Ese parámetro se ha ido deteriorando en los últimos años. En junio de 2019, la canasta alimentaria costaba 11.418 pesos y el salario mínimo era de 12.500. Es decir, se cubrían las necesidades alimentarias.
A grandes rasgos, esa situación se mantuvo hasta junio de 2022. Ya en el mismo mes de 2023, un sueldo no alcanzaba para comprar la comida:los 87.987 pesos establecidos a nivel nacional no cubrían los 94.332 pesos que a una familia le costaba alimentarse. Pero la diferencia no era tan notoria como la de este año:se cubría el 93,27 por ciento de la canasta.
Actualmente, según el informe de la Defensoría del Pueblo, la canasta de alimentos requiere un desembolso mensual de 363.264 pesos pero el salario mínimo apenas alcanza los 234.315 pesos.
Los datos son aún más alarmantes, por supuesto, si la comparación se hace entre el salario y la canasta básica total, es decir todos los gastos que tiene mensualmente una familia.
Si al cálculo de la comida se suman también los bienes y servicios no alimentarios, una familia necesitó en junio 799.181 pesos.
Esto implica que el salario mínimo, vital y móvil está muy lejos de alcanzar para que una familia solvente sus gastos:apenas representa el 29,32 por ciento del monto total.
“Durante el mes de junio de 2024 una familia que percibe un salario mínimo, vital y móvil se encuentra por debajo de la línea de pobreza y de indigencia”, se lee en el informe de la Defensoría.
Y agrega que se necesitan 3,4 salarios mínimos para poder afrontar los gastos totales de un núcleo familiar.
La pérdida de los ingresos se evidencia también al comparar los incrementos que se fueron generando en la canasta y en los sueldos. Mientras entre 2019 y 2024 la canasta básica alimentaria registró una variación del 3.081 por ciento, el salario mínimo se movió un 1.774 por ciento. En ese mismo período, la canasta total, que contempla bienes y servicios, se ajustó un 2.688 por ciento.