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Intervenciones transformadoras

Poner en valor el espacio público implica planificar previamente una propuesta superadora. La posterior apropiación de ese mismo lugar será prueba de la efectividad de aquella idea madre. Una tímida escalera, que casi pasaba desapercibida en el centro de Santa Rosa de Calamuchita, hoy es parada obligada de turistas que eligen el nexo peatonal como hito urbano para llevarse una postal icónica de la localidad serrana. ¿Cómo se gestó la obra?

Lo que era un deslucido atajo peatonal para conectar dos calles céntricas de Santa Rosa de Calamuchita hoy se convirtió en un verdadero hito urbano.

En el medio: una intervención artística con técnicas de mosaiquismo que transformaron la fisonomía de una escalera que, tímidamente, aparecía por calle Libertad, y hoy es parada obligada para los turistas que visitan la localidad serrana.

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Aquella “escalera del Truchi” -conocida así por los lugareños por ser colindante a la casa de un vecino que adquiere ese apodo- fue denominada “Escalera de los Inmigrantes” y se muestra como un colorido atractivo en un casco céntrico totalmente renovado.

“Cuando miro el gran cambio logrado me inspira esa esperanza, esa certeza de que lo gris y oscuro puede, con optimismo, trabajo y amor, llenarse de color”.

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Carmen Abbonizio es “Carizio”, una riocuartense que eligió a Santa Rosa de Calamuchita por adopción y hoy comparte su lugar de residencia con ese destino serrano que le permite desplegar al máximo su arte.

Y la también conocida como “escalera de Carizio” se ha convertido en un verdadero ícono de la ciudad desde su creación y ha ratificado su sentido de pertenencia en la actual temporada turística para ser reconocida como “la escalera de Santa Rosa” y transformarse en escenario obligado de innumerables postales.

Quienes conocieron Santa Rosa antes de la intervención, apenas podrán recordarla como una escalera oscura y algo abandonada que utilizaba el tránsito peatonal para llegar desde calle Libertad a Corrientes sin tener que llegar a las esquinas de manzanas. Hoy, ese nexo adquirió un papel protagónico central en todo lo que representó la puesta en valor del espacio público que ha cambiado sustancialmente la fisonomía urbana de la ciudad serrana.

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En diálogo con Puntal ADC, Carizio cuenta que la idea de intervenir la escalera nació en momentos en que recorrían las distintas obras promovidas en el casco céntrico junto al arquitecto Jorge Biasotto, profesional a cargo de la transformación urbana.

“La escalera estaba desnuda y esperando ser protagonista. Allí nació la idea, sobre lo cual presenté tres proyectos y el intendente local, Claudio Chavero, eligió uno de ellos”, cuenta Abbonizio.

“Me dieron rienda suelta para poder crear y trabajé sobre los 17 primeros escalones con el azul del río, el rojo del calor del sol y el verde de las montañas, a lo que sumé la frase ‘Santa Rosa de Calamuchita’ pintada a mano. No había terminado el trabajo, para el cual me ayudó mi hijo, un amigo de él y una amiga mía de Santa Rosa, que la gente nos pedía correr las pastinas y el pegamento, porque querían sacarse fotos”, agrega.

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Esa primera intervención se ganó el reconocimiento del espacio local más fotografiado de 2018 y, con ello, movilizó a las autoridades locales a conocer en primera persona el secreto de semejante concurrencia.

“Cuando veo las imágenes y recuerdo el proceso, pienso en el aprendizaje, el mensaje que transmite y que me deja esta experiencia. Transmutar, evolucionar, elegir ser feliz y fluir hacia donde la vida se llene de colores”.

“Cuando el intendente vio toda la obra decidió que quería completar toda la extensión de la escalera. Así, debieron arreglarla y, sobre un total de casi 90 escalones, me puse a trabajar. Vi el diseño para unirlo con lo hecho abajo y empecé a trabajarlo”, explicó.

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Para la ejecución se utilizó el método doble directo que consiste en armar partes de la obra final sobre una malla en el taller para luego ser aplicado en su ubicación definitiva. Entre las técnicas, se recurrió al trencadis y al picassiette, combinando además piezas de vitrofusión y cuerda seca.

En cifras

El trabajo llevó un año y medio, sumando 2.600 horas entre planificación del proyecto, diseño, obtención de materiales y armado final. Se necesitaron 12 mil piezas cortadas a mano que suman un peso de unos 500 kilogramos y 50 kilogramos de pastina de diferentes colores. Se utilizaron porcelanatos importados, mosaicos, venecitas de vidrio y de fimo, porcelanatos pintados y escritos a mano con una cocción en horno de 1020 grados.

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“Lo que tiene de interesante es que al caminarla, escalón por escalón, se ven las cosas diferentes de interés de cada escalón. Hay diseños más generales con diseños internos, por ejemplo, platos a la mitad donde según la posición que se mire podés visualizar el plato entero o en mitades”, señala la artista.

Para añadir: “Este proyecto lo disfruté desde que era una idea. Fue un año y medio de trabajo repleto de emociones y vivencias. Hoy, entre árboles y caserío, pueden encontrarla, llena de colores, como un río serrano que se entremezcla en el paisaje”.

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La obra incluye una serie de frases de reconocidos referentes de la literatura e invitan a explorarla escalón por escalón y aventurarse a dejar volar múltiples interpretaciones.

“Inspirada en la naturaleza, diseñada con pasión”

A modo de reflexión sobre la experiencia, Carizio se muestra emocionada al expresar el sentimiento que aflora al momento de conectarse con su obra terminada.

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“Viví en Santa Rosa de Calamuchita y a esa escalera la transité un montón de veces. Yo me casé en Santa Rosa con un médico de esa ciudad, él falleció, y hoy para mí, poder dejar esa escalera renovada, es muy movilizador, porque también es la localidad donde nacieron mis dos hijos”.

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Y concluye: “Como artista, me detengo frente a la escalera a mirarla y me enorgullece verla y pensar que van a pasar doscientos años, o más, y esta obra va a poder ser disfrutada por mis nietos y tataranietos, porque cuando la veo, se me llena el alma”.

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