Su pasión por los animales la llevó a descubrir la capacidad intrínseca de los caballos de poder conectar y armonizar con el ser humano y, en función a una serie de técnicas de interacción que fueran ideadas por Gabriela Abram en su propuesta de sanación con caballos, estableció una serie de actividades fundadas en el aproximamiento con el animal, sin la necesidad de monta.
Desde hace algunos años, lanzó en Unquillo (Córdoba) su propio proyecto donde periódicamente recibe en sus corrales a personas que necesiten “sacarse de encima pesadas mochilas” que arrastran, muchas veces, sin saber su origen.
-¿Qué técnicas adoptan en la terapia de sanación con caballos?
-Las técnicas que se usan son técnicas de trabajo con ejercicios con los caballos. Es decir, vamos con un grupo de personas o con una persona, entramos al corral y proponemos una serie de ejercicios de trabajo con los caballos que nos permiten a nosotros hacer lecturas de lo que esa persona trae consigo. Lo primero que hacen los caballos es mostrar lo que la persona tiene adentro y se convierten en espejos. Nosotros le llamamos sanación o aprendizaje, que vendría a ser la parte de coaching que proponemos.
-¿Qué diagnósticos son compatibles con esta terapia?
-No trabajamos sobre diagnósticos médicos sino sobre una persona que necesita ayuda, que se siente mal por algo en su vida y sobre todo en la parte emocional. Porque en lo emocional, los caballos son unos verdaderos maestros. Todo aquello que esté conectado con las emociones, los caballos lo distinguen y lo muestran. Entonces, ¿por qué le llamamos sanación? Porque una persona viene con una necesidad, por ejemplo, que está pasando una etapa de duelo o le falta soltar algo que no le deja estar tranquila y a veces no sabe bien qué es, no tiene conciencia de qué es lo que le está pasando, y el caballo se lo muestra. Y lo importante es que la persona lo ve manifestado en el caballo, en vivo. Entonces, no solo lo ve, sino que lo siente y eso para cambiar es lo principal: hacernos cargo de ver lo que nos está pasando, es lo primero para cambiar, y muchas veces se puede hacer el cambio en la misma sesión. O sea, se propone otro ejercicio que genere en la persona sentir el cambio y cuando uno siente el cambio ya se está produciendo la sanación por sí misma.
-¿Cómo trabajan de forma interdisciplinar?
-Soy de trabajar en conjunto, de integrar las distintas cosas. Pongamos por ejemplo una persona que viene con mucha tristeza y se detecta que esto va más allá de una tristeza pasajera. Si no está en terapia, no va a sanar con nosotros la depresión, pero sí va a poder darse cuenta que la tiene. Entonces desde allí puede partir a una sanación con un terapeuta indicado o con un psiquiatra. Yo soy muy partidaria de lo interdisciplinario, incluso cuando trabajaba con víctimas, porque es necesario y es parte de la vida.
Mariana comenta que no solo recibe a las personas en sus corrales instalados en Unquillo sin que también acude a otras provincias donde brinda sus sesiones de manera itinerante.
“A mí me gusta trabajar en donde está la gente, de hecho ya fui dos veces a Salta a hacer talleres allá. Solo necesito de tres de tres a cinco caballos y un lugarcito para trabajar”, dijo Paramio, quien invitó a conocer más de la tarea en su sitio web www.sanacionconcaballos.com o en las redes @sanacion.concaballos donde asiduamente publica contenidos de sus sesiones.
-¿Cómo se da la conexión entre la persona y el caballo?
- Lo primero que pasa con las personas que entran a una sesión, ya sea individual o grupal, es que llegan ansiosas y a los 5 minutos de estar con los caballos, te dicen: “Ay! tengo una tranquilidad y no sé por qué es…”. Y es justamente porque los caballos ayudan en estas cuestiones físicas procedentes del sistema nervioso, de la tensión alta y demás. Porque el corazón de los caballos es cinco veces más grande que el del humano y tienen un latido mucho más suave. Entonces, ese campo mórfico que se arma con el corazón del caballo hace que uno vaya tranquilizándose y que cuando se conecta de igual a igual, el corazón de la persona va tomando el ritmo del caballo y empieza a descender la tensión física. Y nos pasa a todos. Salimos de la sesión con un relax físico increíble, con la cabeza despejada e ideas más claras para trabajar y si tenemos tiempo de hacer otros ejercicios se van totalmente liberadas. Me han dicho que la fuerza del caballo les ayudó a tomar decisiones que venían postergando. Esas cosas pasan y es muy interesante de ver, o también los temas de abusos, eso se ve y se puede trabajar mucho.
-¿Cómo expresan los caballos los problemas que detectan en las personas?
-Los caballos son muy literales. Si bien nosotros estudiamos el lenguaje exacto de lo físico del caballo, hay veces que son tan literales que todo el mundo sin conocer el lenguaje puede ver lo que el caballo está mostrando. Hay caballos que se muestran tristes al caminar, hay caballos que mueven una pata como diciendo que nunca los viste caminar. Y hay veces que, por ejemplo, frotan la cabeza contra algo y es porque hay una cuestión mental que tiene que ver con eso. Me gusta contar como anécdota la de una chica que estaba con dudas respecto de si seguir en el empleo que tenía o iniciar un nuevo emprendimiento. Se animó a trabajarlo con los caballos y puso un cono que representaba el emprendimiento viejo y otro cono como si fuera el nuevo emprendimiento. Y el caballo fue al cono que refería al nuevo y no hizo nada, y luego fue el viejo y lo tiró con la mano. De eso hablo, porque ellos nos leen lo que tenemos dentro. No es que el caballo adivina: él nos lee y así, de esa manera, luego se manifiesta. Además, hay ciertos comportamientos del animal que nos hablan, por ejemplo, el movimiento de la cola, pero en sanación son más las imágenes que se forman que el movimiento corporal del caballo.
-¿Tiene alguna similitud con la técnica de Doma India?
- Desde el objetivo que se persigue, es distinto. No digo que la Doma India esté mal, al contrario, pero en la sanación se establece un vínculo de igual a igual y los maestros son los caballos, no se los lleva al sometimiento de ningún tipo. Por eso digo que el objetivo marca la diferencia de ambas cosas.