó. Y hoy, todos los días, con cada hamburguesa que sale de su cocina, ayuda a salvar a otros.